Mentiras Verdaderas.

Capítulo Dieciocho

 

 

– ¿Qué es homicidio y robo?-repitió.

– Es algo malo- Carl apareciendo de la nada mientras acaricia su cabeza-¿Qué sucede?

– Wally ve a ver al tío Justin, yo me vestiré y nos iremos al parque ¿Bien?-asintió a los saltos de la emoción y desapareció.

– ¿Ustedes son idiotas o qué?-le arrebató la maleta y la guardó en donde estaba desde un principio.

– Evitando pleitos ¿Eric te dijo lo de Izán? Pueden venir a buscarte por todo lo que ocasionaste en Londres.

– ¿Piensas que no lo sé? Wally apareció de la nada escuchando casi toda la conversación y luego vienes tú-los saca a los empujones del cuarto de Sam y cierra a sus espaldas-si quieren hablar, vamos a mi oficina-Los dos lo siguieron y cerraron la puerta con seguro evitando interrupciones.

– Alex, han pasado cinco años desde que volvimos de Londres ¿Y no crees que es sospechoso que van a venir aquí luego de mucho tiempo?

– Podrían haber venido antes, pero vienen ahora-cuestionó Eric sentándose en el sofá-tal vez descubrieron algo sobre el cuerpo de Sam…de que no murió luego de dar a luz y que está viva. Nunca lo sabremos si no hablamos con ellos-Carl chasquea su lengua sin darle importancia a lo que su amigo acababa de decir.

– Eso no es lo importante-soltó provocando confusión en los presentes-tenemos que saber qué quieren y hacer que vuelvan por donde vinieron-finalizó la charla abriendo las puertas y en un intento de avanzar localizó una figura pequeña con un peluche entre sus brazos.

– ¿Nos vamos ahora?

– Wally, aún no me he vestido-le sonríe y nota como sigue igual de serio-¿Qué ocurre?-interrogó algo preocupado.

– Mamá-manifestó molesto.

– ¿Podrías dejar de hablar de tu madre por tan solo un día?-los sentimientos, que Alex pensó que había enterrado, cobraron vida al fin, dada la situación-dile a Justin que vaya contigo al parque, yo debo ir a la empresa-mintió. Él sabía que no era culpa del niño todo el odio que consumía cada día, pero tenía una forma de ser muy similar a Dante lo que le molestaba demasiado. Quería averiguar el por qué los policías de Londres irían a buscarlo, después de mucho tiempo.

Sin esperar respuesta del niño, este se dirigió hacia su cuarto, buscó ropa para la ocasión. No tan casual, ni tan formal. Simple.

Se fue colocando un Suéter gris, una chaqueta de cuero, unos jeans negros y unos zapatos del mismo color sumamente pulidos. Desordenó un poco su cabello y sin más salió de su habitación. No encontró a nadie por los pasillos y al bajar las escaleras solo vio a Justin jugando con su teléfono.

– ¿En dónde está Wally?-observó el reloj que se encontraba decorando su muñeca y eran las diez en punto.

– Se fue al parque con Eric y Carl-presionó sus puños y le arrebató su teléfono.

– Tenías que ir tú, ¡vete!-le gritó molesto golpeando un poco sus brazos, pero Justin antes de irse le quitó de un movimiento rápido su teléfono y salió corriendo por la puerta trasera de la casa.

No podía creer lo infantil que era teniendo casi treinta años.

Verificó nuevamente la hora, pero antes de irse, su arma que escondió en el baño, la colocó en el cinturón de su pantalón. Tomó las llaves su auto y caminó hacia la puerta principal de su casa.

– ¿Cómo lograron irse tan rápido, idiotas…?-al girar el picaporte del otro lado de la puerta se encontraba una figura que cautivó a Alex hacía tan solo cinco años. Su cabello rubio estaba más lacio y más largo mientras que el resto de su cuerpo seguía igual. Tragó grueso y parpadeo varias veces para ver si era real.

– Alex-articuló a lo que el chico aún seguía en shock-sé que es una visita inesperada, la última vez que nos vimos fue hace muchos años-llevó un pequeño mechón de cabello detrás de su oreja algo nerviosa.

– Karen…-intentó hablar-¿Cómo…?

– Sé que venir aquí es muy poco profesional, pero no vine por cuenta propia, vine con mi superior y algunos agentes…a llevarte de vuelta-explicó dificultándole un poco.

– No puedo irme-declaró ya con los pies en la tierra-¿Con qué cargos quieres llevarme?-se recostó en el marco de su puerta de forma coqueta y una sonrisa descarada.

– Hay muchos cargos en tu contra-comenta con una sonrisa-si cooperas en venir conmigo y ayudas con la investigación, te ayudaremos a que no tengas la pena de muerte…

– No tengo idea de lo que me hablas, yo no sé nada sobre tu investigación y no cooperaré con nadie-sentencia cruzándose de brazos.

– ¿Cómo sabes de qué caso te estoy hablando si ni siquiera te lo he mencionado?-expresa en un tono ganador-siendo un asesino de primera, eres demasiado tonto-habla volviendo a un tono serio. Arquea sus cejas ante lo que acababa de decir-¿crees que no lo sabría? Me juré investigarte y veo que tu expediente está sumamente limpio, aunque tu archivo nacional no está cerrado para todo el mundo-presiona su mandíbula ante su sucia jugada.

– Eres más inteligente de lo que pensé-su expresión cambió drásticamente a una seria al saber que la chica conocía su pasado-¿Qué es…? No, pasa-se hace a un lado para permitirle el paso a la chica y ella no duda en pasar. Cierra la puerta a sus espaldas y ella sin perder un segundo observa hasta el más pequeño detalle de su casa.

– Linda mansión-Mientras que la chica le da la espalda, saca su arma, camina hacia ella lentamente y en el momento en el que gira hacia él, observa el arma detenidamente siendo ella el blanco.

– No voy a repetirlo…-habla con su mirada perdida-¿Qué es lo que realmente quieres?-parpadea lentamente dirigiendo su vista hacia ella.

– Te extrañé-confiesa de la nada. Alex comenzó a acercarse hacia ella hasta que su arma tocó su estómago. Quitando el seguro mientras coloca su dedo en el gatillo, sonríe.

– Me sorprende viniendo de ti-con su mandíbula tensa, su mirada la asesinó de pies a cabeza.

– No has cambiado mucho, estás más guapo-coloca su mano en el cuello del hombre acariciándolo lentamente.




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