Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Once.


°MALAS INTENCIONES°
 

 

Con la guerra ya declarada, Jasmine y Harvey se molestaban constantemente, más Estela no se daba cuenta del juego que tenían los otros dos, solo seguía su horario, en las mañanas salir a pasear, en las tardes tomar una siesta o tomar té con sus amigas, por un tiempo no le tomó demasiado en cuenta la presencia de Jasmine. ¿Pero quien sabe? Se dice que las tormentas se hacen esperar y te atrapan cuando menos te lo esperas.
 

—Oh, pero mi amiga Susana va ah venir— Dijo Estela terminando de leer la carta que le había llegado. Después se giró a la dirección de Jasmine— Vamos muchacha, ve a comprar esos pasteles que tanto me gustan.
 

—Pero milady...— Jasmine había escuchado que a ella le gustaban esos pasteles únicamente aquellos que venían a de la panadería de la cuidad, el problema era que no había salido desde que llegó y no conocía ningún lugar de Rusia.
 

—Apura, que mi amiga llega en dos horas— Estela le saco de la habitación, sin dar otra opción.
 

Jasmine iba hacia la cocina a ver si alguna de sus compañeras podían ir en vez de ella, pero todas estaban ocupadas preparando sus deberes.
 

—Sólo te pido este favor ¿Puedes?— Le rogaba a Lorena en medio del comedor, donde estaba poniendo el mantel.
 

—No Liliana, tengo mucho trabajo— Le negó por segunda vez.
 

—No conozco el camino ¿Y si me pierdo?
 

—Sólo hay un camino de regreso e ida, no hay como perderse y la panadería está en el centro del mercado— Le miró a los ojos— Ahora ve que más tarde viene una tormenta de nieve.
 

Jasmine suspiro resignada y fue por su capa y una cesta. Salió por la puerta de la cocina, dirigiendo sus pasos pesados hacia la reja que salía al camino, hasta que fue derribada a la nieve y recibía lamidas en la cara, se dio cuenta que se trataba de un perro encima de ella.
 

—¡Magnus!—El gritó por el nombre del can provocó que este se sentará alado del cuerpo de Jasmine, obediente— ¿A quién derribaste amigo?
 

Esa voz, parecía que era un plan del destino contra ella. Se trataba de Harvey con un pelota del perro en la mano y mirándola burlón a Liliana.
 

—Seguro le dijiste que saltará sobre mi— Acusó la chica apoyándose con sus codos sobre la nieve.
 

—¿Por qué haría algo como eso? Magnus es mi perro y es muy cariñoso— Harvey se acercó y le brindó una mano para levantarse, con una inocencia que parecía fingida.
 

Liliana se levantó por su cuenta, rechazando al hombre. El perro a su lado sacaba la lengua y los miraba a los dos, parecía que alguien tenía razón. Pero Jasmine no quiso perder y acaricio la cabeza de Magnus, hablándole de una forma empalagosa.
 

—Que lindo can ¿Qué? ¿El conde gruñón te hacía jugar?
 

Harvey levantó las cejas al escuchar el apodo que le puso la muchacha, dando una mueca a un lado.
 

—Así que ¿Soy un gruñón?
 

Jasmine se enderezo y lo miró a los ojos,— Si, además de orgulloso, canalla que me robó mi libertad.
 

—¿Cómo debería llamarla a usted Liliana?— Harvey la siguió cuando ella ya estaba caminando hacia la salida.
 

—No sé, a menos que también no tenga demasiado cerebro para ponerme uno, milord— Harvey la detuvo con una mano en su brazo.
 

—¿A donde va?
 

—A un lugar que usted no le importa.
 

—Guao, es justo donde yo iba también, me parece que la acompaño— Soltó una pequeña risa cuando vio la expresión que tenía Liliana— No ruegue más, ahora mismo traigo el carruaje.
 

—¿Por qué lo hace? ¿Por qué quiere molestarme todo el tiempo?
 

— Es que ese es mi pasatiempo favorito— Le guiño un ojo y salió a llamar a su mayordomo, cuando el rostro de Liliana se volvía roja por la rabia.
 

Mientras Harvey iba a pedir un carruaje, Jasmine no perdió el tiempo cuando decidió irse y caminar unos cuantos metros lejos de la residencia.
Esperando que el hombre no la siguiera, ya tenía bastante con su presencia. Pero el ruido de un carruaje la alertó
 

—Ya se como llamarte, Liliana—Apareció Harvey, bajando la ventana que tenía su transporte, teniendo caminando a Jasmine unos cuantos metros— Tu apodo será «escurridiza» ya que desapareces con facilidad.
 

Ella decidió ignorarlo y actuar como si un carruaje y el gruñón no estuviera ahí durante un corto tiempo, pero se detuvo cuando vio en una zona alta todo el camino que le faltaba recorrer.
 

—¿Qué le pasa? ¿Ya está cansada?— Harvey no perdía la oportunidad de fastidiarla y el cochero se reía a lo bajo viendo como su amo sonreía con más frecuencia— ¿Quiere subir?
 

Jasmine veía que eso sería más fácil, así que se giró para abrir la puerta, pero Harvey le impidió una vez más.

 

—Pero primero acepté que perdió su orgullo cuando su plan desde el principio era caminar ¿Vale?

 

—Aceptar eso será aumentar su ego ¿Qué piensa? No seré por siempre quien termine humillada, pronto usted será quien termine como yo o peor.

 

Ejerciendo un poco más de fuerza abrió la pequeña puerta y entró sin preámbulos.

 

—Usted es una mujer testaruda y necia, además no entiendo por qué me desprecia si yo la salvé, debería de amarme.

 

—¡Ja! Prefiero mil veces la calle que estar encerrada con un patético conde, no me salvó, solo me llevo a otra cárcel. Entienda eso.

 

—No, no entiendo cuando la lleve lejos de sus cuidadoras, aquí no la encontraran o también cuando evite que la envenenen...— Harvey sopeso más sobre ese tema— Hablando de ese tema ¿Quién será que intento matarla? ¿Usted sabe o tiene alguna sospecha?

 

Jasmine se incómodo hablar de eso, por que recordó que aún tenía esa nota amenazante que le dejaron en su habitación cuando estaba en Alemania, ese pedazo de papel lo llevaba consigo aún y no, no sospecho de nadie ya que ¿Quién quisiera hacerlo cuando apenas llevaba con el conde unas semanas encerrada? También pensó alguien que quiera desde hace mucho, pero nadie quiso hacerle nada durante tres años que duró en el hospital. No tenía a nadie que se abreviara «L.L»  pensar en eso la llevaba a que le duela la cabeza. Lo mejor que podía era pensar que eso era una broma de alguien.




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