Al día siguiente nos volvimos a reunir en el Asenzo, el ambiente era totalmente diferente al de la noche anterior. Durante el día actuaba meramente como un restaurante bar, en el que los trabajadores de oficina iban a disfrutar unos nachos y una cerveza viendo los partidos en alguna de las decenas de pantallas que había en el lugar.
Debo admitir que aún me resulta extraña la forma en la que me he estado comportando últimamente, no es normal que me dirija de forma tan directa y cruda hacia las personas. Desde el incidente siento que ya no me conozco, que no sé ni quien soy. Me veo al espejo y aquella imagen que me regresa la mirada no me recuerda a lo que solía ser. Me he convertido en el lobo que viste piel de oveja mientras está satisfecho, pero cada vez que tiene hambre se quita la máscara.
Tras un chasquido volví a la realidad. Enfoqué mi visión, observé el panorama, la cafetería estaba mayormente vacía, uno de los baristas limpiaba las mesas mientras silbaba una canción. Me tenía de nervios. Stella por su parte se había removido el cárdigan, dejando expuesta su blusa de tirantes color negro. Ha decir verdad revelaba cierta parte de su pecho debido a lo escotado que estaba.
—Tierra a White. —Dijo mientras pasaba su mano frente a mis ojos. Vio que reaccione y alzo las cejas. —Eres muy extraño, no puedo creer que este aquí. —Acaricio mi mano para tomarme por sorpresa. Me estremecí, lo que inmediatamente dibujo una sonrisa en su rostro. —Realmente eres un chico diferente, ¿Sabes a lo que me refiero?
—Si. —Respondí a secas, pero ella esperaba que explicara mi respuesta. —Últimamente no me siento como yo mismo, estoy seguro de que lentamente me estoy volviendo loco.
—Todos nos estamos volviendo locos lentamente, mi joven padawan. —Sonreí.
Ella rio. —Dime, Ray, ¿qué tan preparado estas para realizar el proyecto?
—Muy —Alce las cejas.
—Creo que tome una buena elección. —Nuevamente esos ojos picaros se postraban sobre mí, desconocía que era lo que veía esta chica en mí, pero estaba seguro de que sus artimañas no funcionarían.
—¿De qué? —Pregunté
—Quien es la persona que hará mi proyecto a cambio de unos cuantos favores. —Volvió a acariciar mi mano, nuevamente me estremecí, esta vez aleje la mano del medio, esta lo tomó como un insulto, sin embargo, intuyo que había cruzado la línea, me vio directo a los ojos. Pude apreciar que sus ojos eran amelados, pero bajo la luz de la lampara se veían café oscuro. Trataba de engolosinarme para que accediera bajo sus términos.
Rei de forma nerviosa, esta chica creía que sería fácil. —Detente un segundo, mi ayuda, no es gratis y estoy seguro de que “unos cuantos favores” no lo cubrirán. —Hice comillas con los dedos.
Eso molestó un poco a Stella, quien volvió a la defensiva. —Hablas con mucha seguridad, como si creyeras que tu proyecto es lo suficientemente bueno.
—No lo creo. Lo sé. —Ella reacciono de una forma inesperada a aquella frase, había resonado en su cabeza, despertando algún recuerdo, nuevamente cedió un poco en su fachada de chica mala. —Es lo que me consiguió la beca en primer lugar, pero primero tenía que robarlo de vuelta de la escuela. —Sonreí. Ambos podíamos jugar diferentes roles. —Por suerte solamente necesitaba el disco duro. El director no tuvo idea de que lo tomé. —Levanté mi maletín y lo puse sobre la mesa, de este saque el disco duro. —Te costara esto. —Tomé una servilleta y en ella rayé la cantidad que estaba buscando por este un pase directo a la universidad de su elección. —Apuesto a que tus padres estarán orgullosos.
Tomó la servilleta. Rio a carcajadas, quede perplejo pensando en si se trataba de una cantidad exorbitante, tal vez tenía razón al pensar que, si Alister no podía pagarlo, nadie podría, no obstante, esta tuvo que detener su carcajada para restregármelo en la cara. —¿Solo esto? —Trató de respirar, pero la risa no le dejaba. ¿A caso estaba jugando conmigo? —Quien lo diría. —Aplaudió. —No pensé que tuvieras los huevos de hacer algo así. Ray White, ladrón profesional, y rey de las estafas.
—Lo difícil será que apruebes. —Entonces Stella negó con la cabeza, como si la hubiese insultado. Sacó un folder de su bolso, lo lanzó a la mesa y de este salieron decenas de exámenes. Quede perplejo al ver la montaña de papeles que tenía. Quede perplejo. —¿Son todos?
—Todo el curso. —Se acomodó el tirante de su brasier. —Resulta que las esposas de los profesores no los ven con los mismos ojos que otras personas. —Nuevamente se aseguró de que observara cada uno de sus movimientos, quería seducirme con esa pantomima.
Tragué saliva. —Un problema menos. —Apenas estaba por tomar uno de los exámenes cuando me alejó la mano de un golpe.
Rechino los dientes mientras negaba con el dedo. —Hablas con mucha seguridad, como si creyeras que tu proyecto es lo suficientemente bueno. —repitió. Su actitud cambio por completo, intentando tomar el liderazgo de la conversación.
—¿Qué otra prueba necesitas? —Molestó, acomode mis cosas en la mochila y estaba listo para retirarme. —Si no te interesa estoy seguro de que habrá otra persona a la que sí. —Me levante de la mesa apoyándome con ambos brazos en esta. Stella me detuvo tomando por el antebrazo acercándome hacia ella hasta que su boca quedo cerca de mi oído.
Respiro de manera sugestiva. —Me parece extraño que alguien tan calificado como tú, este regalando su trabajo a un precio tan bajo, lo haces ver casi como una estafa. Pudiste haberme pedido lo que quisieras. —En este punto ella se había inclinado lo suficiente en mi dirección como revelar su escote y yo poder perder mi vista entre sus pechos que estaban parcialmente cubiertos por un brasier negro.