Narra Noe
Estaba congela, mi cuerpo no quería reaccionar y escapar de esta situación. El parecía interesado en hablar conmigo, pero yo de ninguna manera lo haría.
De la nada sentí como alguien me jalaba lo mas lejos posible de aquellas dos personas. Percibí como mi cuerpo chocaba con los de otras personas, pero no le di importancia. Mi menta era un lio.
- ¿Nao? - Una voz lejana pregunto. – Hey contesta, no me espantes. – Volví a escuchar.
Pero seguí ignorándola. Me sentí mal. ¿En verdad parezco tan horrible como para querer esconderme? ¿En verdad alguien me rechazaría solo por unos kilos más? ¿Solo por no parecerme a las demás chicas?
Entonces una extraña sensación empezó a crecer dentro de mí. Era como si me tuviera repudio, como si odiara el simple hecho de ser yo.
Parece gracioso como la opinión de un desconocido, puede cambiar la forma de verte y amarte.
Las palabras no salían por mas que intentara decir algo.
- Nao - Me volvió a llamar.
Alce la mirada, observe a la chica frente de mí, su figura, sus ojos, sus labios. Todo era jodido perfecto en ella.
Entonces me vi...
Mi postura, mis curvas, mis cachetes. Todo en mi lucia jodidamente imperfecto.
Me enoje, sin saber hacia quien era dirigido este sentimiento, ella no tenía la culpa, tampoco él. Solo yo era la culpable.
- Estoy bien- Respondí al fin. – Lo siento, me dejo impactada lo guapo que es. -Mentí.
- Vaya si que te dio una primera buena impresión- Me codeo.
- SI- No me atreví a decir lo que en verdad pensaba o como me sentía. Guarde todo eso para mí. A nadie le importa saber.
- Vamos con las chicas- Sonrió.
Nos dirigimos con ellas, Mariana les platico lo sucedido e insistían en que esta interesado en mí. Lo que me pareció ridículo.
Vi como tenia la mirada en ella. Tal vez lo imagine o tal vez no.
No sabía porque me sentía de esta forma, pero solo quería que guardaran silencio por una vez en su vida.
- ¿Qué sucede? - Me pregunto Ana.
- Nada- Solo quiero ir a casa. Quiero alejarme de las personas.
- ¿Enserio que te sucede? – Insistió.
- Nada- Repetí un tanto molesta.
- ¿Dime? – Insistió. de nuevo.
- ¡QUE NADA! – Grite de repente sorprendiendo a todos. - ¿QUE QUIERES QUE TE DIGA? – Todas estaban sorprendidas por mi actitud.
- SOLO TE ESTOY PREGUNTADO- Grito en respuesta.
- NO QUIERO QUE LO HAGAS. NO QUIERO TU MALDITA ATENCION.
- ¿QUE ES LO QUE TE PASA? -
- Cálmate- Intento razonar Esperanza.
- No me pidas que me calme, no cuando no sabes como me siento. Simplemente no lo hagas. – Dije con voz entrecortada, la vista se me empezó a nublar y supe era momento de marcharme.
No sabia a donde iba, pero solo me fui. Sali del colegio aun sabiendo que más tarde me causaría problemas. Pero no me importo en absoluto.
A lo mejor era el día, el clima, las personas, pero me sentí la persona mas desafortunada del mundo. Como si de la nada me cayera el veinte de lo asquerosa que era mi vida. De la mala persona que era.
Ahí me tenían, caminando en una calle desolada, sin amigos, sin hermanos, sin padres y sin un perro que me ladre.
Algo chistoso pero cierto para mí.
Llegue a casa e ignore a todo aquel que se atravesara en mi camino. No tenia humor de malas miradas o comentarios sarcásticos.
Me cambié, comí y recosté en mi cama.
Todo esto es una mierda.
Mama estaba mal, la situación no mejoraba para nadie. No lograba concentrarme en nada. Todo en contra mía.
Me pregunto qué gran pecado abre cometido en mi vida pasada, para sufrir tanto en esta. Tal parece que nunca lo sabre.
El sonido de alguien tocando la puerta me regreso a la realidad.
- Pasa- Dije
- Tenemos que hablar- Dijo mi hermana mientras entraba y cerraba la puerta.
- ¿Qué pasa ahora? -
- Es mama- Lo sabía. - Tal parece que esta empeorando.
- Ya lo sé. -
- NO. No lo sabes. No se en donde tienes la cabeza, pero tienes que volver a tu realidad. Esta es tu vida. Que te juntes con niños rico no significa que dejes de ser quien eres.
- Basta- La pare. Tenía razón en todo, pero no quiero escucharlo ahora.
- Madura de una vez por todas. – Soltó antes de marcharse.
Sentí demasiada presión en mi cuerpo. Como mi cuerpo pedía descargar el enojo que oprimía. Me ubiqué en la orilla de la cama y me sostuve la cabeza. El peso en mis hombros se hizo mas pesada.
Suspire y me cambie a ropa deportiva. Sali de casa decidida a correr. Cosa que no hacia muy seguido, solo cando quería soltar mi frustración.
Me puse los audífonos para empezar a trotar para luego correr mientras escuchaba Kevin Kaarl- Colapso.
Corrí como si mi vida dependiera de ello, como si quisiera dejar todo atrás, como si quisiera escapar. Tal ves lo quería. A pesar de no estar en forma tenia buena resistencia.
Un mensaje llego a mi teléfono y lo abrí. Era el.
- Hola- Era todo. Algo simple.
- Hola- Conteste de vuelta.
- Creo que te vi hoy. – Mis latidos aumentaron y no por causa del ejercicio.
- ¿Enserio? – Los nervios empezaron a hacerse presente.
- Eres muy bonita. – Las manos me empezaron a sudar.
- ¿Lo crees? - No sé, pero alguna razón presentí que algo andaba mal.
- Si tu piel bronceada te hace ver un poco californiana.
Me congele. sentí incluso como mi respiración paro.
Él hablaba de ...
Mariana.
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