Memorias Externas

XII

Emilia regresa, con mi caja de herramientas en sus manos.

    –Traje galletas –me dice, sonriendo.

    –Gracias.

    –¿Pasó algo?

    –Nada.      

    Ella se sienta al lado mío, entregándome las herramientas y el MBR 2.4. En un momento, nuestros dedos se tocan y siento una sensación casi indescriptible, pero Emilia ni siquiera se da cuenta de lo que acaba de ocurrir.

    Mis propios pensamientos me aterrorizan, creando una sensación de angustia en mi desnudo corazón.

    La noche pasa, mientras yo me concentro en arreglar el MBR.

    Emilia me habla de un millón de temas diferentes, pero en ningún momento percibo que ella sienta por mí lo mismo que yo siento por ella.

    Tengo miedo de que esté conmigo solamente porque le doy pena.

    Casi instintivamente, intento hackear el MBR para que sea capaz de separar los sentimientos de los recuerdos. Estoy tan concentrado en mi trabajo, que me demoro en darme cuenta de que Emilia está dormida.

    Me quedo mirándola. La habitación está oscura. Le acaricio el cabello, sintiendo como se desliza entre mis dedos. Quiero que sea mía. Quiero que esté obsesionada conmigo de la misma forma en la que yo estoy obsesionado con ella. No puedo esperar. No quiero esperar.

    Creo que he terminado.

    Enciendo el MBR 2.4 y analizo la interfaz, dándome cuenta de que tengo la posibilidad de insertar el sentimiento que yo quiera en el recuerdo que yo quiera. Al fin, mis habilidades para la informática sirvieron de algo. Ahora solo queda conectar a Emilia e implantar el sentimiento de amor en todos los recuerdos que tiene conmigo, para que cada vez que piense en mí, comience a enamorarse. Es el plan perfecto.

    Pero… ¿realmente es necesario?

    Una parte de mí quiere hacerlo, pero otra parte prefiere dejar que las cosas fluyan naturalmente, para así lograr que sus sentimientos no provengan de algo implantado a través de una máquina, sino de ella misma.

    No puedo esperar a que el destino la aleje de mí. Ella jamás podría enamorarse de una persona tan egoísta y mentirosa como yo.

    Si dejo todo fluir, ella nunca me amará… solamente me verá como una persona más a la que tiene que ayudar. Lo haré… lo haré.

    Lo haré.

    Conecto el inductor de sueños a su sien izquierda. Como ella está completamente dormida, todos sus recuerdos más recientes aparecen en pantalla.

    Deslizo mi dedo por la pantalla y selecciono la primera vez que me habló conmigo, cuando ingresó a mi oficina buscando encontrarse con su difunto padre. En la esquina izquierda del monitor aparece la opción “Insertar”. Necesito buscar el sentimiento de amor en alguno de sus otros recuerdos. Busco hasta que encuentro su última relación, que fue alrededor de unos dos años.

    Extraigo la sensación.

    Me dispongo a insertarla en el recuerdo que tiene conmigo, pero me detengo, pensando en lo que estoy haciendo.

    Estoy alterando su cerebro.

    Pero no importa. Lo importante es lograr que se enamore de mí.

    Inserto el sentimiento y la pantalla se apaga, quedando totalmente negra.

    –¿Qué? –me pregunto a mí mismo.

    Emilia despierta de improviso.

    –¿Cristóbal…?

    Escucho un ruido, como de agua hirviendo.

    El inductor de sueños explota.

    Emilia está tirada en el piso, inmóvil. Un charco de sangre comienza a aparecer alrededor de su cabeza.

    Está… muerta. 



#3859 en Detective
#2003 en Novela negra
#4915 en Ciencia ficción

Editado: 28.02.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.