BAUTIZADO EN EL RIO
Eran las siete de la mañana cuando decidí que estaba harto de la cama. Tomé mi cambio del día y lo llevé al baño. Tuve una larga ducha de agua caliente. Para mi mala suerte el calor no era el suficiente para generar una reacción en mí, mucho menos para quitarme el estrés de estos últimos días. Me puse los jeans más negros que encontré, una camiseta blanca con mangas negras y unas vans. En mi cuarto tomé la mochila que me regalaron en el curso, aquella que decía “Trinity 4 Life” y la llené con mi traje de baño y una camiseta extra.
Escuché música con los audífonos en la sala de abajo mientras usaba un sillón puf como bola de yoga. Eran las ocho cuando Ben salió directo al baño y dejo correr el agua de la ducha. Millie salió de su cuarto vistiendo un conjunto de ropa deportiva en tonos negros. Su cabello iba recogido por una gorra del equipo local. Fue directo a la cocina donde preparó un batido de frutas. Logan salió del mismo unos minutos después. Llevaba unos shorts una camiseta de ramones y una gorra negra. Él tomó asiento en el sofá que estaba frente a mí.
—Buenos días.
—Hola. —Logan mostraba una cara larga, tenía las ojeras marcadas como un muerto viviente, probablemente mordería mi cabeza en busca de cerebros.
—¿Dormiste bien? —Pregunté dando mi sonrisa menos hipócrita.
—Casi no. Nos llamaron en la madrugada para documentar un caso en el anfiteatro de la universidad.
—No sabía que había una anfiteatro.
—Oh si, está por el S, K. Nos llevaron a una persona irreconocible para mostrarles a los alumnos como tomar registros dentales.
—¿No pudo esperar a más tarde?
—No, al parecer no.
—¿Lograron identificarlo?
—No. Pero basta de mi aburrido proyecto. Noté que tienes una guitarra.
—Si. —Sonreí como un idiota. —¿Tu tocas?
—Solía hacerlo, eso era más cosa de mi viejo. Lo único que nos dejó fueron varias guitarras y una gran deuda.
—Que horrible. —Ese comentario le dio la vuelta completa al mundo.
Daniela entró en mi cuadro de visión cuando a travesó el pasillo y fue directo a la cocina. Parecía que había copiado el atuendo de Millie. Trataba de no verla, pero siempre terminaba cediendo.
—Es una chica peculiar, ¿no? —No tienes la menor idea pensé. Observé a Daniela, estaba buscando una bebida en el refrigerador, tomó un jugo, de su bolsillo saco una liga para atarse el cabello en una cola de caballo, su cabello era corto, así que no se ató mucho.
—¡Ya vámonos! —Exclamó Logan molesto.
Ben le contestó desde el baño en tono burlón. —Estoy tomando un baño de belleza.
La cabeza de Logan se puso tan roja que solo falto que silbara como una olla de presión.
Daniela caminó en nuestra dirección y se sentó en el sillón contiguo. Sacó su teléfono y tecleó como si no hubiera un mañana.
—¡Daniela! Raymond me estaba contando que le gusta tocar canciones de películas con su guitarra mágica, ¿qué hay de ti?, ¿Algún príncipe azul en tu vida?
—No en este momento. —Rio.
Logan me miró a los ojos y me codeó. Super casual.
•••
¿Alguna vez has estado tan cerca de alguien que puedes ver donde inician los folículos de su cabello y donde terminan? Si la respuesta es que no, entonces nunca han estado cinco personas en un Mustang, uno de los autos menos eficientes si nos referimos a compartirlo con tal número de personas. Estaba tan cerca de Millie que podía sentir el aroma de su champú, bastante fresco la verdad. Me encontraba en medio de dos chicas. Ben iba al volante, y Logan en el asiento del copiloto.
—Yo dije Shotgun. —Expresó Millie molesta desde mi lado derecho. —Porque estás ahí idiota. —Logan simplemente sonrió.
—Está ahí, porque es la única forma en la que en el auto caben cinco personas. —Mencionó Ben. —Dejen de comportarse como niños pequeños, ya casi llegamos a la tienda.
Sentí que algo me estaba tocando el hombro, volteé a la izquierda y ahí estaba Daniela viéndome con una mirada incomoda. —Disculpa, podrías moverte un poco. —Su mano había quedado enterrada debajo de mis piernas.
—Lo siento. —Traté de levantarme, Millie se molestó porque me estaba apoyando sobre su hombro, ella pudo mover su mano. —Listo.
•••
Bajamos al supermercado, donde nos dividimos por grupos, las chicas se fueron a conseguir los inflables mientras que los restantes buscábamos comida. Por el momento llevábamos un paquete de oreos, agua embotellada, malvaviscos, aderezos, una lechuga, papas fritas. Ahora estábamos utilizando el método científico para escoger alcohol. Los tres estábamos parados frente a los estantes de la sección de licorería.
—Parece el final del camino. Le han cubierto la cara a Regis para que no sepa a donde le han llevado. La cámara se encuentra en el interior de la bolsa, corte a una visión panorámica en la que podemos observar a todas las personas que están en la sala junto con él. Todas vestidas de bata, encapuchados con sus rostros cubiertos. Uno de ellos con un cuchillo que está deslizando lentamente por la espalda de Regis. Frente a él, sin saberlo hay una puerta corrediza entreabierta de la cual se escapa un fulgor rojo. La cámara pasa devuelta al interior de la bolsa, donde Regis ha comenzado a respirar de manera agitada. El sonido es abrumador. Te detiene el corazón. De repente Regis es liberado, es cuando se quita la capucha, voltea a su lado derecho, no hay nadie, voltea a su lado izquierdo nada, es en el momento que está devolviendo la cara al frente cuando ocurre la escena final. En el que se puede ver a la reina carmesí, la cual ha saltado hacia el para devorarle. Hay un corte a negro seguido de unos gritos y sonidos intestinales. Todo para finalmente llegar a los créditos. —Contaba Ben con mucho ánimo mientras paseábamos por el super comprando los víveres. Las personas a nuestro alrededor veían a Ben con cierto repudio, pues la película no llevaba ni una semana en el cine y Ben ya les había arruinado el final. Entre estas personas estaba yo. Logan, por su lado se encontraba perdido en la música de sus audífonos mientras admiraba las cajas de cereal. Parecía que iba a tomar una e iba a decir “Mira esta te da 15% más producto”. Claramente todos en el grupo ya éramos adultos responsables.