Menguante

Capitulo 3- Secretos

El silencio suele ser de mis virtudes favoritas, un lugar sereno y vacío me permitía ser yo mismo.  Tal como el bosque en el que estaba entrando, era oscuro como la noche y espeso como la sangre, aunque quizás no sea la mejor descripción, hay muchos rumores locales de este lugar, aunque yo no los creo porque he venido por años aquí.

 

Ya cuando las estrellas eran visibles en el firmamento enciendo mi linterna en la pequeña colina donde acampaba, fui a paso lento y tenue debido a lo débil del terreno fangoso por la lluvia reciente, tomo un respiro me pongo mi poncho por si la humedad crece y me abalanzo a la aventura.

 

Unos árboles que parecían ancestrales por su forma, pero muertos por sus heridas que evidenciaban lo huecos que estaban en su interior podría ser el sitio predilecto para la variedad de criaturas que habitan por estos lugares, ya adentrándome unos metros el petricor era emanado por todo el lugar, algunos frutos caen de sus progenitores y las ramas crujen dando sus últimos suspiros.

 

 

Eso me trae nostalgia, en un campamento de verano en mi niñez fui llevado a unas colinas no muy diferentes a las que estaban en mis proximidades, en una de esas famosas noches de fogata nos contaron el famoso cuento de terror del “Árbol Delo” era un supuesto árbol con vida propia que se llevaba a los más valientes y curiosos  con sus raíces que simulaban tentáculos, sus frutos  similares a las bellotas pero mucho más siniestras eran ensambladas por unas fauces  compuestas de numerosos colmillos sobrepuestos y afilados que gritaban y chillaban como pirañas.

 

En sus flores se decía que aquel que bebiera de su polen podría visitar el más allá sin ser un habitante de ese mundo, sus raíces eran negras como carbón y sus hojas escarlatas, nos decían que sus raíces se afianzaban en el inframundo, le gustaba decorar sus tallos  con los cuerpos  magullados de sus desprevenidas víctimas,  sus pigmentos eran supuestamente posibles por la sangre que bebía de aquellos que dejaba su pendidos en el aire, era para algunos una planta colosal y para los puros de corazón  era minúsculo como una nuez, cada quien con sus cosas .

 

 

                Seguía explorando el lugar, tocaba la madera y sentía como el musgo húmedo acicalaba mi piel, repito, el silencio es mi mayor felicidad por lo que la naturaleza es como si me hubiera dotado se su propia ser, pero esto incluso se vería alterado, todos los habitantes del bosque pausaban su canto, aves dejaban de agitar sus alas, los roedores dejaron de correr por sus madrigueras y los insectos dejaron de comunicarse entre sí.

 

  Mis instintos me indican que hay algo cerca mío, se me hace imposible identificar el que o quien, pero por pura intuición me agacho y bajo la intensidad de la luz de mi linterna, he ahí donde inicia la paranoia, unos pasos     cercanos pero dificultosos como si se arrastrara, estaban cerca a unos pocos metros de mí ahora entendía a los animales se ocultaban de aquello que yo percibí. Unas esperas blancas como la luna levitaban en la neblina, por sus agitados movimientos deduje que se trataban de ojos, apague mi linterna por completo y decidí acostarme en el suelo, quizás con suerte saldría invicto de este atentado.

 

Cada vez más, más cerca de mí, totalmente enfrente mío, no distingo la siniestra sombra  así que cierro los ojos con fuerza, mi estúpido intento infantil  fue negado, mis ojos empezaron a abrirse por voluntad propia y me puse de pie con normalidad, enfrente mío el extraño ser de ojos blanquecinos se revela, era un hombre en harapos con la quijada suelta, piel deteriorada como de cadáver y dentadura inexistente, con sus maltrechos dedos  toca mi sien, yo solo quería correr pero nada mi  conciencia se lo permitía.

 

 

Siento como fluyen en mi mente recuerdos atroces, veo una costa para después ver un avión, luego visualizo un apartamento desalojado y una morgue vacía esto continua con una vieja mansión, todos estos recuerdos eran ajenos a mí, pero por algún motivo los sentía familiares, después de tal travesía extracorporal logre volver en mi mismo y el espectro ya no se encontraba conmigo.

 

 Unas luces esmeraldas empezaron a forjar un túnel, me sentí atraído de inmediato ¿acaso se trataba de luciérnagas? El miedo y la ansiedad por algún motivo ya se habían esfumado, pero incluso así la incertidumbre permanecía solida en mi alma, mire para todos los lados y ya no veía camino al cual regresar así que solo deje que mis pies me guiaran por medio del camino forjado por los bellos insectos.

 

El camino cada vez se hacía más angosto, prácticamente ya estaba agachado cuando al final de este logre visualizar una pradera donde había un exuberante manglar rojo reposando en un lago tranquilo y templado, los animales volvían a sonar y ya me sentía en paz, me introduje un poco más a las orillas del lugar cuando una niebla celeste empezó a cubrir mis alrededores, escuche chillidos y gritos además de unas docenas de manos que me azotaban contra el agua, caí ligero y sonriente.

 

 

 Ya adentrándome al agua empecé a nadar hasta el fondo, cuando mas me acercaba mas oscuro estaba, de ahí surgieron criaturas horribles sin corazón y sin cuencas, similares a humanos, pero cuando uno con uniforme militar se me acerco logre liberar un puñal de mi bota y antes de que me tomara apuñale su cuello, seguidamente aparecieron dos entes del averno: una mujer de bata blanca y un hombre de cazadora me asechaban en su nado, pero logre también herirlos de gravedad en sus gargantas.



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En el texto hay: misterio, miedo, terror

Editado: 19.07.2022

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