Glassdrop, 2014
Desperté con una extraña sensación en mi piel. Era un movimiento frívolo que me asaltaba con su caricia. Hacía que me estremeciera en busca de abrigo. Me llevé las manos a los ojos y comencé a tallarlos. Sentí mi propio aliento chocar con mi muñeca. Era una sensación de sobriedad en otro sentido. Era como si esa pequeña acción me trajera de vuelta al mundo real.
Mis ojos trataron de acostumbrarse a la oscuridad. Comenzaron divisando extrañas siluetas que no semejaban a las que estaba acostumbrado a ver en mi cuarto. Esta vez era diferente. Entonces volví a sentir aquella gélida brisa de otoño. Entre mi confusión atribuí que había dejado la ventana abierta, sin embargo, conforme recobraba el control sobre mis sentidos pude llegar a la conclusión que estaba parado. Descalzo sobre una cama de pasto.
Me obligué a despertar, solo para perder el equilibrio y caer sobre mi trasero. Realmente estaba afuera, pero como había llegado era la pregunta correcta. Me lleve las manos a los brazos para resguardarme del frio. Observé a mi alrededor tratando de descifrar en qué lugar me encontraba.
Enormes arboles frondosos se alzaban a mi alrededor. Como si se tratase de la arboleda, pero no podía ser. Carecía de ese penetrante aroma a verde. Mas bien era un área verde. Volví a olisquear. No había duda. Se trataba de sangre.
Rápidamente me examiné las manos, estas estaban limpias, no había rastros de sangre, tierra, rasguños, nada. Me palpé la cara, la boca, nada. Aquel tono carmesí no se encontraba presente en mí. Lo que solo significaba una cosa. Estaba cerca de alguien. O lo que realmente quería ocultar de mi mente. Un cadáver.
Me puse de pie y examiné mi alrededor. Esta vez logré distinguir unas construcciones características del parque, aquel que se encontraba por la iglesia. Algo raro está pasando aquí, no era la primera vez que mis sentidos me traían a estos rumbos. Ni siquiera sabía que era capaz de caminar dormido hacia estos lugares.
La boca me supo a angustia, ¿acaso alguien se había percatado de mi ausencia?, ¿Alguien me había visto?
Me tomó por sorpresa cuando logre escuchar el eco de una pisada. Provenían de mi izquierda, por encima de la barda de arbustos que actuaban de cobertura para mí. Con cautela me acerqué a los arbustos y traté de forzar mi visión a través de ellos. Al otro lado a unos cuatro metros se encontraba una fuente, no obstante, mi visión realmente estaba comprometida, por lo que busque otro espacio por el que pudiera espiar.
La luz azulada de la luna llena se reflejaba sobre las aguas de la fuente. Frente a esta se encontraba un bulto negro, como una roca. Me resultaba extraño que una roca de ese tamaño estuviese en el camino. Pero no era una roca. Logre notar que aquella sombra se inclinaba hacia abajo y arriba casi de forma rítmica. ¿A caso mis ojos me estaban jugando una broma?
Entonces mi sexto sentido entró en acción, me vi obligado a tomar un gran bocanada de aire, aquel aroma exhilarante, una mueca siniestra se dibujó en mi rostro, erizó mis cejas y me terminó por despertar de aquella somnolencia. Era el aroma a muerte, nuevamente había caído en las andadas del somnambulismo.
¿Quién eres? —Murmuré.
Tomé las ramas para ampliar mi campo de visión, no obstante, una de estas produjo un ruido audible al quebrarse, lo que atrajo la atención de la sombra cuya mirada se posó sobre el muro de arbustos. Quedé petrificado. Mi posición había quedado expuesta.
Luego de unos segundos de examinar su alrededor, la figura encapuchada se puso de pie revelando una segunda sombra, una que se había quedado posada inerte en el suelo. Cuando la primera se movió unos pasos, la luz de luna reveló detalles de aquella sombra, se trataba de una chica, esta también se encontraba semidesnuda, una mirada perdida. Su bata de baño se encontraba abierta. Traté de no reaccionar al verle ya que un sobresalto revelaría mi posición a la figura desconocida.
El encapuchado se pasó la mano por lo que parecía ser su boca, revelando el gran cuchillo de cacería que empuñaba el a mano derecha, el cuchillo no se veía sucio, al contrario, brillaba con la luz de la luna. Se alejó de la escena saliendo de mi campo de visión. Traté de seguirle a través de los arbusto, pero pronto su paradero se volvió desconocido para mí por lo que decidí esperar unos minutos, solo para asegurarme que aquel desconocido se había ido.
Este era el segundo desliz que sufría en este mes, no era fan sobre perder el control ante mis impulsos, lo cual resaltaba el problema que sería si descubren que mi presencia es el factor común en estos casos.
Me encontraba en una encrucijada de emociones, si bien mis instintos me habían llevado a encontrar aquel par de cuerpos, no quería involucrarme en ello, quería salir corriendo. Porque estaba seguro de que, si me acercaba, si me preocupaba por averiguar quién estaba detrás terminaría por meterme en problemas. Odiaba como me veía envuelto en batallas que no quería luchar.
Sabía que era peligroso, pero también lo era permanecer en este lugar. Decidí comenzar por salir del área con extrema cautela, una vez fuera haría lo posible por volver rápido a casa.
Tenía más dudas que respuestas. No sería la primera vez que mis instintos me llevan un lugar de interés. Pero si era la primera vez que terminaba en un lugar sin saber cómo llegué. Claramente había relación entre esto y lo de hace un mes. Realmente quería culpar al alcohol por la primera coincidencia.