Memorias Sangrientas

CAPÍTULO 9

Sentí como el tórax se me contraía logrando que el poco aire que tenía se me escapara de los pulmones, la cabeza me dio vueltas y el suelo parece moverse bajo mis pies, tuve que sentarme para sobreponerme a aquella impresión.

—Vaya sorpresa – oí que decía la voz de Sally – creí que el señor Alexther era su único hermano, es un placer conocerlo señor.

—Si, si– respondió vagamente la clara voz de Daran con su usual tono informal.

Un temblor recorrió todo mi cuerpo. Solo escucharlo lograba estremecerme de aquella manera.

—¿Y ya se acomodaron en algún lugar?

—La verdad no, acabamos de llegar y aún no hemos tenido la oportunidad de hacerlo – respondió Marco.

—Si es así ¿porque no nos acompañan? Estamos en este quitasol de junto, las muchachas fueron a recrearse un momento, pero la anfitriona, la señorita Orforg nos acompaña, al igual que la señorita Winthrock

—¿Ella? – inquirió la voz de Daran al instante cambiando por completo su tono.

Sentí mi corazón detenerse al escucharlo.

—Si, la señorita Winthrock, ¿la conoce? – dijo Sally ciertamente confusa por aquel extraño interés.

—Bueno, ambos tuvieron la oportunidad de coincidir el día de su fiesta, señorita Hearthlen – intervino Marco al instante sin darle tiempo a Daran para contestar.

—Así que asistió también a mi fiesta, no lo vi ese día. Pero bueno, volviendo al tema ¿nos acompañan? – preguntó claramente anhelante.

—Oh bueno nosotros– titubeo la voz de Marco como si no estuviese seguro de que fuese una buena idea.

—Si vamos – respondió Daran cortándolo con un tono de decisión e interés en la voz.

Venían para aquí.

No, no podía enfrentarlo ahora, no después de lo sucedido el otro día, no me sentía capaz, me levanté de golpe y me dispuse a huir lo más rápido posible.

Lo más seguro era que se asomen por el lado izquierdo, porque era el más próximo a la entrada del quitasol desde donde escuché que estaban hablando, debía ir por el otro lado para evadirlos.

—¿A dónde vas Annabel? – me pregunto Julia al ver mi premura.

—A caminar.

Sentía mi corazón bombear con fuerza en mi pecho mientras daba los primeros pasos fuera de la tienda tratando de poner la mayor distancia posible entre ellos y yo.

—Annabel – dijo Sally repentinamente saliendo del lado derecho del quitasol.

Me detuve en seco. Coincidimos en el mismo lugar.

—Sally

—¿A dónde vas?

—Ahhbuenoyo iba a buscar a Karin – mentí siendo lo primero que se me vino a la cabeza.

—Pero si vas en la dirección incorrecta – señaló.

—Ohoh sino me di cuenta

Moví la cabeza volviendo mi atención de Sally hacia Marco, de pie majestuosamente con la misma expresión de amabilidad que lo caracterizaba, Daran se encontraba a pasos detrás de ellos, bajo el preámbulo de la vespertina luz del sol se veía tan esplendoroso e imponente como siempre.

—Señores Newgrant buenas tardes – dije haciendo una pequeña y torpe reverencia.

—Buenas tardes señorita Winthrock – saludo Marco inclinando la cabeza educadamente.

Daran ni siquiera respondió, dirigiéndome un informal gesto de saludo con la mano.

Al final quedé frente a los Newgrant ¡¿Acaso nada podía salirme bien?! – pensé con frustración.

—Adivina que Annabel, los señores Newgrant accedieron a complacernos con el honor de su compañía en nuestro quitasol – me informó Sally con una amplia sonrisa en el rostro incapaz de esconder su emoción.

—Oh si, qué grato – dije tratando de sonreír – bueno, tendrán que disculparme por no poder acompañarlos, pero ahora voy camino a encontrar a Karin.

—Pero acabo de ver a Karin, está en compañía de Karton, no creo que desee ser molestada.

—Ahh bueno entonces iré a ver el partido de croquet

—Pero si acaba de terminar el primer juego y ahora las señoras están tomando un descanso – objetó nuevamente.

La mire con desesperación sin saber que más decir para librarme de aquella situación, no podía de ninguna manera estar tan cerca de Daran, no sabía cómo actuar, tenía que evitarlo, pero para mí pesar ninguna idea más se asomaba por mi cabeza.

—Vamos Annabel, acompañemos a los señores – se anticipa Sally antes de permitirme dar más excusas – síganme por aquí por favor.

Sin más opción emprendo camino junto a ellos. Por unos segundos mis ojos se toparon con los de Daran Newgrant, quien al parecer tenía una expresión divertida en el rostro mientras le presentaba a Sally mis nerviosas evasivas.

Su extraño comportamiento del otro día había desaparecido completamente, ahora mostraba una actitud más fresca y calmada, bueno, aunque con la arrogancia y altanería que lo caracterizaba, tampoco me miraba de la manera en la que lo hizo ese día, ni la furia bestial, ni cuestionamiento, ni confusión se vislumbraban en sus ojos el día de hoy, aunque tampoco la mirada de fuego con la que me vio al final

Sentí que se me erizaba la piel de recordarlo, y fijé la vista en el suelo casi de inmediato.

Una vez en el quitasol Sally hizo las introducciones correspondientes, Marco se presentó, como siempre con una caballerosidad impecable ofreciendo disculpas por su retraso, mientras que Daran todo lo opuesto se limitó a hacer un vago gesto con la cabeza.

—¿Desean que vaya a pedirles platos de la cocina? – ofreció Julia como digna anfitriona – llegaron tarde al almuerzo pero quedo bastante carne asada.

—Nosotros ya almorzamos – se excusó Marco cortésmente.

—¿Y algo de beber?

—No gracias, estamos bien.

—¿Y ustedes? – preguntó dirigiéndose hacia nosotras.

—A mí se me apetece un jugo de naranja, ¿a ti Annabel?

—Nada, gracias

Julia asintió y se encaminó en búsqueda de las sirvientas, mientras tanto Marco tomo asiento en el lugar designado por Sally quien no perdió momento en acaparar al instante un lugar privilegiado junto a él.



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En el texto hay: vampiros, romance, ficción histórica

Editado: 22.01.2024

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