Capítulo 42
Gael y el mundo de Oonagh
Sirsha se quedó mirando al extraño hombre que la había llamado.
Caían lágrimas de los ojos del extraño.
Volteó a mirar a Declan que se arrodilló frente al hombre con el puño cerrado sobre su pecho y la cabeza baja. Aodhan estaba en la misma posición.
Todo en la cabeza de la princesa comenzó a dar vueltas.
El mismo color de ojos. El mismo tipo de pelo lacio. No era posible. Estaba muerto. Sin embargo a pesar de la locura que le rondaba por la cabeza se animó a hacerle al extraño una pregunta:
Sirsha: ¿Padre?
Gael: Sí, hija. Soy tu padre.
Lo próximo que vio la princesa al despertar (ya que se había desvanecido) fue estar en un mundo desconocido, recostada, con su padre tomándola de la mano.
Sirsha: (abalanzándose en brazos de su padre) ¡Padre!
Gael: ¡Hija! ¡Hija querida! Perdóname.
Sirsha: ¿Por qué me dejaste?
Antes de que el viejo rey pudiera decir algo, Oonagh se presentó ante la princesa:
Oonagh: ¡Hola Sirsha!
Sirsha: (incorporándose) ¿Oonagh?
Oonagh: Sí. Princesa. Bienvenida a mi reino. Te esperamos durante mucho tiempo.
Sirsha: Ya no sé qué pensar, ni qué decir.
Oonagh: No queda mucho tiempo. Tendrás que ser valiente y hábil estratega para que el poderío de Jarlath se acabe de una vez. Sólo tú podrás detenerlo.
Sirsha: (incorporándose del lecho en el que estaba) Se equivoca señora. Nadie
pudo hasta ahora. ¿Qué hace que yo sea diferente?
Oonagh: (sacando del bolsillo de su largo vestido celeste una piedra blanca grande que destellaba los indicios de una brillante luz) Con esto salvarás a tus generaciones pasadas y comenzarás en la Tierra un cambio hacia la purificación de tanta corrupción y desidia.
Editado: 16.09.2020