Mentiras, una y más mentiras....

IDIOTAS.

SARAH

Todo está saliendo perfectamente.

Los idiotas estaban actuando exactamente como se pensaba, las cosas ya estaban escritas.

La venganza que necesitaba, estaba a nada de cumplirse y no sabía cómo demonios agradecer al idiota que logro enamorarme en tan pocos días, además del otro idiota que es como mi hermano.

ALESSANDRO

Estaba demasiado impaciente, la camioneta no avanzaba lo suficientemente rápido para llegar a nuestro destino. Para llegar hacia lo que podría ser la clave de por fin encontrar a mi mujer, el no saber en dónde se encontraba o que es lo que le estuvieron metiendo a la cabeza a mi mujer en todo este tiempo me tenía completamente mal.

  • Alessandro, ya estamos aquí. – me aviso Alexander.
  • ¿Ya revisaron el área?  – pregunte de inmediato.
  • En esos están los demás, nos avisaran dentro de poco si podemos avanzar o no. – estaba muy serio.
  • De acuerdo. – me estaba poniendo muy ansioso.

Por lo que estaba viendo en aquella camioneta, todos estábamos demasiado tensos y ansiosos, incluyéndome en esa lista. Quería, anhelaba con todas mis fuerzas ponerle las manos encima de esos copia di idioti, en mi cabeza aun rondaban aquellas imágenes que me había lanzado Carlo hace apenas una hora, el como ella estaba de aquella manera, mi preciosa, mi mujer.

 Me lo van a pagar con sangre esos idiotas, por cada momento en el cual tuvieron a mi mujer de esa forma, los voy a hacer pagar. Te lo juro Sarah, esos idiotas van a pagarlo demasiado caro, el morir no será suficiente castigo para ellos.

NARRADOR EXTERNO

En la vida te encontraras con muchas personas, la mitad de ellas creyendo que tienen todo perfectamente equilibrado, que pueden manipular todo en su entorno, se creen reyes. Cuando la realidad es totalmente distinta de lo que piensan, aquellos que se creen reyes, aquellos que pensaron que podrían salirse con la suya, aquellos que creyeron puras falacias de sus progenitores. Aquellos que pensaron que podían arrebatarles todo a los verdaderos reyes, su karma estaba demasiado cerca y los verdaderos reyes solo pedían que se corriera sangre por todo lo que les hicieron pasar.

Idiotas, esa era la palabra preferida de aquellos que esperaban ansiosos su venganza, para aquellos que osaron creer que podían tener algo que no les pertenecía. De hecho, justo en esos momentos ciertas personas esperaban ansiosas el comienzo de su venganza, esa adrenalina recorría sus cuerpos demasiado rápido, pero sabían que si daban un paso en falso todo se podría ir al caño en cuestión de segundos.

ALESSANDRO

Avanzábamos demasiado lento para mi gusto, pero no me podía dar el lujo de descuidarme ni siquiera un poco, ya que podría ser una trampa. Pero no lo podía dejar pasar, ya que mi mujer aún se encontraba con ellos.  

Por mi cabeza solo podían pasar demasiados escenarios en los cuales se encontraba mi mujer con esos idiotas, no sé qué tanto le habrán inventado para hacer o intentar poner en mi contra a mi mujer.

  • Alessandro, con carajo. – escucho como me habla Alexander.
  • ¿Qué demonios quieres?  – estaba enojado por cómo se atrevió a hablarme.
  • Te estoy hablando desde hace media hora. – me reprocho.
  • ¿Y qué me querías decir idiota?  – demande.
  • Que algo de todo esto me huele mal. – estaba demasiado serio.

No lo dejaron seguir hablando ya que en eso entraron dos de mis mejores hombres agitados.

  • Señor, le tenemos informes del lugar.
  • ¿Que encontraron?  – necesitaba saber qué es lo que estaba ocurriendo.
  • Había varias personas en el lugar, pero … - desvió la mirada hacia el otro sujeto, como preguntándole si debía seguir hablando y eso me enojo.
  • ¿Pero qué?  – el enojo me estaba nublando los sentidos.
  • No eran ellos señor, eran otras personas. – dijo rápidamente.
  • ¿De qué demonios me hablas?  – eso no podía ser cierto.
  • Sí señor, son otras personas. – esto no me estaba gustando para nada. – tenemos unas sospechas de quien son, pero no estamos completamente seguros.
  • ¿Y qué jodidos necesitan para saber quién demonios son?  – quería romperle los huesos a alguien.
  • Tiempo señor.
  • ¡¿Pues qué demonios esperan?!  – les grite.

No basto mucho como para que todo mundo se empezara a movilizar, la furia que estaba contenida en mí, quería, no, necesitaba sacarla de algún modo. Durante todo el viaje de regreso, lo único por lo que rondaba mi mente era el hecho de que me están queriendo ver la cara de idiota y eso no me gusta para nada, cada vez que recordaba ese hecho, solo quería ver cabezas rodando.

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  - qué carajo acabas de decir imbécil?! – era imposible, lo que soltó este idiota no era verdad. No puede serlo.




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