Desde hace tres meses, he practicado con los poderes que el libro prometía, parecen fáciles, pero es la cosa mas difícil del mundo. Claro, Rayven y Dylan me cuestionaron durante 3 días por mi color de cabello hasta que les dije que había perdido una apuesta.
Una apuesta un poco inexistente.
Estábamos en clase de Historia, mis pensamientos me llevaban una y otra ves a las sirenas, a porque yo tengo que ser la persona que tiene una vida diferente a las demás, ¿habrá mas personas como yo?...
— ...Y cuando el territorio del paso de Asia fue dominado por los otomanos, los viajeros tenían que cruzar por otro lado para llevar cosas a Asia, las indias, aunque muchas personas tenían miedo de pasar por el Océano Atlántico, ya que decían que había Monstros marinos, El Kraquen, y Sirenas... — Al escuchar esa palabra mi cerebros automáticamente empezó a poner atención.
— ¿Sirenas? — Dije con una voz tan baja que pensé que lo decía en mi mente.
— Así es Adriana sirenas... — Todos voltearon a verme cuando la maestra dijo mi nombre.
Giré la vista hacia todos lados — Y ¿alguna vez se comprobó su existencia o algo así? — dios mío, ¿Qué es lo que estás preguntando?
— Sus preguntas son algo irrelevantes para la clase ¿No cree señorita Rixton? — toda la clase me miró de una manera demasiado extraña - Quiero que te quedes al final de la clase.
La bulla en el salón no tardó en aparecer. La maestras calmó a todos y ella siguió con su clase. Yo comencé a dibujar una sirena que llamo mi atención en el libro que me dio mi mamá.
Lo mas extraño del mundo era que las demás generaciones de la familia habían tenido su transformación completa. Yo era algo así como, la retrasada de la familia.
Escuche como sonó la campana del fin de clases, tome mis cosas y me levante de mi asiento, cuando ya iba a cruzar la puerta escucho como la maestra me llama.
Diablos lo olvide quería hablar conmigo.
Di media vuelta y me encontré con la mirada de la profesora desde la silla detrás de su escritorio. Esto era malo. Muy malo.
Di un gran suspiro y me acerqué lentamente a ella - ¿Porque quiso que me quedara a final de la clase? Y ¿porqué no contesto mi pregunta? - me senté en el banco que quedaba justo enfrente de ella sin quitarle la mirada.
— Bueno pues es que me llamó la atención tu pregunta — habló ella moviendo algunos papeles que se encontraban en su escritorio antes de meterlos en su maletín.
— ¿Por qué? — repetí sin quitarle la mirada de los ojos.
— Tal vez creas que te odio — inmediatamente fruncí el seño — pero — dijo rápidamente — no te odio.
-— Pues lo parece — Murmuré.
— Sólo me gusta que mis alumnos — hizo una pequeña pausa para mirarme de arriba abajo y prosiguió — especiales, tengan todo es conocimiento acerca de sus dones.
— ¿Dones? — dije sorprendida - señorita Brooks, no entiendo de lo que me habla.
Me paré del asiento, y caminé rapidamente a la puerta, si esta platica llevaba a donde yo creía, no era bueno. Nada bueno.
— Tu poder Adriana — me quedé helada con el pomo de la puerta en mis manos — tu poder es enorme no lo desperdicies — lo ultimo que supe, fue que se levantó de su asiento y me empujó fuera del salón — adiós pequeña sirena.
Y después de eso, cerró la puerta en mi cara.
— ¡Señorita Brooks! — grité a todo pulmón tratando de que me abriera la puerta.
Comencé a golpear tan fuerte la puerta que los pocos alumnos que había en el pasillo me miraban raro.
Una mano salió de dentro del salón y me jaló hacia dentro cubriendo mi boca para que dejara de gritar.
— Señorita Brooks ¿a qué se refería con lo que dijo? — pregunté en un pequeño susurro para que soltara mi cara. Y lo hizo, poco a poco.
— Ven a mi casa hoy — soltó de repente — este no es un lugar seguro para hablar de este tema.
Dudé un poco, pero tenia que averiguar como sabia el único secreto que tenia. Asentí y ella me extendió una hoja de papel la cual tomé sin dudar. Podía sacarle alguna información sobre las sirenas.
— Mi casa a las 3 de la tarde te espero allí — después de eso, ella abrió la puerta y desapareció por el pasillo haciendo resonar sus tacones y dejándome con un gran confusión encima.
* * *
Me di una ducha, y tomé lo primero que encontré. No, la verdad es que ninguna mujer sale a la calle con "lo primero que encuentra" pero es mas fácil que decir que nos tardamos dos horas sin saber que ponernos, hasta que encontramos lo menos casual en el closet.
Corrí a la parada del autobús, ya que aun no sabia conducir y no tenia auto mas que el de mi madre. Me subí al autobús y el trayecto la casa de la señorita Brooks fue eterno, no sabía cuando me iba a bajar, hasta que llegue la casa que describía la hoja y me bajé del autobús. Desde arriba de éste se podía ver a la maestra en la puerta de su casa esperando a ver a qué hora llegaba, me imagino que pensaba que iba a llegar yo en un carro del año o algo así, pero llegué en autobús llegue en un autobús
Editado: 16.02.2018