Memorias Sangrientas

CAPÍTULO 8

Para mi gran alivio no fue difícil dar con Sally y las muchachas, incluso Karin ya se encontraba allí. Se encontraban reposando plácidamente bajo uno de los parasoles abanicándose por el calor que hacía, Diane no parecía tener intenciones de separarse de mi lado bajo ninguna circunstancia por lo que no tuve más opción que acercarme en su compañía.

Todas me miraron claramente turbadas al ver quien me acompañaba. Pude advertir como la cara de Julia perdía todo su color en un instante.

— ¡Queridas niñas! – exclamó Diane una vez estuvimos frente a ellas – ¡que encantador encontrarlas! ¡Se ven aún más hermosas que la última vez que nos vimos!

Todas se limitaron a responder al saludo mudo. A excepción de Julia, quien apretaba los labios con furia contenida, clavando una mirada tan fija y reticente, que parecía rehusarse a parpadear. Diane le devolvía una sonrisa cínica, como si esa hubiera sido su intención, al parecer causaba la reacción que deseaba, y se deleitaba con ello.

— Annabel...veo que ya conoces a la señorita Gales – dijo Sally mirándonos con cierta perplejidad.

— ¡Oh sí! nos encontramos hace poco y conversamos, ¡es una muchacha encantadora! – respondió Diane sin dejar de sonreír ampliamente haciendo ademanes con su abanico – Hace tiempo que no veía a alguien tan encantadora en Asbeck, además de mi persona claro está. Deberían cuidarse mis niñas, sería una lástima tener que cancelar otra boda, ¿imaginan el escándalo? – agrego divertida dirigiéndose a las Torre Blanca.

Sentí que me moría al escuchar un comentario tan inapropiado, Karen y Karine palidecieron y apretaron sus labios con enojo igual que Julia, mientras que Sally y Karin nos miraban sin habla.

— No diga eso señorita – repuse al momento – yo nunca haría algo así...

— No sería tu culpa querida, esas cosas pasan. Los hombres siguen a algo más que su corazón y es deber de una mujer mantenerlo interesado, de otra manera buscaran ese "calor especial" en otro lugar...Sería una lástima tener que devolver un hermoso anillo de compromiso, ¿No crees Julia querida? – puntualiza suspirando seductoramente, dirigiendo su mirada provocadora hacia ella.

Esa afrenta fue tan directa y con tanta saña, que era más que claro que todo lo que dijo fue dirigido exclusivamente para hacer enfadar a Julia.

Ella no respondió ergio la cabeza y apretó aún más sus labios dejándolos casi blancos; parecía estar haciendo uso de todo su control para evitar lanzarse sobre esa impertinente mujer. Diane por otra parte no aparto la mirada ni un segundo, la miraba altiva y arrogante, disfrutando que sus provocaciones hicieran el efecto que ella deseaba en Julia.

Todo iba mal...muy pero muy mal, y lo peor de todo era que yo estaba en medio de aquel conflicto sin saber que hacer, desconocía por completo porque Diane y Julia se odiaban de esa manera. Para colmo Sally y las muchachas también se habían quedado sin palabras mirando boquiabiertas ese mudo enfrentamiento.

— ¡Señorita Winthrock! – oí una voz masculina detrás de nosotras.

Volví la atención rápidamente, Bernard Lewyns se aproximaba retozante hacia nosotras.

"¡Gracias a Dios una intervención!" – pensé aliviada.

— Señor Lewyns, ¡qué agrado verlo! – salude efusiva con más entusiasmo del debido, por el alivio que me causo su interrupción.

Bernard parece sorprendido por mi cordial saludo, por un instante baja la mirada, y sus orejas se ponen coloradas.

— Si me permite señorita, se ve encantadora...– dijo con voz tímida.

— Le agradezco el cumplido – respondí sonriendo, la presencia de Bernard corto de golpe aquel desagradable enfrentamiento.

— Que tierna manera de ignorarnos, Bernard querido – dijo Diane mirándonos atentamente sobre su abanico; había cambiado su foco de atención de Julia a nosotros

Al parecer ese comentario hizo que Bernard recién se percatara de la presencia de las otras muchachas.

— Oh, es cierto discúlpenme señoritas – expresó agachando la cabeza con excesiva formalidad, claramente apenado – no me di cuenta...mi intención no era ignorarlas, todas se ven encantadoras este día.

— Descuida querido, es claro que algo atrajo bastante tu atención como para ignorarnos a todas – dijo Diane sonriendo hacia mí – pero dinos, ¿a qué venias? Porque asumo que tenas un propósito al acercarte a saludar a la señorita Winthrock ¿no es así?

— Si, y disculpen la impertinencia, pero quisiera invitar a la señorita Winthrock a almorzar en compañía de mi familia y mía por supuesto, estamos en el parasol del fondo, y yo...

— ¡Ella no lo hará! – se oyó la voz potente de Julia manifestándose por primera vez.

Todos nos sobresaltamos un poco ante su abrupta intervención, pero a Julia no pareció importarle, dirigió su atención a Bernard mientras lo miraba con reproche.

— Por si no te has percatado Bernard en ese momento la señorita Winthrock se encuentra en nuestra compañía, y almorzara con nosotras, así que no puede aceptar tu invitación – impuso con voz señorial.

— ¡Pero si se lo está ofreciendo a ella! – intervino Diane con aplomo imponiéndose ante Julia – no deberías inmiscuirte en invitaciones ajenas, estás siendo impertinente.

— No soy impertinente solo aclaro la situación – clamo Julia furiosa volviéndose hacia Diane, ahora la lucha de miradas se volvió verbal– Annabel ya acordó almorzar con nosotras y seria de muy mala educación que nos haga tal desaire.

— ¿Y el desaire que le está haciendo a Bernard, qué? – instigo Diane.

— No es valedero, prácticamente no se conocen. Además no es apropiado que le haga una invitación tan personal tan súbitamente, no es de caballeros.

— Esa no es una regla – refuto Diane.

— Es cuestión de modales lo creas o no, a diferencia de ti nosotras "si" somos señoritas decentes, dignas, y sabemos cómo comportarnos – agrego Julia ponzoñosamente.



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En el texto hay: vampiros, romance, ficción histórica

Editado: 22.01.2024

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