Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Uno.

°UN ESCAPE°

 

Bremen, 1815.

En un negocio mal hecho y perder su fortuna en el intento, el Duque Edward Belwoot queda en quiebra. No esperaría que toda Alemania se enterarán de su gran fracaso, pero decae al darle esa noticia a su familia.

-No voy a esperar a que toda la región se enteré ¿Qué vamos a hacer? Edward ¿Cómo confiaste al entregar todo lo que nos quedaba en ese negocio?- Se preocupaba su esposa Meredith.

-Querida, ya he pensando en eso, sé que no te gustará lo que te voy a decir- Le dijo con angustia, mientras la tomaba de los brazos, haciendo que parará su nerviosismo de caminar de un lado al otro.

-¿Qué es padre? ¿En qué piensas?- Intervino Jasmine, su hija unica.

-Entré todas mis propiedades, no perdí una casa de campo, ahí nadie sabrá quines somos y la sociedad sólo sabrá que nos fuimos a vivir a otro lugar.

-¿Qué? ¡No! ¡No! ¡Todo menos el campo!- Su madre desespero, rompiendo en llanto.

Edward estrecho a su mujer contra su pecho, en un abrazo que dejará que su mujer sollozara. Meredith no quería volver al campo, por una gran razón que quería olvidar, además su vida estaba hecha llena de lujos y sociedades y entonces su vida cambio de la noche a la mañana. Ya no habría lujos, tampoco personas que le sirvieran a su gusto.

-Madre, todo va a estar bien- Jasmine intento consolar a su madre.

Pero Meredith le dio una mirada nada cariñosa y se fue corriendo a su habitación. Edward al ver eso, vio como su hija tenía un brillo triste en sus ojos, así que la abrazo. Ella no tenía la culpa del pasado, pero había descuidado el hecho de mantener la vida pasada de su mujer Meredith lejos, ahora tenía que obligarla a volver a su oscuro pasado y con ella arrastraba a su amada hija Jasmine, quien ahora en adelante iba a pagar una culpa ajena que no podría evitar ¿Acaso la vida sería tan cruel con ella?

************************

-¿Están listas?- Pregunto el hombre, pasando a reunirse con su hija y su esposa en su habitación.

Las dos damas asintieron con la cabeza, una más dudosa que la otra, pero entonces el hombre dio empiezo el plan que tenía en mente. Una estrellada noche era la que esperaban afuera, iban a escapar temprano, para que no se enteré toda Alemania y mucho menos los sirvientes que se mantenían fieles a ellos hasta esos momentos.

Edward salió con ellas por los pasillos del servicio, para que nadie los viera escapar, llegaron a la carroza que los esperaba, con baules que contenía lo poco que se llevarían al campo. Jasmine recogió los pliegues de su capa para poder subir al carruaje después que su madre y con su padre al mando del carruaje. Partieron al campo, que iba a tomar medio día de viaje sin parar.

Jasmine dirigió sus ojos a su madre, que estaba frente a ella, desde el día de ayer su madre no se había dignado a mirarle, Meredith, su madre quien fue la más cariñosa y como una mejor amiga, estaba molesta con ella, pero Jasmine no la comprendía, suponía que estaba molesta por el cambió de vida. Pero estaba muy equivocada.

A ella le importaba un poco dejar la ciudad, ella siempre veía las cosas positivas de las situaciones, por lo menos lo intentaba. Con eso evitaría ir a las fiestas de la temporada, la hipocresía de la aristocracia y sobretodo los estúpidos modales. Pero, sus pensamientos giraron hacia su mejor amigo que iba a dejar atrás, ese castaño con ojos como el cielo celestes, lo iba extrañar, en ese instante se oprimia su pecho en una nostalgia que la desarmaba. Vio a la ventana, donde reflejaba apenas que el día empezaba, intentando guardar lo más que podía el camino que dejaba atrás.

¿Qué la esperaría alla? ¿Acaso volvería a ver a su mejor amigo Evan? ¿Qué sería de ella en el campo? ¿Todo estaría mejor?

Unos nobles que perdieron su dignidad y su titulo tras una falla ¿Seria diferente?

Todos los interrogantes la albergaron mientras sus párpados pesaron sin más, haciéndola dormir. El sueño pudo más que ella, ya que toda las pocas horas que la dejaron dormir no pego un ojo, sólo se limitó a escribirle una carta de despedida a su mejor amigo Evan y luego vino su padre avisando que ya era hora. Todo esto la había dejado cansada, pero no pudo descansar hasta ese entonces.

Sin darse cuenta, su madre miró hacia su dirección, repasando las fracciones de su hija dormida, ese cabello negro como la noche y esos ojos plomos detrás de sus parpados y entonces por la mente de Meredith pasó los recuerdos de ese martirio que llevaba escapando desde hace años y entonces odio esa cara que estaba frente a ella, su mente parecia distorsionar poco a poco su mirada hacia su hija, por que con esos rasgos lo recordaba ¿Eso podría cambiar? No, su corazón ya estaba cegado con el más puro odio y eso no cambiaría hasta que salga nuevamente del campo. Una locura que era retenida por lujos, ahora se desencadenaba al perderlo todo y necesitaba un culpable.

Un culpable que tendria que ser su blanco.

A menos que pueda regresar en el tiempo, tanto la juventud y la ostentisidad se fueron de sus manos, pero ¿Por qué su hija parecia tan llena de vida y se distorsionaba como alguien ajeno?

- Señora ¿Se encuentra bien?- la voz de la criada que las acompañaba la sacó de sus pensamientos.

- Oh, no, solo veia a Jasmine dormir.

- Oh, si.

Los ojos de Meredith no eran calidos, incluso la razón de que esa criada viniera con ellos era un gran proposito. 

Volver al campo Bockland removeria el secreto en aquellos corazones que querian olvidar, pero seria inevitalbe volver ahi. ¿Pero habría otra esperanza? La vida de Jasmine empezaria a colgar de un fino hilo de suerte.

No habia vuelta atras, no si su marido no recuperará lo que había perdido y eso estaba lejos de ser. Tal vez su única salvación sería su hija Jasmine, pero Meredith estaba lejos de pensar eso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.