Inserto el sentimiento y la pantalla se apaga, quedando como un espejo negro.
–¿Qué? –me pregunto a mí mismo.
Emilia despierta de improviso.
–¿Cristóbal…?
Escucho un ruido, como de agua hirviendo.
El inductor de sueños explota.
Emilia está tirada en el piso, inmóvil. Un charco de sangre comienza a aparecer alrededor de su cabeza.
Estás… muerta.
–No… no lo estoy.