Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Tres.

°CONOCIDOS°

 

El hombre bajo de su caballo y se acercó a Jasmine, agarrando la cuerda de su semental en su mano. Por un momento quedó hechizado por esos ojos gris que tenían un brillo de alegría sincero, algo que no veía casi nunca entre la aristocracia, pero entonces volvió a la realidad.

Pero en el mundo de Jasmine, le afectó el hecho de no comer en el hospital y utilizar sus pocas fuerzas en escapar, su cabeza empezó a dar vueltas, sus rodillas en temblar y entonces su cuerpo se desmayó. El hombre actuó rápido y logró atrapar el cuerpo de la joven antes que toque en suelo. Él no se definía como canalla para dejarla tirada, en medio de esta tormenta, así que la montó en el caballo y cabalgo con Jasmine hasta su residencia.

Esto había resultado ser algo raro de ver, ya qué el hombre se le conocía como un ser sin corazón, ni piedad, pero sólo por la lluvia ella era la excepción. ¿O acaso tuvo un sentimiento de misericordia? 

Los criados cuando lo vieron a entrar se preguntaron quién era la joven que cargaba entre sus brazos, si antes de salir el amo a revisar sus tierras no lo veían acompañado de nadie.

— ¡Clementina!— Llamó el hombre, cuando la mujer mencionada se acercó a él— Lleve alcohol, algodón y agua a mi habitación.

— Si mi Lord— Desapareció la criada.

Harvey llevo a Jasmine a su habitación y dejó que Clementina  hiciera su trabajo, curando a la muchacha que había encontrado. Teniendo curiosidad sobre ¿Quién era la joven que descansaba sobre su cama? Estando fuera de la habitación, pensó y acordó como estaba vestida, aunque ese vestido no era fino, parecía delicada con sus movimientos. No, sólo era una campesina ¿Pero por que le daba tanta curiosidad?

— Oh, Harvey ¿Por qué esa cara? ¿Pasó algo?— Se preocupó Lady Estela, quien pasaba por ahí cuando vio a su sobrino con esa expresión.

— No, no tía, sólo ayudé a una señorita que se desmayó— Le informó, levantando la cabeza y pasando sus manos por la cara.

— ¿De quién se trata? ¿Está en esa habitación?— La señora tuvo curiosidad, señalando con su abanico la puerta. Pero no espero respuesta cuando se apresuró a entrar.

— Tía no... por favor— Harvey intentó detenerla, pero la dama ya estaba a un lado de la cama, demasiado cerca para poder contemplar a una Jasmine descansando. Lady Estela abrió la boca levemente, con sus cejas levantadas.

Esos labios, ese cabello de la muchacha... No fue por su belleza, sino su ser se impactó al encontrarla conocida ¿Pero de dónde? A ella no se le escapaba una cara, su mente era flexible en ese aspecto.

— ¿Dónde la encontraste?— Preguntó a su sobrino sin despejar los ojos de la chica.

A Harvey la miró incrédulo, pues su tía no era fácil de impresionar, además de la expresión era curioso poder saber.

— Deambulaba en nuestras praderas— Contestó, queriendo saber por que su tía se interesó de repente.

En la mente de Estela giraba la idea que algo era sospechoso, pero cambio su posición por que su sobrino estaba presente. Sonrió y camino a la salida.

— Bien, quiero que cuando despierte, coma algo con nosotros— Ordenó respecto a Jasmine.

— Está... bien— Acotó Harvey incrédulo.

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Jasmine abrió los ojos poco a poco y se sorprendió lo cómoda que estaba su cuerpo, pasó su mano por las suaves sábanas que la envolvía y entonces se dio cuenta que esto no era lo qué esperaba. Se levantó y paseo sus ojos sobre la habitación, no sabiendo que hacer ¿Escapar? No había pensado que iba hacer después de escapar del hospital, pero tenía en claro que no tenia que hacer evidente quien era, nadie tenía que saber que era Jasmine Lilian Belwoot, hija de un Conde, eso lo tomarían como si estuviera extraviada y eso lo menos que quería, que la devuelvan a la familia que la abandonó eso era lo último que pasará.

De pronto la puerta se abrió y entró el hombre que había visto antes de decaer, sus nervios regresaron y temía la seriedad de esos ojos verdes que la miraban ¿Qué le haría?

— ¿Cómo se llama? Señorita— Una voz profunda, no muy suave ni tan gruesa, rompió el silencio de la habitación, dirigiéndose a la muchacha sentada en la cama.

— Yo me llamo...— Respondió insegura, pero de acuerdo que ya no era Jasmine ahora—… Me llamo Liliana Herrero.

Mintió en su apellido, pero en ese momento lo veía seguro, hasta poder escapar de nuevo. Luego pensaría que hacer para mantenerse a si misma en el mundo.

— Bueno Liliana ¿Me puede decir que hacía en mis tierras?— Pregunto Harvey, paseando de un lado al otro frente a la cama.

— Me perdí— Dijo Jasmine lo primero que vino a su mente.

— ¿De dónde es? Por que supongo que venías de un cierto lugar, acaso ¿Eres una chica perdida de la aristocracia?— Quiso indagar si sus suposiciones eran verdad.

— No, claro que no... yo sólo soy una muchacha del campo, perdón si me introduje a sus tierras sin saber— Jasmine se puso nerviosa, sentía que el hombre en esa habitación sospechaba algo, destapó su cuerpo de las frazadas, queriendo irse, pero no encontró su vestido viejo en algún lado— No volverá a ocurrir, se lo aseguró, ahora... quisiera retirarme.

— Si busca su ropa, voté al fuego su vestido viejo— Le comunicó Harvey,  al mirarla a los ojos.

— Pero... era lo único que tenía— Se congojo Jasmine, viendo su cuerpo solo con un camisón blanco hasta los tobillos. Notando ese detalle, se metió de nuevo a la cama— Disculpe señor mi error, pero necesito que vestir, por favor.

Harvey dio una pequeña sonrisa hacia un lado, por como la muchacha había saltado hacia la cama como si fuera un conejo, la veía, su cabello ondulado negro como la noche caído sobre sus hombros, sus labios delgados, que sin necesidad de un labial, estaban rojos, junto con sus mejillas de un tenue enrojecimiento, hasta que subió hacia los ojos grises, que antes expresaban la alegría más pura, ahora estaban preocupados.




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