Memorias De Un Hidalgo [en EdiciÓn]

CAPÍTULO 26: DESENCANTO, ¡AQUÉL AMANECER!, ME ABANDONÁIS MUJERES, JOSÉ EUSTACIO RIVERA.

Aléjate un instante de mi áspero camino…

Hembra de senos duros y boca pasional,

Mujer lujuriosa que te embriagas de vino

Y tus labios tienen siempre una sed infernal.

 

Quiero huir del bullicio de la burguesía,

Lejos de los cafés, hacia un mundo irreal,

Quiero vivir solo en el palacio de mi fantasía

Divinamente solo con mi hermano el ideal.

 

Quiero solo paz para mi vida ilusoria

Quiero estar lejos de la envidia y la falsía

Y recitar mis versos al paisaje autumnal…

Que un ruiseñor ebrio cante mi ilusa gloria

Soy un filósofo escéptico que estar solo ansía,

Supersticioso y raro cual Gerardo Nerval.

 

AQUEL AMANECER

 

Aquel amanecer se desleía en tus ojos,

La noche, el mar de leva, se alejó de los dos,

Hubo ansiedad de ausencia en tu cuerpo insaciable,

Mariposas sin alas tus dos manos fragantes.

 

Mujer, alba de carne, ciudad de ensoñación.

Sobre el dorso de aire galopaban palabras

Que hundían sus claridades en misterios de amor…

 

Temblores de tus carnes en lúbricos asaltos,

Era tu cuerpo el mar que surcaba mi nave,

Mujer, alba de carne, ciudad de ensoñación.

 

ME ABANDONÁIS MUJERES

 

¡Me abandonáis, mujeres

Ayer fui viajero,

Con vosotras en trenes

De locura y de amor;

Como este que os lleva

A los bellos paisajes AI

Que recorrieron juntas

Nuestras vidas en flor.

 

Hoy he venido a daros

Mi amarga despedida,

Porque todo en la vida

Lo fuisteis para mí;

Perseguí por vosotras

La gloria y la fortuna,

Y al perderos comprendo

Que todo lo perdí.

 

Barco anclado en la arena

De la desierta playa

Y que se deshace solo

A los vaivenes del mar;

Ya mi ilusión es esa,

Decirle adiós a todo

Lo que fue luz y risa

Y vivir, y viajar.

 

JOSÉ EUSTACIO RIVERA

 

Cantor glorioso que abrigó en su seno

La que tu muerte, inconsolable, llora;

Macho sublime, tu memoria implora

En vez de mármol la humildad del heno.

 

Un ave fuiste al nacer, tuviste

Para tu madreselva un clamoreo,

Cóndor volaste por su cima triste

E hiciste en mármol su gentil trofeo.

 

Tu estrofa plena de su ritmo grave,

Modelada en su olímpica ternura

Como el sencillo y clásico arquitrabe

Muestra el tesoro de línea pura,

Para los ojos blandamente suaves,

Para la eternidad marmórea dura.

 



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En el texto hay: humor, risas, alegria

Editado: 01.03.2023

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