Otra vez aquí, caminando sobre los mismos pasos mal puestos. Quitándonos el mismo y viejo polvo del camino, intentando dar consejos a quienes se arriesgan a tomar su propio rumbo, a pesar de tus múltiples gritos de peligro. Y es que a pesar de todo te preguntan: ¿Por qué, si tu seguiste mis pasos?
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- ¿Acaso no me vez? Mírame –escuchas el sonido de una voz desconocida en tu cabeza, esa lleva atormentándote durante días.
-No hay nada –gritas intentando buscar la voz que atormenta tu cabeza.
-Sí que lo hay, pero eres incapaz de verlo, estás demasiado intoxicado para verme claramente –habló la voz y dejó salir una carcajada de superioridad, que sí que tenía.
- ¿Somos uno? –mustiaste con miedo de su respuesta.
-No, estás por tu cuenta.
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Atípica esta manera de romper un estereotipo y es que este por más "popular" que nos resulte, no deja de marcar una pauta en cualquier edad. Jóvenes, adultos, ancianos, todos son propensos a formar parte de él. Mi intención estámuy lejos de que piensen cuales son los daños que provoca cualquiera de las adicciones, porque eso todos lo saben y a nadie le interesa. Pero, si no es su salud por lo que temen, entonces: ¿Qué objetivo tiene que sigan viviendo?
Nos pasamos la mayoría del tiempo descartando nuestras opciones, con el objetivo de alargar nuestra estancia, volvemos desechables las variables que nos puedan hacer daño. Y es que solo un suicida con la mente demasiado jodida como para pensar, se lanza frente a un auto. Sin embargo, poner un stop a un vicio, que al final, tiene el mismo resultado que aquel loco suicida del que hablaba solo que a largo plazo y que daña a más personas, resulta misión imposible.
Cuando estás al final del agujero y realmente jodido, es cuando quieres una soga que te saque del pozo. Sin embargo, déjame decirte, que no va a ir nadie a sacarte de ahí. Una sonrisa de compasión y las lágrimas quizá, de quienes aún te quieren, es todo lo que recibirás, nada más.
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Cuando preguntas a las personas que sufren de adicciones: ¿Por qué lo haces? Unos encogen sus hombros, otros responden "me gusta", aunque a esta altura ya no sé qué pensar. En mi cabeza no cabe la opción del gusto, sino que para mí, sus pulmones se han vuelto demasiado tóxicos,como para sentir cierto placer. Su garganta está tan quemada, que el sabor del alcohol le es indiferente. Estar en el espacio, es tener drogas en la sangre haciéndote volar, y digo algo: esa vida no es la que quiero para mí.
¿Por qué tú eres incapaz de decirte eso? No seas conformista con lo que tienes. Porque todo no es más que una ilusión, creada por tu cerebro. Él se convierte en un lugar donde nadie puede herirte, donde tú eres invencible y el mundo se arrodilla a tus pies, estás en la gloria y yo he venido a despertarte, o tal vez a hundirte más, eso aún no lo sé.
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Ese traje de acero que es el más poderoso mientras estás dopado, se convierte en balas cuando chocas con la realidad. Porque esa no se detiene por ti y mucho menos por tus decisiones. Pero en ese instante, cuando estás sobrio, cuando la persona que está frente al espejo es tu versión más destrozada y vulnerable.
En ese momento no vas a andar buscando un libro que te diga que: ¡Si tienes una segunda opción! En ese entonces solo te vas a quedar ahí, de pie, frente a ese reflejo que odias ver, pero que debo decirte, tú mismo has creado. Ahora, por miedo a enfrentar lo que hiciste vuelves a buscarle a él, esa voz con la que antes discutías y que te dejó solo, pero a la que te volviste adicto (a) sin saberlo. Y por más que todos te digan que no lo tomes, que no lo inhales, que no lo degustes, aun así lo haces, buscando "arreglarte".
Lo peor que les sucede a los adictos, no es el hecho de dejar su vicio. Lo peor para ellos, es que les recuerdes quién eran y que queda de él ahora. Eso que antes era "diversión", hoy es tu botón de autodestrucción, ese mismo que estás presionando sin darte cuenta.
Hay quién dice: "lo he hecho toda mi vida y hasta hoy estoy bien", y no saben cómo se engañan a sí mismos.¡Porque no están bien! Su organismo está rompiéndose, pero tan lentamente que no soncapaces de percibirlo. Y entonces cuando cae al precipicio, cuándo se le cierran las puertas, y ya no puede cargar más con el peso de su hipnotismo le gritas al resto, MÍRAME.
Pd: Si no pudiste parar tú, nadie va a hacerlo por más que le grites, no van a mirarse en tu espejo. Conviértete en algo que valga la pena seguir y no en alguien que necesite gritar para ser escuchado.