No es un buen día.
Porque la tristeza volvió a la vida;
la opresión del pecho se hizo peor.
No es un buen día.
Porque la irracionalidad robó mi mente,
y mi enemigo interno me desafió.
No es un buen día.
Porque, después de despertarme,
quise de inmediato cerrar los ojos.
No es un buen día.
Porque volví a llorar con rabia y pesar;
intentando reprimir sin éxito los recuerdos de Vietnam.
No es un buen día.
Porque, aunque tengo una sonrisa,
mi corazón se encuentra hecho trizas.
No es un buen día.
Porque sé que guardo rencores pasados,
y se siguen acumulando en un rincón de mi mente.
No es un buen día.
Porque sigo encerrado en mis cuatro paredes,
sin iniciativa de buscar ayuda y avanzar.
No es un buen día.
Porque sigo procesando las cosas,
negándome obstinadamente a madurar.
Hoy no es un buen día;
y, posiblemente, mañana tampoco lo será.
Porque las grietas internas se vuelven más hondas;
porque, una vez más, el enojo comienza a brotar.
Así que, permíteme repetirlo una vez más;
Porque hoy no es un buen día,
y mañana, muy probablemente, tampoco lo será.
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Editado: 12.09.2024