Mercy Adams y la rosa de antaño

El abismo

Aunque la estructura se veía a lo lejos demasiado cercana, faltaba un largo recorrido para conocerla muy bien, puesto que a penas como si fuera la forma de unas piedras era lo que se notaba. Mientras tanto, se decía una y otra vez que corriera, sin embargo cuando les ordenaron bajar y sintió la arena en sus pequeños pies, algo dentro de su pequeño corazón y alma se encendió, como una chispa poderosa.

Seguidamente, procedieron a llevarlos hacia unas estructuras flotantes con forma de asiento con barras metálicas que se ajustaban a la cintura por seguridad y eran para dos personas, muy parecidas a los carruseles en las ferias, pero a diferencia que estos eran inmensamente largos y al parecer recorrían de un extremo a otro varios territorios de la zona, después de que estas se movían, tuvo la idea de escapar, pero tenían algo, como una fuerza magnética poderosa que impedía sacar al menos un dedo, aunque sí que permitían respirar y además, iba notando más su altura a medida que avanzaban.

Fue demasiado extraño el recorrido, puesto que en el camino había muchos árboles que acogían los rayos del sol filtrándose a sus rostros, también algunas flores y cerca se escuchaba el correr del mar, luego aparecieron montañas y caminos repletos de árboles, algunas flores alrededor y muchas zonas verdes. Estaban cada vez más cerca cuando paso como más de una hora, lo curioso fue que al descender se dio cuenta de que su intuición no había fallado y de que había varios de esos mismos mecanismos que llegaban de otras partes, tuvo que aterrizar sus pensamientos y sostenerse para bajarse cuando ya estaban en frente de la entrada principal, puesto que cuando a los pasajeros se les permitía continuar, estas sillas se iban solas a recoger tal vez, a otros pasajeros.

Su mirada se quedó fija y prácticamente paralizada en la construcción que aparecía de repente en frente, era demasiado enorme, como un edificio gigantesco con tonalidades y detalles propios de un castillo, era la construcción más grande de cualquier sitio del mundo, jamás había visto algo igual y eso que había ido muchas veces de visita a muchas mansiones y castillos antiguos, lo que vino a su mente por las figuras en los vitrales y muros fue su antigüedad, el montón de ventanas que sobresalían y la entrada en forma de arco que la mostraban como un paraíso al que recién llegaban solamente para disfrutar.

—¡Corre!.—exclama Celeste en voz baja, casi en el oído cuando tuvo la oportunidad de aparecer de repente, su compañera por miedo hizo lo contrario, la tomó del brazo y se lo impidió. De los alrededores salían hombres de negro, listos para custodiar a los recién llegados, la gran puerta se abrió, lentamente haciendo un sonido medieval y asi fue como mirándola con sus ojos bien abiertos para que no hiciera una locura, terminaron asombradas y dando unos pasos hasta quedar atrapadas por un inmenso muro invisible. Al parecer todos estaban en reunión, porque al entrar escuchaba voces.

—Necesito una explicación, por...

—¡Cállate!.—un hombre llega por atrás y las escolta, eran sujetos demasiado sigilosos, solamente siguen la orden, el mando, la objeción, como si fueran robots entrenados para seguir a una sola persona, solamente que muy pocas veces recordaba que eran también seres vivos.

—Yo solo...

—Cállate y haz lo que ordenan.—le dice Celeste para que se calme, lo cual le ayudó mucho ante el hecho de verse tan perdida, distraída, asombrada, con miedo, con ganas de huir, con desesperación y demasiada ansiedad.

...

Era hermoso, todo lo que la rodeaba, eran como antigüedades y mas antigüedades, todo lo que la rodeaba era como un castillo majestuoso, tanto por dentro como por fuera, todo era surrealista, eran como varias secciones que formaban un camino y llegaban al centro, el cual estaba conformado por dos torres inmensamente largas y unidas por un puente en lo alto. Su interior contenía la majestuosidad permanente del paisaje nebulosamente brillante y contenido por un espacio celebré. Lo más peculiar de todo, era que nada de lo que veía parecía ser lo que había escuchado del Abismo.

Al ingresar al gran lugar, lo último que escucharon fueron las cadenas de la enorme puerta ajustándose, después se fijaron en que había una escalera y al otro lado, otros que conducían quizás a las profundidades de aquel sitio. En el primer piso había un enorme salón de baile con aureolas y una inmensa lámpara algo elocuente y genial. Al fondo había otro salón con varios comedores, el cual era tan clásico y elegante, por otro lado, las dimensiones de la construcción eran altas y largas como de muchas hectáreas.

Recorrieron todo el sitio mientras que iban en fila detrás de un joven guardia, quien había olvidado que seguían presentes, pero que aun así continuaba llevándolos hacia lo más inmerso de lo que parecía desconocido. Pasaron por puertas secretas que estaban siempre selladas. Caminaban con el rostro sólido y neutro hacia la escalera de la izquierda en donde se reunieron todos los que venían en el tren, luego los hombres les fueron colgando en sus muñecas por persona, pulseras localizadoras, para las mujeres era de color blanco y las de los hombres era negro.

Seguidamente, Margaret organizó con paciencia y guio a las mujeres, mientras que un hombre de negro llevaba a los hombres. Ella hablaba mucho sobre la seguridad y la historia de la construcción de la cual pronto conocerán. Llegaron a una gran sala que llevaba a dormitorios que debían compartir puesto que eran camarotes. Al cerrarse la puerta quedó un vacío. Era hora de perderse de nuevo o permanecer firme en sus propósitos.

—Tenemos que irnos.—dijo Mercy tomando a Celeste del brazo, luego se acercó a una de la ventana, corrió la persiana rosada e intento correr.—No estamos aquí de vacaciones, esto es demasiado peligroso.

—Sabes muy bien que es demasiado tarde.—le refuto con más temor y ansias.—Ya no hay escapatoria.



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En el texto hay: ciencia ficcion, magia, mentirasydolor

Editado: 14.08.2022

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