EPILOGO
Tiempos de cambio se aproximaban, los nubarrones se preparaban para desatar una tormenta sobre Glassdrop, Raymond bromeaba que se trataba del Dios en el que no creía tomando su venganza sobre los habitantes de Glassdrop y sus crímenes contra la vida.
Raymond le ayudó a Alisha a cargar sus cajas en el camión de mudanzas. Se habían asegurado de no dejar nada atrás, Raymond sintió nostalgia al pasar por las pertenencias de Ben. Jeans viejos, comics, libros, teléfonos, zapatos.
Alisha había decidido no permanecer en Glassdrop, después de ser erróneamente despedida, Alisha demando a la policía, a la escuela, era su forma de decirle jodete a Glassdrop.
En efecto Alisha y Ben estuvieron casados legalmente, por lo que sus cuentas, deudas y pertenencias se volvieron una. Raymond se despidió de su amiga, la cual tenía un largo camino por delante.
De vuelta en la casa, Raymond se sorprendió al encontrar una carta sobre su cama, al lado de unas llaves de auto, tenía la firma de Ben. La abrió casi al instante que la vio.
“Quiero que sepas que no estas despedido
Sé que hemos tenido nuestros roces, pero sé que saldremos adelante, listos para cazar monstruos de verdad”.
Adjunto a la carta estaba un trabajo en progreso que se leía: “La introducción de las especies, un replanteamientos sobre los mundos perdidos”. —Dr. Benjamin Crawford, Raymond Blake White.
En algún lugar de Saint Fatima una extraña aparición ocurrió, un ser superior regresaba de su exilio para cumplir la promesa que le hizo a su acólito. Eliminó los restos de aquella plaga que nunca debió haber encontrado su camino a nuestro mundo.
Isabelle despertó de lo que creyó fue un largo sueño, los días habían pasado y ella no lograba comprender como es que había llegado al hospital. Conoció al Dr. Mikkelsen quien la puso al tanto de su condición y como es que había sido internada. Le pidió que mantuviera la calma, en cuanto estuviera seguro de que su vida no corría ningún riesgo le desataría y le permitiría llamar a sus padres quienes habían movido el cielo y la tierra en busca de su hija.
De vuelta en Glassdrop, Melissa Parsons buscaba ayuda profesional, preguntándose si algún día lograría mirar atrás y pensar que todo esto no era más que una ficción que su cabeza había creado.
Daniela había visitado aquella tierra de descanso de un amigo al que le había negado el beneficio de la duda. Arrepentida por haberle dado la espalda le pidió perdón, perdón por lastimar a aquellos que luchaban por sacar la verdad a la luz, perdón por no creer en su inocencia.