Mentiras con sabor a realidades

LA MAGIA DE UNA NARIZ ROJA

 

Gerardo, o Gerry, como solíamos decirle, era un chico verdaderamente increíble, era inteligente, agradable, espontáneo y un verdadero amigo.

Lo conocí cuando ambos empezamos a estudiar en la secundaria; él era un chico delgado, alto, de tez clara, cabello rubio y ojos azules, era un verdadero galán y hubiera podido ser novio de cualquier chica en la escuela de no ser porque él era un seminarista, aunque esto no impedía que las chicas  se desvivieran por él.

Desde el principio nos volvimos buenos amigos, tenía una extraña forma de ver la vida que siempre era sumamente optimista y positiva, él decía estar enamorado de la vida y que ésta le correspondía. A decir verdad, si he conocido a alguien a quien pudiera llamar santo, estoy seguro que sería Gerry.

Tras terminar de estudiar la secundaria cada uno sigue su camino separado, aun así, él y yo seguíamos manteniendo comunicación y siempre que era posible intentábamos vernos y ponernos al corriente de nuestras vidas.

La última vez que salimos él llevaba puesta una nariz roja de payaso. A mí me pareció algo totalmente ridículo, pero él la usaba con orgullo y no temía caminar por la calle usando ese adorno tan particular pese a que las personas lo voltearan a ver sumamente extrañados. Cuando le pregunté cuál era el motivo de usar la nariz roja, me contestó con una gran alegría y lleno de emoción por qué se lo pregunté.

-Esta nariz es mágica– me contestó con una amplia sonrisa.

-¿Mágica? ¿Por qué dices eso?– pregunté pensando que se trataba de uno de sus juegos.

-Es verdad, esta nariz es mágica y milagrosa, pero si te lo contara no lo entenderías, necesitas experimentarlo tú mismo. Anda, póntela, te la presto– me dijo muy alegremente.

-No, muchas gracias- respondí pensando en lo ridículo que me vería yo usando esa nariz–. Creo que yo paso.

-Está bien Oscar, tú te lo pierdes.

El resto del día Gerry siguió usando su nariz roja acompañada de una enorme sonrisa mientras yo me sentía algo apenado al ver cómo las personas volteaban a vernos a causa de aquella nariz. Al final del día él regresó a su casa, pues al día siguiente volvería al seminario y yo también seguiría con mi vida.

Pasaron algunos meses cuando me enteré de que mi amigo Gerry estaba muy enfermo y había tenido que ser hospitalizado y, aún peor, los médicos le habían diagnosticado una enfermedad mortal y que no viviría más de seis meses. La revelación fue muy triste y rápidamente fui a visitarlo.

Cuando llegué a su casa lo encontré muy enfermo y postrado en cama, pero aun con su gran sonrisa y con una actitud tan positiva que hacía difícil creer que se trataba de una persona en su lecho de muerte.

Gerry me contaba que no se sentía triste por su enfermedad y que siempre ofrecía su sufrimiento por todos sus amigos y que lo que más extrañaba era estar con sus compañeros en el seminario.

Gerry y yo teníamos solamente 21 años de edad, él se encontraba a punto de terminar la primera parte de su formación en el seminario y yo aun estaba estudiando la carrera de Derecho. Gerry siempre había mostrado un profundo amor al seminario y estaba totalmente decidido a convertirse en sacerdote. Yo me preguntaba ¿Por qué Dios le truncaba así su sueño si se trataba de algo que, incluso, sería bueno para Él? Pero Gerry siempre me decía que no dudara y que tuviera fe, que Dios sabía el por qué de las cosas.

Pese a los pronósticos médicos Gerry siguió vivo más allá de los seis meses que habían predicho los médicos pero aún así su situación seguía siendo muy grave y le era imposible reanudar su vida en el seminario. Sus compañeros del seminario al igual que el resto de sus amigos lo visitábamos siempre que podíamos.

Un día mientras estaba en su casa de visita, Gerry me mostró una vez más la nariz roja que había usado la última vez que ambos habíamos salido juntos.

-¿Recuerdas cuando te dije que esta nariz era mágica?– me preguntó él–. Pues resulta que es esa misma magia la que me ha permitido vivir tanto tiempo.

-¿A qué te refieres?

-Como te dije aquella vez, no puedo explicártelo, solo lo entenderás cuando lo experimentes, por eso quiero que tú tengas esta nariz y sientas su magia- Gerry puso en mis manos el pequeño objeto de plástico y luego continuó–. Mi momento de morir está cerca, así que quiero darte esto.



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En el texto hay: fantacia, fe, amistad y amor

Editado: 16.04.2018

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