Mentir es encender fuego

Capítulo 3

Capítulo 3

(Año 870, Vizcaya)

Siubhan dirigía la vista hacia el norte, siguiendo el flujo de las aguas del estuario en su desembocadura en el océano. Trataba con ello de visualizar en su mente las lejanas costas del reino de Alba, su antiguo hogar. Un recuerdo tan vago y difuso como el del rostro de Engas, que cada día que pasaba se le tornaba más borroso, maldiciéndose por ello.

A veces desaparecía largas horas acudiendo siempre al mismo acantilado donde gustaba de sentarse sobre las rocas, retando al mar allí donde las olas rompen con fuerza. Si el día era gris y la brisa del norte traía gotas de fina lluvia, Fruiz sabía que la encontraría allí.

En ocasiones ella le decía, si acudía a su encuentro y compartía su silencio, que aquel viento que les enredaba los cabellos procedía de su país.

—Viene de lejos, de mi hogar. Trae la lluvia del norte y el aroma del humo de los hogares de Alba, de la campiña empapada por la que se ha deslizado impregnándose del olor de su tierra y su hierba.

Y con tales pensamientos cerraba sus ojos despertando a veces en su voz una melodía tan dulce como lánguida que a Fruiz cautivaba, aunque no entendiese qué decían aquellas palabras extranjeras. Así ocurría que en ocasiones era imposible distinguir si las gotas que salpicaban el pálido rostro de Siubhan lo eran de lluvia traída en volandas por la brisa o si se habían descolgado de sus ojos.

Aquel horizonte donde clavaba su mirada, era por el que ella y su séquito llegaron a aquellas tierras de Vizcaya un lejano día para penar por su destierro.

(Años 847- 848, Vizcaya)

La previsión de su hermano el rey de dotarla de una importante suma de riquezas y el buen mando de Duer al frente de aquella misión, hicieron que en poco tiempo la princesa comenzase a encauzar una nueva vida acorde a su dignidad.

Duer, después de divisar la costa cantábrica, enfiló la proa del knarr por el primer estuario con el que se topó, previsor de dar con algún puerto o aldea donde poder desembarcar.

Lo hicieron en un pequeño embarcadero cercano a una aldea de nombre Busturia, en las orillas de aquella ría.

Los comienzos no fueron sencillos. Vencida la inicial desconfianza que aquel grupo de extranjeros despertó entre los vecinos de esa y otras aldeas vecinas, al ser conscientes de que aquella siniestra embarcación no representaba amenaza alguna y tras ser conocedores posteriormente de la triste historia de la princesa que allí llegaba desterrada, los gestos afables hacia ella y sus acompañantes aliviaron en gran medida la inquietud de los recién llegados, aunque naturalmente la historia de la que los lugareños fueron conocedores obviaba algo que pronto se haría evidente, que la princesa iba a ser madre.

Duer trató de convencer a Siubhan de que era preciso hacer entender a las gentes que había enviudado y que por una disputa al trono con su hermano, este la había desterrado. Siubhan, obcecada en no negar de por vida a Engas, rehusaba hacerlo, amenazando con desbaratar tal ardid si Duer trataba de llevarlo adelante.

Duer, apesadumbrado, maldecía una actitud que a ratos consideraba caprichosa y otros en cambio comprendía, pero no cesaba en el empeño de idear estratagemas que no mancillaran el honor de la joven hermana de su amigo, tanto por fidelidad a la amistad que le unía con el rey, como por los sentimientos que ella comenzaba a despertar en él.

Uno de los personajes de aquel lugar que más ofreció su apoyo a los recién llegados fue el noble local Lope Fruiz, señor de Busturia, donde tenía casi a punto de finalizar la construcción de una austera casa torre. El caballero, tras ser conocedor del rango de la recién llegada y su séquito, ofreció cobijo a la princesa en su propio hogar que, a pesar de las obras, podía ser habitado en su mayor parte.

La hospitalidad del noble fue secundada por las gentes de Busturia, una aldea de casas de labriegos y pescadores dispersas a lo largo de aquel hermoso paraje a orillas de la ría, que acogieron a los extranjeros como unos más entre ellos.

Duer no era ajeno a las expresiones que asomaban en el rostro de Fruiz cuando la princesa estaba cerca, ni tampoco a las miradas o a las atenciones amables que tenía para con ella, y tampoco Siubhan era indiferente a la actitud del noble vizcaíno.

Fruiz rondaría la treintena, era de facciones agradables y aún permanecía soltero. Un par de años antes, la repentina muerte de la que iba a ser su esposa le había sumido en la melancolía y ahora presentía que aquella desazón comenzaba a desvanecerse. Así se lo confesó no sin dificultad una noche a Duer. Con la lengua desatada por el vino ingerido, una vez que la princesa y sus damas se retiraron a descansar, los dos hombres alargaron la velada. Duer conocía algunas palabras sueltas en romance, pero el interés puesto por ambos en hacerse entender superó aquella barrera idiomática, que los primeros días parecía infranqueable. Ahora estaba seguro de que Fruiz no dudaría en tomar a Siubhan como esposa. Solo había un inconveniente, pero el embarazo de Siubhan aún no era notorio. Según la princesa, la semilla que crecía en su vientre lo llevaba haciendo desde hacía un par de meses escasos. Aún había tiempo de dar la vuelta a la situación, aunque Duer sabía que el mayor escollo a salvar sería la voluntad de la joven.

A la mañana siguiente, simulando un paseo por los alrededores de la casa torre donde se hizo el encontradizo, Duer fue claro y conciso.

—Debes yacer con él.

La palidez de la cara de Siubhan desapareció al instante; su rostro encendido no dejaba lugar a dudas de que estaba a punto de estallar en un ataque de ira.

Adelantándose a tal reacción Duer intentó transmitir un gesto conciliador con su mano intentando explicarse.

—Tu obstinación al no revelar tu embarazo nos conduce a tomar otras alternativas. Puedes entender lo que te voy a decir o no, pero que sepas, Siubhan mac Ailpín, que ya no estás en tu país, y aunque estamos para servirte también nos debes corresponder con tu compromiso y no arrojarnos a una situación insostenible. ¡No somos nosotros los responsables de esta situación!



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Editado: 09.04.2020

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