Metalord Revolution

CAPITULO 13 EL MERCADER EXTRANJERO

PERSPECTIVA: Rozuel Drayt

 

[EDAD: 5 años]

 

Volvía a casa después de practicar un poco de tiro al blanco con la pistola y la uzi, entre los estudios y la creación de mi nueva arma, casi deje en el olvido a mis primeras obras y salí al bosque para pulir mí puntería con ambas, además es la excusa perfecta para darle tiempo a madre.

 

Hoy era mi cumpleaños y como todos los años, madre preparaba un pastel para festejarlo, con el tiempo que estuve afuera ya debe de haberlo terminado, ya me imagino como será, apenas entre gritara sorpresa con el pastel justo en la mesa. Estaba frente a la puerta de mi hogar, sin hacerla esperar más, la abrí y realmente me encontré con una inesperada sorpresa.

 

—¡¡SOPRESA, FELIZ CUMPLEAÑOS ROZUEL!!

 

Era la unísono exclamación a todo volumen no de una persona sino de varias, resulta que madre no era la única en casa, varios habitantes del pueblo (incluidos los pocos hombres), tanto adultos como niños habían llegado a nuestra casa para hacer los preparativos y armar una fiesta de cumpleaños para mí con muchos bocadillos servidos y un pastel con el triple de tamaño que las que madre hace para estos días.

 

Era la primera vez que tenía una fiesta de cumpleaños de esta magnitud, y lo digo literalmente, ni en mi otra vida me vi reunido de tantas personas para festejar que me he hecho un año más viejo, ni cuando era huérfano ni menos un traficante de armas, aquellos días la pasaba a solos con videojuegos y comiendo helado, oh y en el orfanato simplemente lo disfrutaba solo.

 

No tenía idea de cómo reaccionar ante algo así, trataba de sonreír pero era difícil porque no se me daba bien las falsas muecas.

 

—Relájate, parece como si nunca hubieras estado en una festividad –Dijo cierta bruja de cabellera naranja apareciendo a mis espaldas.

 

Paso un tiempo, aún tenía el brazo muy vendado, pero ahora podía disfrutar de estar fuera del hospital siempre y cuando no haga algo imprudente que le obligue a hacer esfuerzo físico de más a su miembro lastimado por la maldición.

 

—Eso es porque ciertamente NUNCA he estado en una –Le comente yo.

 

—Cierto… había olvidado ese detalle, lo siento.

 

Una de pocas veces habla de más, pero al menos si la comparo con la Riza de antes, era como si aquella bruja arrogante nunca hubiera existido, su cambio había dado un giro radical de 180 grados.

 

Por otro lado me asombra el hecho de que incluso en una época tan primitiva de un mundo diferente existan las festividades de cumpleaños tan iguales como los de mi procedencia natal, parece que su origen viene de décadas atrás, quizás un siglo, no hay detalles precisos pero se remonta a que una nación extranjera inicio esta moda y otras empezaron a imitarla teniendo un gran impacto cultural a nivel global por todo Avalia hasta los días de hoy.

 

Era molesto tener que charlas con las chicas, más bien aburrido, pero en el fondo se sentía bien, era agradable entablar una relación social que no tenga que ver con negocios, estar solo tenía sus ventajas pero también el no estarlo tenía las suyas.

 

Llegamos a la parte de los obsequios, habiendo desde mucha vestimenta, presentes metálicos y preparados alquímicos de fragancia (si, incluso los perfumes ya existían en Avalia), pero entre los más destacados, estaba un anillo regalado por un hombre barbudo cuarentón quien trabajaba como un herrero en Windaz (además de ser el esposo de la bruja alquimista).

 

No era un anillo cualquiera, el hombre me explico que su talento mágico radicaba en los encantamientos, de modo que este objeto metálico estaba encantado y al colocármelo en el dedo índice sentí una breve sensación indescriptible al ponérmelo.

 

—Me siento… más fuerte –Dije en voz alta.

 

El encantamiento del anillo me brindaba mayor fortaleza física, dicho de otra manera siendo un niño de 5 años ahora tendría la fuerza de uno de 10. Comprobé su efectividad yendo al patio y usando unas botellas vacía de vino como blancos, saque la pistola y disparando a unos cuantos, me percaté de que resistía el retroceso sin problema alguno.

 

— ¿Realmente soy más fuerte? –Me preguntaba de forma incrédula en mi cabeza.

 

Probé con la uzi sobre lo que quedaba de botellas vacías y resistía el retroceso como si mi cuerpo tuviera el balance físico de alguien mayor a lo que soy, este obsequio me venía literalmente como anillo al dedo.

 

Los invitados a mí alrededor aplaudían emocionados disfrutando del espectáculo que les brindaba el verme usar las armas de fuego, alguna vez tenían la reacción opuesta, las cosas sí que han cambiado bastante.

 

Eso me recuerda a una anécdota de hace unas semanas atrás en que la Eldar me llamo una vez para hablar sobre un asunto en relación a las armas de fuego que había creado, me propuso como idea originada de su mano derecha Naya, el crear una dotación de estas para el pueblo, con tal armamento en manos creen que sin duda estarían mejor preparadas para futuros ataques venideros.



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En el texto hay: reencarnaciones, armas de fuego, magia y aventura

Editado: 09.12.2023

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