Memorias Sangrientas

CAPÍTULO 4

El extraño me contempla fijamente, su mirada me provoca una extraña sensación, me atrapa su intensidad, su fuerza, no entendía que me sucedía, era como si mi cuerpo flotara, como si el viento dejara de soplar, y el tiempo cesara de transcurrir; permanezco de pie, incapaz de mover un solo musculo, de pronunciar palabra.

Mis sentidos comienzan a adormecerse, mis pensamientos me abandonan, dejando mi mente en blanco, mi entorno parece hacerse cada vez más difuso, sumergiéndome en una realidad vaporosa; donde todo deja de importar, pierde sentido, y lo único que prevalece es el imperioso deseo de seguir absorta en esos fríos y hermosos ojos grises.

— ¡Annabel!!!

Ese grito me sacudió, como un golpe seco en el rostro, devolviéndome bruscamente a la realidad, como si acabara de despertar de un ensueño, instintivamente volteo la mirada.

Se trataba de Karine Torre Blanca, quien se acercaba a mí avanzando con grandes zancadas.

— ¡Annabel! ¡Finalmente te encuentro! – dijo ligeramente agitada– ¡te he buscado por todos lados!

Ni siquiera presto atención a sus palabras, rápidamente regreso la mirada hacia el jardín buscando encontrar nuevamente a aquel extraño joven, sin embargo ya no se encontraba allí. Parpadeé confundida, sin comprender lo que acababa de suceder.

— ¿Annabel...?

— ¿Eh?

— ¿Qué haces aquí? — me dirige una mirada de desaprobación — ¿y por qué no llevas zapatos?

Su comentario y mirada de censura despiertan una sensación de frio en la planta de mis pies, me doy cuenta que estoy descalza, con mis zapatillas aun en la mano.

— Yo...me las quité un momento...– me excuso con premura mientras me las pongo torpemente — me distraje cuando lo vi...

— ¿Ver? ¿A quién? – inquiere con interés.

— Al joven que estaba ahí en medio del jardín, justo antes de que llegaras...– respondí tratando de ordenar mis ideas — ¿acaso tú no lo viste?

Karine vuelve la mirada al jardín desierto que le señalo, y luego me mira extrañada.

— No, solo a ti, no vi a ningún joven — responde ella mirándome con suspicacia.

— Pero yo...— comienzo a decir sin comprender.

Me siento confundida, pero a cada segundo todo parece aclararse a mí alrededor, mientras que lo acontecido se percibe como un sueño lejano. Ese joven estaba ahí, acababa de verlo...estaba ahí... ¿cierto...?

— ¿Annabel? – insiste Karine ante mi abrupto silencio y confusión.

— Yo...disculpa...– digo sacudiendo la cabeza – ¿Qué deseabas decirme, Karine?

— ¡Ohh, sí! ¡Sucedió una completa tragedia!– exclama recuperando su tono de urgencia – ¡el vestido de Sally se rasgó accidentalmente con el pasador que llevaba puesto cuando acudió al llamado de su madre!

— ¿Pero acaso no se encontraba con Marco Newgrant?

— Así era, ¡y todo iba de maravilla! pero su madre solicitó su presencia, ¡fue entonces cuando ocurrió aquella tragedia! ¡Ahora fue a cambiarse pero teme que Marco Newgrant se marche en su ausencia!

— Pero si el vestido se rasgó con su pasador la brecha, no debió ser muy notoria – reflexiono sin comprenderla del todo – ¿por qué cambiar todo su atuendo por algo así? ¿no podría cubrirlo con el mismo pasador?

Karine me contempla estupefacta, como si hubiese dicho una blasfemia o algo peor.

— ¡Annabel! Una dama respetable siempre tiene el vestido impecable y perfecto. Además, Sally es la figura principal de la velada, debe estar magnífica. De otra manera se arriesga al escudriño de la gente.

La miré sin comprenderla en lo más mínimo.

— Lo siento, pero aun no comprendo qué es lo que deseas de mí – admito con franqueza.

— ¡Es claro, Annabel! ¡Tienes que ayudarnos a mantener a Marco Newgrant en la fiesta! ¡Y también a Alexther!

— ¿Pero qué...? ¿Cómo...?

— ¡Distráelos! ¡Conversa, hazles compañía, evita a toda costa que se vayan de la fiesta! ¡Sally estará lista en unos cuantos minutos y yo regresaré con ella! ¡Así que date prisa!

— Pero...– traté de objetar, pero ella da media vuelta y se aleja tan rápido como le permitía su pomposo vestido.

Di un resoplido de hastío, me había dejado con la palabra en la boca.

¿Eso había sido una orden o una petición? ¿Además requería tan solicita mi ayuda luego de la manera en que me había tratado hace poco?

Pensé en negarme a cumplir su petición, pero entendí que eso no era conveniente. Que entable amistad con Sally era muy importante para mi padre; por lo que no tenía más opción que ceder y acatar lo que me habían encargado.

Me sacudí el vestido con cierta molestia mientras me disponía a regresar al salón.

Antes de ingresar nuevamente, no pude evitar voltear la mirada una vez más hacia el jardín.

Cualquier emoción y sensación de ese momento se había extinguido por completo. Solo prevalecía el vago dejo de un sueño que se disipa avivadamente al despertar.

Aun así, lo acontecido me dejó inquieta. Ese joven, ahora apenas y creía haberlo visto, su imagen y presencia se había vuelto una reminiscencia lejana apenas evocable. ¿Realmente había imaginado lo que acaba de suceder?

Sacudo la cabeza, no era momento para pensar en ello. Dejé mis preguntas irresueltas y regresé al salón disponiéndome a encontrar a los Newgrant.

Para mi fortuna, Marco Newgrant permanecía en el mismo lugar donde nos separamos.

— Señorita Winthrock, qué bueno encontrarla de nuevo – dijo sonriéndome con amabilidad.

Le devolví la sonrisa.

— ¿No se encuentra en compañía de sus amigas? – pregunta con suma cortesía.

— Bueno, Sally tuvo un pequeño percance con su vestido y tuvo que ir a cambiarse, pero descuide, regresará pronto.

— Comprendo. Me resultó extraño que no regresara luego de atender el llamado de su madre. Empezaba a preocuparme por su ausencia, tenía la intención de despedirme.

— ¡No! ¡No puede irse aún!– exclamé escandalizada.



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En el texto hay: vampiros, romance, ficción histórica

Editado: 22.01.2024

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