Capítulo 61
La invocación a los demonios
Jarlath se había encerrado en sus aposentos y tomando el cristal negro vertió la sangre de Sirsha sobre él.
A pesar de que la pelea no estaba del todo a su favor, aún tenía oportunidad de ganar.
Estaba nervioso porque Sirsha estaba tras él, pero sus intentos de derribar la gran puerta eran inútiles.
Ella estaba desesperada porque no tenía la fuerza suficiente para forzar la entrada al aposento del mago. Comenzó a llorar y se arrodilló pidiendo a Rowan ayuda.
De pronto una mano fue tendida para que se levantara. Era Donovan. Sabiendo que Sirsha podría necesitarlo, se abrió paso entre los guerreros mercenarios y entró por las antiguas alcantarillas olvidadas del castillo. Mebh ayudándolo, lo guió hacia donde estaba el mago negro.
Sirsha: (esperanzada) ¡Donovan! ¿Y mi padre?
Donovan: Está bien. Aún tiene la fuerza de cien leones. Pero él no sería nada sin usted. De nada le serviría que estuviera a su lado si le pasa algo a su hija.
Sirsha: Tienes que tirar la puerta abajo. Jarlath tiene ambos cristales y hará la invocación.
Donovan con su fuerza comenzó a abalanzarse contra la estructura de madera.
Jarlath: “in nominis su bonum ferno eus invocum
demoniums delum inferno per le victorium sob
terris seam feiturum”.
Dicho esto, comenzó a abrirse el portal del inframundo.
Era todo un dilema entrar ahora. Sirsha y Donovan sabían que podrían morir. No tenían idea qué habría allí dentro.
Sirsha miró a Donovan y a Mebh.
Sirsha: (decidida) Debemos entrar. Sea como sea, moriremos de todos modos. Que al menos sea luchando.
Los tres comenzaron a arrojarse contra la puerta que empezaba a ceder.
Jarlath se regocijaba pensando que ya nada podría detenerlo una vez abierto el portal. El agujero abierto a los infiernos comenzaba a emanar olor a azufre y calor.
El trío que pujaba afuera hacia lo necesario para entrar.
Cada uno con sus propios pensamientos trataba de encontrar fuerzas extras para lograr la empresa.
Donovan pensaba en su hijo por nacer. Mebh, en una vida nueva y en su hermana. Sirsha... en Declan; en la esperanza de una oportunidad de ser feliz. Era hora de creer que dios siempre había estado allí y que era necesario confiar.
Todo terminó para el mago cuando la madera cedió y el puñal de Donovan que sobrevoló con furia por los aires se le clavó en el pecho. Justicia divina. Tantos planes obscuros para un final tan simple. Porque el amor de Rowan era simple y
vencía.
Jarlath: (riendo) Me han vencido, pero no podrán contra lo que viene.
El mago cayó en la boca del infierno que él mismo abrió, calcinándose al instante y la maldad que propinaba aceleró más la apertura de la boca.
Sirsha buscaba por todos lados el Cristal de Rowan y no lo veía. Todos comenzaron a buscarlo. Hacía cada vez más calor. Los ruidos que salían del portal eran cada vez más aterradores.
Por suerte Mebh, vio algo que brillaba cerca del portal y le indicó a su hermana dónde estaba.
Era el cristal.
Sirsha se aventuró a tomarlo, pero Donovan se lo impidió y fue él a recogerlo.
Los temblores de la apertura del portal hicieron que Donovan trastabillara y cayera justo a tiempo para tomarse de los bordes de la abertura.
Las princesas gritaron y fueron a tomarlo de los brazos.
Sirsha: (tirando con todas sus fuerzas del viejo capitán) ¡Vamos Donovan! Sujétate fuerte.
Mebh jalaba hacia arriba lo más fuerte que podía, pero era inútil.
El tiempo jugaba en contra.
Donovan: (Con firmeza) ¡Suélteme su majestad!
Sirsha: (Llorando)¡ No lo haré!
Donovan: No tengo oportunidad. Salve a mi hijo y a mi sobrino.
Sirsha: ¡No te dejaré!
Donovan: ¡No hay tiempo!
El capitán soltó a las princesas para dejarse caer.
Ellas no resistieron el peso y tuvieron que soltarlo.
Otra vida injusta cobrada. Sirsha comenzó a gritar de desesperación, de enojo. Otro padre que estaría lejos de su hijo.
Mebh comenzó a vociferarle que salieran de allí y tenía toda la razón.
Sirsha se la quedó mirando, un pequeño rato que, para Mebh fue una eternidad. Había tomado una decisión.
Sirsha: (tomando la mano de su hermana) Quiero que empieces a correr hacia abajo hacia el lado de las alcantarillas. Cuando llegues, sal del castillo y corre hacia las caballerizas. A unos metros verás una caída del terreno y unas rocas.
Escóndete allí.
Mebh: ¿Qué vas a hacer?
Sirsha: ¡Ya lo sabes!
Mebh: (llorando) No, por favor. No lo hagas.
Sirsha: Ya lo hemos hablado. Hazme caso hermana. No quiero que seamos dos.
Mebh no se movía y los demonios se oían cada vez más cerca.
Sirsha: Quiero que seas feliz y hagas todo lo que te pedí. Sé que puedes. Sabes que esta no sería vida para mí. Nunca la quise.
Mebh: (en un susurro) ¡Hermana!
Sirsha: Lamento no haber podido vivir de otra manera contigo. ¡Si verdaderamente me amas, vete ya!
Mebh seguía sin moverse y Sirsha le tuvo que abofetear para que reaccionara.
Sirsha: (gritando) ¡Haz lo que te digo ya!
La princesa comenzó a correr no sin antes darse vuelta para ver a su hermana que la despedía con una sonrisa.
Editado: 16.09.2020