Metamorfos

Capítulo 9

Dorian

-Sé que cada noche escapas mientras duermo para conseguir más comida –dijo Dorian entre jadeos mientras trataba de alcanzar la rama más alta. Habían corrido poco más de media hora entre la oscuridad antes de encontrar ese árbol. Demian ya lo esperaba arriba-. No quiero ser una carga en este viaje.

El lince negó con la cabeza. Cuando logró subir a la rama, se quedó de rodillas para estar a la altura de Demian. Apenas alcanzaba a cubrir los costados de ese rostro felino con sus manos y restregó su rostro contra la cabeza peluda de Demian. Recibió un suave lengüetazo por todo el rostro como respuesta.

-Ve con cuidado.

Asintió y desapareció a través del bosque como un borrón plateado. Era la primera vez que estaba despierto mientras desaparecía y sintió como la soledad penetraba hasta el fondo de sus entrañas.

No llevaba más de veinte minutos durmiendo cuando el crujir de los arboles lo despertó. Abrió los ojos pero no logró ver nada. Se abrazó al árbol  y se esforzó por controlar su respiración. No podía ser el viento el causante de ese ruido, no tenía la fuerza suficiente para causarlo. Además, ese sonido se parecía más al de las ramas al quebrarse. Y no provenía de arriba sino de abajo. De la impenetrable oscuridad que reinaba en suelo. Con movimientos lentos y silenciosos, alcanzó el bolso con el pie y se lo colgó en el dorso. La luz de la luna le permitía ver las ramas más cercanas a las que podría saltar pero no la criatura que merodeaba en el suelo.

Por unos segundos, el mundo pareció quedarse en silencio y en ese momento comprendió aquello que los adultos decían: antes de la tempestad viene la calma. El sepulcral silencio se vio interrumpido por la explosión de la madera del árbol en el que se encontraba. El árbol se estremeció bruscamente y empezó a ladearse con alarmante rapidez. Sin detenerse a pensar, Dorian corrió hasta el extremo de la rama en la que se encontraba y se lanzó al vació suplicando para alcanzar la rama que parecía más cercana. La piel de sus manos se desgarró al tallarse contra la áspera corteza pero eso no le impidió sostenerse y mantenerse alejado del suelo. Usando todas sus fuerzas logró alcanzar la rama con las piernas y subir el resto de su cuerpo. ¿Qué había sido eso? ¿Qué criatura tenía la fuerza necesaria para derribar un árbol tan grande como el que habían encontrado? Lo que fuera que estaba abajo, seguramente lo había localizado por el cabello que habían dejado atrás.

No pudo evitar gritar cuando el árbol que estaba a su lado explotó de la misma manera. Se cubrió el rostro con las manos sanguinolentas para proteger sus ojos de los cientos de fragmentos de madera que volaban en todas las direcciones. Trato de localizar otra rama cercana a la que pudiera ir antes de que él árbol en el que se encontraba explotara en pedazos. La más cercana se encontraba a unos tres metros. Ni saltando con todas sus fuerzas lograría llegar hasta ella.

Esta vez el árbol no explotó. Algo enorme parecía trepar lentamente hasta donde él estaba. Por más que se esforzaba, la tenue luz de la luna no le permitía ver nada. El crujir de las ramas cada vez se escuchaba más cerca. Respiró profundamente y tomó todo el impulso posible antes de lanzarse al vacío y tratar de alcanzar el árbol de al lado. Sus dedos apenas habían alcanzado la rama cuando una enorme sombra atravesó el cielo y lo golpeó en la espalda haciéndolo caer hasta el suelo. El impacto fue tan fuerte que llenó su campo visual de chispas. Algo crujió debajo de él y espero que hubieran sido las algunas ramas y no sus huesos.

Cuando pudo recuperar el aliento, gateó lo más rápido que pudo tratando de escapar de su depredador, sin embargo, algo en su interior le decía que estaba perdido. Sin los sentidos sobrenaturales de Demian, él no era más que indefenso conejo en medio de una jauría de lobos rabiosos. Todo estaba tan silencioso que juraba que podía oír el latido de su corazón. ¿Hacia dónde se había ido aquella monstruosa sombra? Sus ojos no eran capaces más que de percibir las siluetas de los árboles, y eso no era suficiente para trazar una ruta de escape.

Una mortífera garra lo golpeó en el costado y lo derribó varios metros más allá de donde había estado. Supo que había sido una garra cuando sintió las enromes y gruesas uñas cortar la piel de su brazo.

Al tratar de ponerse de pie, vio un par de ojos tan rojos como la sangre acercarse a él, acompañados de unas enromes fauces repletas de gigantescos dientes. Cerró los ojos y pidió disculpas en silencio a Demian por no haber podido sobrevivir solo una noche.



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En el texto hay: bestias, gay, sobrenatural

Editado: 02.01.2023

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