Mentira

último deseo

¿Cuántas personas no tienen deseos frustrados? Cosas que queríamos alcanzar desde niños y que por alguna razón solo se quedaron en una absurda idea. Deseos, que la mayoría son "imposibles" y que se vuelven más complicados porque ponemos un "pero" antes de intentarlo. No hablo de metas pospuestas, porque esas si son un almacén, sino de ideas muchos más grandes, más intensas y que llevan mayor fuerza interior que ninguna otra.

Mi deseo es ver sanos, fuertes, felices y rebozados de amor a todos y cada uno de los niños del mundo. Un poco loco cuando lo dices, pero que para mí significa demasiado, porque solo con 7 años ya le preguntaba a mis padres que podía hacer para lograrlo, esa suele ser una de sus anécdotas preferidas. Quizá eso si sea un sueño imposible, porque no solo depende de mí, pero no constituye un motivo para que deje de intentarlo y piense diferente.

Para muchos de nosotros la niñez es la etapa más hermosa de la vida, donde somos felices sin saberlos, regalamos sonrisas sin motivo aparente y nuestros problemas son resueltos por nuestros padres. Tiempo, que sin duda alguna pasa volando, sin apenas percibirlo,  y ahí es donde encontramos nuestro lado verdaderamente sensible, donde lo más importante es el amor y la comprensión familiar y no un objeto que para muchos, hoy, es indispensable. Es el único tiempo,donde después de cada  tropiezo terminamos en los brazos de nuestra madre con un beso en la frente y donde volar es ser lanzados al aire desde los brazos de papá.

 Unos vivimos esa realidad, pero hay otros muchos que viven una muy diferente, aprenden a ser adultos desde niños, el brillo de sus ojos es opacado, nadie les escucha llorar y quienes lo logran, hacen oídos sordos la mayoría de las veces. Sus caprichos no son cumplidos, simplemente silenciados, porque saben qué, no les importan. Y ahora les pregunto: ¿Quién pide venir al mundo? ¿Quién puede escoger su familia? Nadie, absolutamente nadie lo hace, nacimos sin pedirlo y vivimos en el seno familiar que por azar del destino nos tocó.

Quiero resaltar, que aunque haya muchas personas que se sensibilizan ante la situación de la explotación infantil, muy pocas son las que logran hacer algo. Debatir sobre el tema cristaliza muchos ojos, hace a muchos reflexionar, pensar en sus hijos, pero ¿Dónde está la verdadera capacidad de razonamiento si todo continúa de igual manera? Aún se sigue haciendo caso omiso a todas esas cosas, que solo son importante cuando se habla públicamente.

Cuando el 70% de nosotros dormíamos arropados, con un beso en la frente y mayormente en una cómoda cama. Ellos conocieron el punzante frío del suelo y los peligros de una calle oscura. Mientras nuestros estómagos estaban llenos por dulces, golosinas y gracias a eso nuestra visita al dentista, era más que regular. Los suyos gritaban por alimento y su infamado abdomen no era más que acumulaciones de parásitos infecciosos y  el estomatólogo, ese solo era otro sueño inalcanzable.

El mayor reto que enfrentamos a esa edad era jugar con otros niños, la convivencia con otros infantes a veces nos resultaba estresante. Pero su mayor reto es limpiar mesas, carros, e incluso servir de objetos sexuales sin el más mínimo derecho a queja. Su cabeza tiene un precio, no hay diferencia entre figurines y ellos, todo esto aunque resulte alarmante, es una realidad actual.

Piensen, si la voz de la mujer es apagada muchas veces, imagínense entonces la voz de esos niños, que por más fuerte que griten nadie puede oírlos. Y es increíble cómo aunque sus ojos supliquen por ayuda, son incapaces de negarte una sonrisa. La niñez es imposible de opacar y la pobreza, la explotación no son factores que impidan ese espíritu de vida, que solo los infantes tienen. Ellos siguen ahí, esperando, esperanzados de que alguien les regale su último deseo.



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En el texto hay: un poco de mi verdad

Editado: 07.10.2021

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