Metanoia

Capítulo 19

Su cuerpo se paralizó. La había encontrado, al fin había encontrado la respuesta que había estado buscando por semanas. Aunque Franco había respetado la decisión de Alex de no buscar a su familia, él lo había hecho por su cuenta, pero lo que había encontrado no había sido para nada lo que esperaba.

Se sobresaltó al escuchar su teléfono sonar y, por un momento, creyó que Alex lo había descubierto. En cambio era Ray quien le llamaba. No podía ser una coincidencia, ¿o sí?

―Franco, he hallado algo ―se apresuró a decir Ray cuando Franco contestó la llamada.

―Lo sé.

―Ella… ―comenzó a decir, pero luego se detuvo―, ¿qué sabes? ¿Te lo dijo?

―No. He estado buscando en Internet desde que estaba en el hospital. Y ahora que sé de dónde es… Hay varios artículos que creo que mencionan su nombre.

―Envíamelo ―le pidió; Franco lo hizo en el instante―. Conozco un lugar en el que podamos hablar.

―Por favor, no le digas a nadie sobre esto ―suplicó Franco.

―¿Por qué? ―preguntó Ray sorprendido.

―Solo… aún no ―susurró después de un momento.

―De acuerdo.

 

―Es ella ―confirmó Franco al ver las fotografías que Ray le había mostrado.

Todas eran de Alex, tomadas de forma infraganti donde se podía ver que hacía algunos negocios turbios. Con un suspiro de pesar se recargó en la pared. A Ray no se le había ocurrido un mejor lugar que un callejón cerca de la cafetería de Laura, donde precisamente Alex se encontraba.

―¿Crees que ella tuvo algo que ver con lo de…? ―se calló al ver la expresión de Franco a su lado.

―No, no lo creo.

―¿Por qué? ―cuestionó Ray, encendiendo un cigarrillo.

―No puedo explicarte  ―dijo con frustración, alejándose de la pared.

Ray lo miró boquiabierto.

―No me malinterpretes ―dijo Franco alzando una mano―. De verdad no te lo puedo explicar, pero aún la escucho llorar en las noches.

―Tal vez por lo que le hizo a Cadie ―comentó Ray, dejando escapar el humo; Franco lo asesinó con la mirada.

―¿Por qué Alex también estaba herida?

―Buena pregunta. Y Alex recibió casi la misma tortura que el masculino ―asintió para sí. 

―Entonces, ¿por qué dudas de ella?

―¿Cómo es que conocía a Cadie? ¿De dónde? ¿Por qué? ¿Cómo es que Cadie entra en la ecuación de las disputas de la mafia?

―No lo sé ―murmuró Franco cruzándose de brazos.

―¿Leíste los comentarios?

―No, ¿en dónde?

―En redes sociales, dónde aparece uno de los artículos que me mandaste ―dijo Ray, sacando su móvil para buscar la publicación y mostrarle. 

―Esto es ridículo ―bufón Franco devolviéndole el dispositivo a su amigo.

―Entre todos ellos se corre el rumor de que es líder de esa familia. Y que es despiadada. Para algunos con solo escuchar su nombre es suficiente para cagarse encima.

―No… ―negó Franco con la cabeza, algo cabizbajo. 

―Es lo que es.

―Pero ahora…

―Franco ―le llamó Ray y este soltó un suspiro con pesar―, estoy casi seguro de que ella ya sabe quién es. Sólo es cuestión de tiempo y no debemos exponernos a ella. Tal vez la estén buscando.

―¿Quiénes?

―No lo sé. Quizá la familia que la torturó, o su propia familia. Ellos no pueden estar sin algún líder.

―Pero, agh ―se sacudió con fuerza el cabello―. Sé que ya no es la misma de antes.

―¿Cómo lo sabes? ―preguntó Ray, escéptico. 

―Solo lo sé. 

―Bien ―sentenció Ray, pisoteando el último trozo que quedaba del cigarrillo―. Yo no voy a poner en riesgo a nuestros amigos, Franco. 

―Lo sé. 

―Y espero que tú tampoco te expongas al inevitable peligro ―se alejó de la pared y caminó rumbo a la cafetería―. Vamos, hay que enfrentar a la temible Alex…




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