Mentiras

Miedo a las tormentas

La oscuridad cayó encima, creo que quedarme un par de horas extras estudiando en la biblioteca no había sido la mejor de las ideas, aún era temprano, apenas eran las 7 de la tarde, pero aun así se sentía tétrico estar en esa escuela donde lo único que se escuchaba era el fuerte sonido del viento. En la salida me encontré con una figura familiar, este solo estaba de pie observando la lluvia que había comenzado a caer con algo de fuerza y creo que al igual que yo no estaba preparado para quedar empapado. O solo estaba petrificado. Al parecer no noto mi presencia, este solo veía al cielo, en sus ojos lograba ver algo de terror. “miedo a las tormentas” dije para mí misma y estaba en lo cierto, este brinco algo aterrado luego de un trueno que se escuchó a lo lejos.

  • ¿Estás bien? -Me atreví a preguntar al verlo tan nervioso, lo entendía pues a mí me aterraban los lugares pequeños. No soportaba los armarios de limpieza.
  • Si. -Mis labios mostraron una sutil sonrisa ante el evidente temblor en sus manos.
  • No tiene nada de malo sentir miedo a veces, todos lo sentimos. No hace falta que te hagas el fuerte conmigo. No le contare a nadie. -Este giro hacia mí, sus ojos eran aún más hermosos. – Es tarde, pero puedo acompañarte un rato hasta que decidas irte ¿Sí?
  • Claro, eres Annie ¿Cierto? -Asentí con un movimiento de cabeza. – Puedo llevarte a tu casa, mi auto está en el estacionamiento. -Cierto, había olvidado que es un niño rico con auto.
  • Acepto, no quiero coger un resfriado el primer día de clases. Pero antes. -Sostuve a este desde la manga de su chaqueta. - ¿Seguro estas bien?
  • Lo estoy, solo odio un poco la lluvia.
  • Es algo irónico cuando vivimos en uno de los lugares más lluviosos del país. -Aquel comentario provoco una risa en el contrario.
  • Buen punto. Si, buen punto. – Dijo este con una sonrisa en sus labios. - ¿Vamos?
  • Claro.

 

Su auto estaba tan solo a unos pasos más allá, no entiendo por qué continuaba aquí cuando pudo haberse ido hace rato. Aunque supongo que debo darle gracias al destino porque así no tendré que caminar a casa y quedar empapada hasta las botas. Subí justo antes de que la lluvia se volviera más intensa, desde mi mochila saque mi teléfono, el nombre de mi madre estaba en la pantalla con varios mensajes de su parte, espero no piensen que termine en alguna zanja.

 

Le explique sin muchos detalles la situación y él porque estaba tardando tanto en llegar a casa. Dylan puso algo de música, para mi sorpresa esa canción que tanto amaba, sin darme cuenta comencé a cantarla, esboce una sonrisa al sentir sus ojos sobre mí, gire apenas la vista dedicándole una sonrisa. El camino estuvo en silencio, un agradable silencio, tan solo la música sonando en el interior del vehículo.

 

Llegamos a casa en tan solo unos minutos, la lluvia era algo más intensa y los truenos comenzaron a resonar con más fuerza en el cielo, lograba sentir la tensión en él, sus manos apretando con fuerza el volante, en sus manos resaltaban algunas venas gracias a la presión que estaba haciendo, sus nudillos estaba algo más pálidos.

  • Dylan. -Lo saque de su trance, sus ojos estaban aguados. – Sh tranquilo. No te voy a dejar, respira y cuenta hasta diez cada que inhales. -Este asintió con un movimiento de cabeza, mi madre había hecho eso conmigo algunas veces y esperaba que a él le ayudaran. Retire una de sus manos del volante con algo de dificultad gracias a la fuerza que el mismo estaba haciendo. Tome está dejando sutiles caricias, era suave y estaban exageradamente frías. - ¿Quieres pasar a beber chocolate? -Aquella pregunta salió fugazmente de mi boca, ni siquiera había pensado.
  • Me gustaría. – Dijo este sin quitarme los ojos de encima.

 

Mis padres no dejaban de ver a un asustado Dylan que se veía demasiado incomodo al estar en la casa de una persona con la que jamás se había dirigido la palabra, mis amados padres estaban en un rincón de la cocina viéndolo de forma fija, como si lo estuvieran estudiando, era escalofriante, el por su parte no dejaba de mover su pierna, estaba temblaba y temblaba debido a todos los nervios que tenía, ahora creo que su miedo se debe a otra cosa, estaba siendo intimidado por dos adultos. Aunque yo bien sabía que solo se trataba de una mala broma por parte de ellos, no eran de los que juzgaban a las personas, solo les gustaba hacer demasiadas bromas. Rodé los ojos poniendo estos en blanco antes de dejar la taza de chocolate frente a él, fulminando a ambos con la mirada, les hice un gesto para que se detuvieran.

  • Ya ¿Quieren dejar de mirarlo como si fueran perros guardianes? ¿No tienen nada más que hacer?
  • ¿Sales con mi hija? -Dijo mi padre, tan serio que por un momento creí que hablaba en serio, de no ser porque tenía una extraña expresión en su rostro. Dylan en cambio temblaba de lo nervioso que estaba.
  • Papá es un compañero de mi clase que necesitaba algo de compañía, es todo. – Tome asiento frente a él, mordí mi labio inferior un momento. - Ni siquiera somos amigos. -Susurre aquello último, pero al parecer él lo escucho pues pude ver una mueca sobre sus labios.
  • Creo que ya debería irme. Gracias por el chocolate y la compañía.
  • Claro, te acompaño afuera. – Les enseñe la lengua a mis padres mientras caminaba con Dylan hacia la salida de casa. – Espero llegues bien, maneja con cuidado.
  • Si, gracias por todo Annie. – Alce mi mano para despedirme de él, solo ingresé a casa una vez que lo vi desaparecer por la calle.




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