Gretchen
Siguieron los sueños, toda la noche, no pararon los recuerdos, fue muy lindo sinceramente, ya todos seguían el mismo curso de como los tengo en mi mente y como todo sueño normal se pusieron raros en cierta parte, de formas diferentes, donde veía a gente desconocida de forma borrosa o de pronto me encontraba un conejito mutante, lo normal en sueños.
Estoy bobeando en mi celular aburrida, esperando a que llegue la hora de irme a la feria con los chicos tal como hace unos días hablamos y estoy algo nerviosa, hace mucho no me sentía fuera de mi zona de confort, mi vida era un constante espiral, hacer las mismas cosas, con las mismas personas y no me molestaba, era cómodo y nunca he sido fan de las cosas nuevas, me asustan.
Salgo de mis pensamientos cuando siento mi celular vibrar con un mensaje de Roxanne.
Rox
Ey, estoy en la Quinta Avenida
le hago un par de recados a mamá
¿vienes? Me aburro L
Miro algo extrañada el mensaje de Roxanne, ella nunca ha sido exactamente la hija que se ofrece a hacer recados, menos a esta hora, el sol está horrendo y ella odia sudar.
Yo
¿Tu? Rox nunca te ha
gustado ir a hacer recados
tu mamá hace años dejo de
insistir, ¿todo bien?
Rox
Ah sí, por supuesto, solo que
esta vez me conviene linda
a un par de calles hay una tienda
de videojuegos y mañana es la
fiesta de cumpleaños de un primo
y olvide comprarle algo, si mama se entera
dejo de vivir, ya sabes como es.
Rio levemente ante su respuesta, esta si es la Rox olvidadiza que conozco, dirijo mi miranda a la hora.
-Oh por dios, pero que lento pasa –murmuro rodando los ojos, cuando más rápido queremos que pase se vuelve eterno.
Aún faltan un par de horas para ir con los chicos, acepto quedando de llegar cuanto antes, por lo que me levanto y llamo a un taxi, ay cuanto amaría ya tener mi moto, pero resulto que tenía algo mal en el motor y paso de accidentarme por lo que la tuve que dejar más tiempo.
Cuando llega el taxi salgo de casa cerrando tras de mí y me apresuro a subir.
Al llegar a donde quede con Rox la busco con la mirada pero su rizada cabellera no está por ningún lado, suspiro algo molesta, por algo quedamos en un lugar, es la hora más transitada por aquí, de aquí a que la encuentre sin la mínima idea de su paradero se hará un día nuevo.
Marco su número continuando mi búsqueda con la mirada, pero su buzón es lo único que escucho tras unos segundos, gruño indignada dejándome caer en una banca.
-Hola –me saluda una voz desconocida y volteo a verla lentamente.
Es una chica con el cabello pelirrojo, aparentemente bajita, que me mira con una sonrisa enorme, quizá me lleve uno o dos años-
-¿Hola? –respondo confundida -¿necesitas algo?
-Te vi aquí sola y perdona mi confianza, pero ¿me ayudarías a subir algo a mi camioneta? –la miro boquiabierta sin saber que decir.
¿Que no me ve? Soy alta, sí, pero no soy muy fuerte y la cajonera que me apunta se ve pesada, además…solo no.
-¿Disculpa?
-Ay perdona, ¿tienes problemas de sordera? –cuestiona inocentemente y veo como toma aire para supongo gritarme su petición pero la detengo.
-No no, solo no creo poder ayudarte, algún empleado del local te podrá ayudar seguro.
-Ya les pedí, pero están atestados de gente, nadie puede y te vi aquí y pensé, ¿Por qué no? Se ve amable.
-Ah, pues –miro a los lados buscando alguna persona que se vea capaz de cargar lo que compro esta chica –puedes pedirle ayuda a aquel señor, quizá te pueda ayudar –le digo mirando a un señor alto y que da un poco de miedo pero el helado con chispitas y la playera con una calavera arcoíris le quita credibilidad.
-No creo que quiera, anda ven –me vuelve a pedir y su insistencia en que sea yo quien la ayude me está empezando a preocupar.
-Perdona pero no–respondo levantándome buscando escapar de su verde mirada, que me empieza a asustar, oh no, la paranoia volvió.
-Mira, solo lo cargamos hasta esa camioneta –responde señalando una enorme camioneta negra, eso no ayuda a mi tranquilidad –y listo, te vas –al decir lo último su mirada brilla con diversión, si, ya me asuste.
-Ah, mira, mi amiga, ya me tengo que ir –digo con fingida decepción por no ayudarle, me levanto y sin decir más camino al lado contrario de donde ella y su tenebrosa camioneta.
Seguro estoy exagerando, pero no me voy a arriesgar.
Casi troto mirando por todos lados buscando a donde ir, sintiéndome algo asfixiada por la cantidad de gente, me siento perseguida. Respiro profundamente relajándome, seguro no es nada.
Para quedarme más tranquila hago un mapa en mi cabeza y recuerdo que un par de calles más abajo hay una iglesia, que mejor lugar para estar en silencio y así llamo con tranquilidad a Rox de nuevo, nadie me va a buscar ahí en caso que tenga algo malo contra mi esa pelirroja tenebrosa.
Me dirijo hacia allá a paso apresurado y en cuanto entro suspiro más tranquila, solo hay un par de señoras hasta adelante rezando alguna cosa por lo que me quedo algo atrás sin llamar su atención.
Cuando ya tengo el número a punto de marcar las puerta abriéndose llaman mi atención y por puro instinto volteo encontrándome a la chica de hace rato con dos chicos, pero no alcanzo a verlos por los enormes lentes de sol y gorras que traen puestas, oh vamos, ya esto no es normal, tengo miedo.
Me agacho de inmediato arrastrándome lejos de la entrada, hasta una puerta que no tardo en empujar lo más silenciosamente que puedo y entro apresuradamente cerrándola tras de mí, levanto la mirada y me encuentro con un cuarto gigantesco con escaleras de caracol en una esquina, que no sé a dónde llevan y el resto son confesionarios.