¿Cómo pedir ayuda cuando no se confía en nadie?
¿Cómo abrirse al mundo cuando te han lastimado?
Cuestionamientos sin respuestas ni veredictos,
a espera de una mano amiga que los pueda revelar.
No busco compasión del espectador que observa;
ni yo misma he sentido compasión como individuo.
Pero busco en silencio algún tipo de auxilio,
aunque la respuesta se estrella y nunca logra llegar.
Cargamos los problemas en nuestra propia carne,
sin tiempo para dedicarlo a un tercero que sobra.
Valemos menos que el sonido en una sala de espera,
que flota tenue desde las bocinas del local.
No puedo exigir o suplicar el auxilio de un alma;
ni siquiera las personas cercanas saben cómo ayudarme.
Compartimos un espacio cerrado sin emitir palabras,
como un chofer y su cliente que repiten la misma jornada.
Contemplé la posibilidad de pedir socorro,
en un pobre intento por sacar el veneno del interior.
Pero cuán abrupto fue el fracaso del ensayo;
porque aquel despistado oyente no lo entendió.
No puedo decirle abiertamente que necesito ayuda,
ni exigirle que me auxilie porque no tiene el poder.
No cuenta con el carácter para apoyar a alguien,
cuya carne sigue goteando sin detener el sangrado.
Pero, en medio del desasosiego, no lo culpo.
Porque es un náufrago que también se está ahogando.
No podemos compartir la tabla porque se hunde,
así que dejaré que la tome mientras floto en el mar.
Y seguiré inerte, escuchando el silencio del viento;
a espera que este mudo grito de auxilio sea escuchado.
Anhelando que alguien entienda las señales en morse,
o vislumbre con los ojos del alma el llamado en braille.
Gracias por recordarme esta cruda y visceral realidad,
porque no quiero hablar de eso que me amarga.
Agradezco el recordatorio de esta frase magistral,
que anuló mi intento de pedir ayuda a alguien más.
#3036 en Otros
#824 en Relatos cortos
#153 en No ficción
poemas, vida muerte amor odio y esperanza, pensamientos y reflexiones de vida
Editado: 12.09.2024