Metamorfosis

Capitulo 2

Hace una semana que "perdí" mi libro de macroeconomía, y lo pongo entre comillas porque sé que estaba en mi casillero. Pero eso no es lo más raro, ese día antes de irme a casa lo volví a revisar y todas mis notas junto al almanaque y el horario se cayeron de la puerta de mi casillero ni bien lo abrí, como si lo hubieran estado esperando.

Después de mirar cómo decoraban las baldosas color arena levanto todo y las vuelvo a pegar porque, a diferencia de lo que creí, el pegamento seguía estando por lo que es más raro aún.

Al abrirlo el día siguiente ocurrió lo mismo, volví a pegar algunas cosas, agarre el cuadernillo del taller de oralidad y me dirigí al aula con rapidez para no llegar tarde por culpa de mis decoración, de igual forma llegue un poco tarde y me retaron.

En ese mismo día "apareció" el libro que había desaparecido, desde ahí creí que era una broma de alguien y como no hice nada me dejó en paz devolviéndomelo.

Eso creí...pero el próximo día mis cosas volvieron a caer, las pegue quise agarrar otro de mis útiles, específicamente la cartuchera, pero este no estaba; para ese punto ya estaba enojada, sin embargo, no le dije a nadie pues pensaba que si no le prestaba atención ya no molestarán.

Ya cansada a la mañana que le seguía fui con cinta scotch por las dudas, y por suerte lo hice, las cosas se volvieron a caer, mi cartuchera estaba ahí como si nunca se hubiera ido y si esto no paraba me volvería loca.

Me decidí por preguntarle a Amanda si sabía algo de todo esto, su respuesta fue "no, pero tal vez es algo lunar o de energías. Siempre llevas malas energías, tal vez por eso se caen tus cosas", me enoje más.Yo no tengo malas energías, no es algo lunar y no solo se caen sino que desaparecen también.

Harta de la situación comencé a sacar lo que se necesitaría para las materias que corresponden para la próxima jornada escolar, vuelvo a casa con la mochila llena y entró al colegio de la misma forma; pero mis cosas seguían desapareciendo, parecía que se hubieran aprendido mi horario de la semana porque las cosas que me tendría que llevar a casa a veces no estaban todas, y la cinta no funcionó.

Si esta es una broma la persona que la esté ejecutando se merece un premio, ojalá se lo den y me deje en paz.

Como ya mencione, estoy harta de esta situación si en esta nueva semana continúan las bromas le diré al director o a algún supervisor lo que está ocurriendo.

Como siempre hablamos un rato con Amanda, la cual sigue creyendo que es todo culpa de mi "mala energía, y me asegure de mencionarle al frente de mi casillero quería con el director si sucedía algo más, por más mínimo que sea.

A lo que ella solo me pregunto si no estaba exagerando, por supuesto que no estoy exagerando, aunque es lógico que diga eso ya que no le tocó pasarlo con el suyo. La acompañe a su aula para después cruzar a la mía; nuestros salones están relativamente cerca, ambos están en el segundo piso, una a cada lado del pasillo y cuatro puertas yendo al final de dicho pasillo.

En realidad no me animo a ir a la oficina del director para comentarle lo que está sucediendo, pero si lo decía cerca del lugar del delito los delincuentes lo podrían escuchar y decidir parar su jueguito. No estoy segura de nada, pero eso debe ser un crimen contra la privacidad de la persona o algo así, no debe ser muy legal que digamos.

-En el recreo te busco y vemos si falta algo ¿ok?- demanda antes de llegar al final del camino. Entra a su aula y yo sigo caminando con mi mochila morada colgando de mi hombro, entró al salón, me dirijo a el mismo asiento de siempre y espero a que comience la clase distrayendome con mi celular y mirando algunos de los desastres que ocurrían aquí dentro, por ejemplo: los cortes de luz usando un invisible y una goma, romper las sillas y/o bancos, las peleas con tizas, como los chicos se empujan entre todos formando dos bandos y ver cual gana, etc. cosas que ocurrían todos los días y siguen siendo divertidas de ver.

-Hola, Vee...- llega James a mi lado saludándome tranquilamente, con una de sus manos en el bolsillo y la otra agarrando la correa de su mochila Jansport azul con lo que parecen manchas de lavandina como decoración.- ¿Me puedo sentar con vos?

-Hola, Jimmy. Sí, no hay problema, hace rato que no tengo un buen compañero de banco.-halago con gusto, me gusta hacer sentir confiada a las personas que me rodean. Como sé que le gusta el lugar contra la pared -como a todos- me cambio de asiento corriéndome hacia el banco para que pase.

-Eh...si, pero yo decía por hoy no más, no está mi banco por eso preguntaba...- giro mi cabeza hacia donde señala y veo que efectivamente el banco que debería estar detrás de mí no está. Mi cara debe estar deformada en este momento, ahora debe creer que soy una estúpida que le hace cumplidos por alguna rara razón.

-Ah...entonces...-antes de que siga balbuceando, consumida por la vergüenza, me interrumpe.

- De igual forma, si no te molesta, me gustaría sentarme acá hasta fin de año.- menciona suavemente al pasar detrás de mí para sentarse recostado su espalda en la pared mirando con todo su cuerpo en mi dirección mientras acomoda sus cosas. Y así se queda durante toda la clase, dentado con su cuerpo mirándome y uno de sus pies pasando por debajo de mi silla o usurpando el fierro del costado con sus pies.

Es lindo tener un compañero de banco, hace mucho no lo tenía y el tampoco, creo que nos hará bien a los dos. Es tonto lo que digo pero me hace sentir acompañada, hablar o tontear con alguien durante la clase es más lindo de lo que lo recordaba, además le puedo pedir ayuda o si necesito algún útil a él y no tener que ver cómo me las arreglo para no molestar a nadie e interrumpir la clase, supongo que Jimmy también lo siente así y por eso decidió sentarse conmigo y no en algún otro banco.

Muy en el fondo siento que somos almas que se perdieron en el camino y quedaron solas, pero que, si se lo proponen, juntas pueden volver a encontrar el camino formando una amistad a base de la vulnerabilidad que ambos tenemos y no deseamos demostrar, solo que uno conoce en carne propia lo que es estar solo y pasarla mal haciéndose el fuerte y desinteresado por lo que puede sentir la vulnerabilidad del otro, proporcionando una confianza que no se iguala con el simple hecho de mirarnos a los ojo.




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