El pensar en todo tipo de cosas sobre naturales en mi familia - mi mini-familia - era como hablar de las brujas en la edad media. La gente simplemente se volvía loca, y por gente me refiero a mi madre. A mi madre se le ponían los pelos de punta y cuando mi hermano vivía con nosotras también, la verdad, no comprendo ese odio o miedo a ese tipo de cosas. Hay cosas que siento que no fueron hechas para el propósito que la gente dice. Como por ejemplo que todo eso no fue inventado para que los niños se durmieran por las noches o para que no tuviesen miedo de crecer. Tal vez, solo tal vez. Fuesen hechos para saber que todo es posible, creer que absolutamente se puede. Creer en algo increíble.
Como si para algunas cosas y ocasiones estuviera destinada para más. Las cosas existen en el mundo por una razón, cada persona tiene un propósito en la vida. Y nadie es la excepción.
Mis pensamientos mañaneros fueron interrumpidos por la campana de la escuela, anunciando el fin de la penúltima clase. Todos mis compañeros de aula se levantaron y salieron por la puerta a toda prisa.
Yo por el contrario guardé tranquilamente mis cuadernos en mi mochila. Para después salir del aula con la mayor tranquilidad del mundo.
— Si te pido un favor ¿no me lo rechazas? — justo al salir del aula escuché la voz de Rayven a mis espaldas.
Rayven es mi vecina - y mejor amiga - desde pequeña, y nos contamos prácticamente todo, sus padres eran mejores amigos de los míos, pero después del divorcio de los de ella y la muerte de mi padre, la relación de ellos no volvió a ser la misma. En cambio, a nosotras nos hizo mas unidas.
— Solo si no es algo asqueroso, vergonzoso o ilegal — dije apenas llegué a mi taquilla para sacar el libro de historia, siendo la ultima clase del día.
— Prometí que ya no haría nada ilegal después de lo que pasó en Madrid.
— Bueno, dime que tipo de favor se trata — le pedí a la pelinegra sin mirarla a los ojos. Mi vista estaba fija en el cuaderno rebelde que no quería entrar a la mochila.
Antes de que Rayven dijera algo, Dylan apareció en la escena.
Dylan, a él lo conozco desde el pre-escolar. Mi padre y él nunca se llevaron bien, pero mi madre lo quiere como un hijo. Según mi hermano porqué mi padre no lo quería de "yerno" y a mi madre le encantaba molestar a mi padre.
— Apuesto a que estaban hablando de mi — dice en cuanto llega.
— La verdad es que no — contestó Rayven rápidamente — estábamos hablando del favor que Adriana me va a hacer.
Cerré mi taquilla de un portazo y la miré a los ojos colocando mi mochila en la espalda.
— Estábamos negociando si lo haría — corregí — nunca dije que lo haría.
Comencé a caminar en dirección al aula de la próxima — y ultima gracias al pollo — que era historia.
Rayven soltó una risa sarcástica - Que divertida, ya no seas aguafiestas y ven a la casa de Dyl a jugar con su nuevo Xbox - Dylan la miró sorprendido.
— Oye ¿Quién dijo que podrían ir a mi casa con mi nuevo Xbox? — preguntó perplejo.
— Cállate -— contestamos al mismo tiempo.
— ¿Entonces si vendrás? — insistió Rayven.
— Lo siento Ray, pero en dos días tengo examen de historia y cada día siento que la maestra Sofí me odia más — dije suspirando — así que no podré ir.
— Adri no seas aburrida, vamos yo me disfrazo de ti y hago el examen por ti, ya sabes lo bueno que soy para la historia - dijo Dylan.
Una sonrisa de dibujo en el rostro de Rayven y en el mío, ambas sabíamos que significaba esto. ¡BULLYING!
— Y te verás tan linda con la ropa de Ad ¿Cierto? — dijo Rayven burlona.
— ¿Y crees que te quede mi ropa interior galán? — le seguí el juego a Rayven.
— No sé por qué me sigo juntando con ustedes — dijo Dylan mientras se lleva la mano izquierda a la nariz y camina lejos de nosotras.
Instintivamente lo seguimos y seguimos molestándolo y lanzándole besos por los pasillos de la escuela. Una chica que caminaba demasiado rápido me alcanzo a golpear el hombro con tanta fuerza que caí al suelo. Cerré los ojos y gire hacia donde se había ido la chica, y solo alcance a ver su larga cabellera rubia y ondulada perderse por los pasillos.
— ¿Estas bien? — preguntó Rayven poniéndose en cuclillas para estar a mi altura.
— Eso creo — rápidamente busqué mi collar en forma de corazón en mi pecho, pero no lo encontré — mi collar — dije casi en un grito.
— ¿Qué? — preguntó Dylan asustado.
— El collar antiguo que mi madre me dio en mi cumpleaños hace una semana — ese collar era muy preciado en mi familia, si se me perdiera seria el fin. Mi fin.
— Allí esta — Rayven señaló un sitio no muy lejos de mí.
El collar se encontraba abierto y boca abajo, lo tome y observe lo que tenía adentro. Ni siquiera sabía que se abría. Adentro tenía una escritura la cual parecía, italiano, francés o tal vez latín.
Editado: 16.02.2018