Metanoia

Capítulo 15

Franco agradeció al cielo poder marcharse ese día a casa. Amaba su trabajo, pero justamente ese día deseaba llegar con Alex y saber cómo había estado su día, además de hablar sobre Cadie. Todo se encontraba en silencio cuando ingresó al departamento y, justo cuando estaba por llamarla, un grito desgarrador inundó el ambiente. 

Soltó las bolsas con la cena junto con todo lo demás y corrió hasta el lugar de donde provenían los gritos. Posiblemente la escena que vio sería algo que nunca olvidaría. Ahí estaba sentada en el suelo con trozos de lo que parecía una maceta de cerámica a su alrededor, tierra, pero eso no era lo importante, nada era más importante en ese momento que ella.

Alex tenía los ojos cerrados con fuerza, sus manos se encontraban llenas de sangre, aferrando con fuerza algo en su pecho. No recordaba haberla visto tener una crisis tan fuerte, esta era distinta a todas las demás. Se acercó con cuidado y se agachó al frente suyo. Lágrimas y más lágrimas brotaban de los ojos de Alex mientras su rostro, cuello y pecho se encontraban cubiertos de sangre.

―Aquí estoy, cariño ―susurró mientras acunaba su rostro entre sus manos―. Aquí estoy, cielo. 

―¿Por qué? ―exclamaba una y otra vez sin dejar de abrazarse.

Franco no estaba seguro de qué tan graves eran sus heridas físicas y le urgía saberlo, pero Alex no dejaba de arrugar un papel contra su pecho. De pronto recordó haber dejado el expediente de Cadie en su escritorio y su hoja de vida con su fotografía no se encontraba en el folder. Con sus pulmones hechos pasas se giró a Alex y observó el papel en sus manos.

―¿Alex? ―le llamó con un hilo de voz, pero ella no dejaba de mecerse en el suelo.

Con pesar se dejó caer en la silla sin poder respirar bien. Entonces lo entendió. Se conocían, las dos estaban juntas cuando… solo Alex había sobrevivido. Solo eso tenía claro.

―Déjame revisarte ―le dijo en un susurro, acuclillándose frente a ella.

―No ―dijo con la voz tan rota que unas lágrimas se deslizaron en el rostro de él.

―Solo es una fotografía, Alex ―le dijo sin medir sus palabras y ella lo miró llena de ira.

Se levantó con furia, agarrando la planta de hortensias. Ni siquiera se cohibió cuando la tierra entró en sus heridas y se marchó del despacho dejándolo solo con la maceta destrozada al igual que el corazón de ambos.

 




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