CAPITULO 11
Narra Noe
Me siento cansada. No solo física sino mental y emocional.
Mi cuerpo no para de temblar. Mi mente no deja de dar vuelta. Y me siento como una mierda.
- Nao- Me llaman.
- Dime. - Respondo tratando de actuar normal.
- ¿Te pasa algo? - Me examina en busca de alguna respuesta.
- Estoy bien. - Le doy una sonrisa. La sonrisa mas falsa y natural que puedo.
- ¿Está segura? - Vuelve a preguntar.
- Estoy tan bien, como si estuviera en el paraíso. – Mentira…
A lo largo de mi corta vida, he aprendido que a nadie le importa como te sientas. Pretenden darle importancia, para luego lastimarte.
Y es que están jodido, todo esto. Es irónico…Porque necesitamos hablar, desahogaros con alguien. Pero no puedes hacerlo por el simple hecho que, luego utilizan todas las cosas que compartiste en tu contra.
Y no hablo de desconocidos. Porque, hasta tu propia familia en ocasiones, saben de tus heridas más profundas y no se detienen a la hora presionar mas la herida.
- ¿Qué paso? No has dicho nada sobre lo de ayer- Pregunta con cierto tono de preocupación Ana.
- Armando no esta sobre ti hoy. – Espeta dani
- Ayer…- Los recuerdos de todo lo sucedido me deja sin ganas de hablar. – Sucedieron tantas cosas, que no se por donde empezar.
- Tal vez por el principio. – El sarcasmo de Esperanza no ayuda mi estado.
- Estábamos hablando- Continuo- Y le dije que ya no tengo ningún interés en él. Al principio me sentí mal, él ha estado arriesgando tanto por mí.
- ¿Entonces?
- El no lo tomo bien. - Las tres cruzaron miradas- Y empezó a decir muchas estupideces, el se alteró, yo me altere. Empezamos a discutir – Continuo- La verdad agradezco que sucediera de esa forma, sino nunca hubiera conocido su verdadero rostro. Creí que lo estaba lastimando.
- No estoy comprendiendo nada.
- ¿Saben? Me sentí como una mierda estos días- Suspiro controlando mis emociones- Me recordaba el hecho de engañarlo. De alguna forma le tenia un cariño. Pero ayer…el me demostró el patán que es. Y no solo eso, también se sintió tan digno y con tanto poder sobre mi que me abofeteo.
- ¿Te golpeó? – Se llevo las manos a la boca sorprendida.
- Si…pero eso no fue lo peor. Intento abofetearme de nuevo, pero en ese momento Masai apareció.
- ¡¡¡Dios!!!- Expresaron al uniso.
- No sé en qué momento me encontró, cuando lo note. Era porque ya sostenía a Armando.
Las emociones volvieron a mi. Y sin querer comencé a llorar. No es que quisiera llamar la atención, solo necesitaba liberar lo que tenía dentro.
- Tranquila. - Dijeron en un intento de calmarme.
- Dijo tantas cosas. Que pienso que son verdad. - Confesé entre llantos.
Armando era un buen amigo, a pesar de tener lo que teníamos. Confiaba en él.
Pensaba que si todos me daban la espalda el sería el único que no lo haría.
Y es que el solo recordar su mirada. La forma en la que demostraba su interés. Me hacía sentir como una tonta.
Una tonta por creer en el. Tal vez, me vea como una hipócrita.
Después de tranquilizarme, decidí darme un espacio. Por lo que me escondía en la biblioteca. Aquí nadie, preguntaba nada.
Me dispuse a leer algo. Pero por más que lo intentara no lo lograba. Las palabras no tenía sentido.
Pase un par de horas ahí. Cuando decidí que era el momento de regresar a clases, me dirigí al salón.
Todos se encontraban en sus asuntos, por lo que, ni notaron mi ausencia. Tome asiento en algún lugar vacío del fondo.
Prendí el teléfono, que hacía hora no ubicaba.
- Buenos dias- Su mensaje estaba en primera plana.
Me sentí tan, pero tan mal que me tomo minutos escribir un siempre saludo de vuelta. Los mensaje anteriores de el, sonaban muy preocupados.
¿Que esperaba? Un día le confesé que me gustaba y al otro desaparecí por completo.
Apague el aparato y observé mi alrededor. Las chicas no estaban por ningún lugar, por lo que asumí que estaban en la cafetería.
Segundo después Ana entro por la puerta y se acercó a mi.
- Hey ¿Cómo estás?- Saludo.
- Mejor -
Platicamos sobre el como me sentía, mientras el resto regresaba.
-¿Me prestas tu teléfono? - fruncí el ceño ante la pregunta.- Necesito una llamada.
Tome el aparato y se lo entregue. Le enseñe la contraseña y la vi levantarse marchar.
Pasaron minutos y no regresaba, empezaba a preocupar.
Tenia cosas que no podía ver.
Aún si tener ninguna señal de ella, decidida fui en su busca. No tarde mucho en encontrala. Mi sopresa fue que no estaba sola.
Armando la acompañaba. Ambos concentraban toda su atención en el objeto que se encontraba en sus manos. Que no notaron mi presencia.
Me acerque más, para ver qué era lo que tanto llamaba su atención.
Mi teléfono...
Se encontraban revisando mis mensajes. Para ser más específica. La conversación que tenía con Masai.
- ¿Que hacen con mi teléfono? - Levantaron la mirada de inmediato, sorprendidos por mi presencia.
- Nao, yo...- Intento explicar Ana.
-¿Porque el tiene mi teléfono, si te lo di a ti?- Exprese molesta.
Sabía que estaba sucediendo, pero una.oarte de mi, no quería confirma que una de sus amigas estaba apoyando al tipo que me abofeteo y denigro como persona.
Pero era evidente en las acciones de ambos.
- ¿Buenos días?- Se mofo armando.
- No te interesan mis asuntos- Me defendí. Controlando mi irá.
- Pensé que eras diferente, pero terminaste siendo una cualquiera como más demás.- Se burlo de mi.
Su expresión era completamente diferente. El había cambiado de la noche a la mañana.
- Solo dame mi telefono- Pedí en un susurro.
La vergüenza se apodero de mi.
- Acércate y quitsmelo- Me reto.
Las personas al rededor empezaron a notar la situacion. Pero en lugar de ayudar, solo me miraban.