CAROL
Ha pasado una semana desde que regresé a mi casa, fue maravilloso ver a mis hijos de nuevo, disfrutamos contando historias de nuestros respectivo viajes, por supuesto yo tuve que omitir varias pequeñas escenas.
He retornado a mis labores en la oficina, mi asistente me ha puesto al tanto de la información recibida y tengo mucho trabajo que realizar.
-Licenciada, permiso, hay una persona que la espera en recepción, necesita una asesoria por un contrato de arrendamiento-, además le informo que acá están sus hijos esperándo por usted-. Upss, he olvido que invité a mis hijos a almorzar; sonrio, ellos siempre y sus ocurrencias, llegaron una hora antes de la prevista, deben estar tramando algo.
-Por favor Dina, dile al cliente que pase adelante-. Estoy sentada frente a mi computadora, cuando escucho una voz conocida, la shusha..... no puedo creerlo. -¿Hola licenciada, como está?- Tengo frente a mí a Dave, quien me sonrie y hace su entrada en mi oficina. Giro los ojos, no puedo creerlo, ¿ahora que tramará?. -Hola Dave, ¿que haces aquí?. -Oye Carol, ¿así recibes siempre a tus clientes? Me sonrie y extiende su mano para saludarme. Me doy por vencida, tiene razón, no debo estar a la defensiva, debo escucharlo y ser profesional. -Está bien Dave, siéntate, dime, ¿en que puedo ayudarte?. -Eso está mejor- toma asiento y me extiende un sobre con documentos. -Escucha, he decidido arrendar una casa en la Antigua Guatemala-. Ohhh no puedo creerlo, está hombre es una cajita de sorpresas.Continua explicando. -Pues, me dieron a revisar el contrato de arrendamiento, pero...pues como no está acá mi abogado y como la legislación en este país es diferente, consideré que era necesaria buscar asesoría-. Es comprensible lo que acaba de decir, sin embargo tengo mis reservas al respecto. -Está bien Dave, déjame revisar el documento, ¿quieres tomar algo?-. -Si, gracias, un vaso con agua está bien-. Llamo a Dina y al cabo de unos segundos, entra con un vaso, que coloca sobre mi escritorio. Estoy leyendo la minuta del contrato y él me observa en silencio. -Bueno Dave, ya que he leido el documento y he visto que todo está en regla, me gustaría saber si tienes alguna duda con respecto a alguna clausula-. Coloca su dedo pulgar sobre los labios y me parece tan sexy; hmmmm debo quitar esos malos pensamientos que están formandose en mi cabeza. Al cabo de unos segundos contesta: -Pues, la verdad es que todo lo que indica es lo que anteriormente me habian explicado y estoy de acuerdo con las condiciones-. -Me parece bien entonces...- Me interrumpe -Sin embargo, me gustaría que me acompañaras cuando firme el contrato, por si surge algun otro asunto, en el que necesite que me asesoren-. -Escucha Dave, no será necesario que te acompañe ningún profesional del derecho, ya no deben haber cambios, todo está estipulado en el documento-. -Pero no estaría de más tomar mis medidas-. Me quedo pensando. -Escucha, entiendo que tienes mucho trabajo, yo pagaré tus honorarios, al final soy un cliente que está contratando tus servicios -. Pienso por unos minutos, tiene razón, además estoy iniciando con mi oficina legal, necesito la mayor cantidad de trabajos, mis gastos son altos y aún no genero todo el dinero que necesito para cubrir mis necesidades económicas. -Está bien Dave, mi asistente te proporcionará mi propuesta de honorarios.- Me sonrie y verlo sonreir me produce una sensación extraña en el estómago, quiero pensar que es algo que comí, hace mucho tiempo que no me visitan mariposas en el estómago, si es que verdaderamente algún día me visitaron de verdad.
De repente la puerta se abre, es mi pequeña hija quien entra sonriente. - Angy hija, estoy ocupada, por favor no entres así, espérame afuera-. Ella hace pucheros -Lo siento mami- y gira sobre sus talones. Dave interviene. - Entra pequeña, ya habiamos terminado de hablar de trabajo con tu mami-. Ella le sonrie y asiente. -Gracias señor-. -Dime Dave, soy amigo de tu mami-. Ella pone carita de sorpresa - Mami, no conociamos a tu amigooooo-. -¿Usted es americano?-. Se dirige a Dave y el asiente. -Pero habla español-. -Si cariño, el señor habla español-. -Mami, ¿porque le dices señor si es tu amigo?.- Por favor Angy, esperame afuera, en unos minutos salgo y nos vamos-. Mi hija extiende la mano para despedirse de Dave y él cómicamente se levanta y hace un gesto en señal de despedida como en la época antigua. -Mami, me cae bien tu amigo, ¿porque no se va con nosotros a almorzar? Dave imita a mi hija y ambos sonrien. -Hija, Dave ya se retira, no lo molestes por favor-. -No, no, no es molestia, claro que los acompaño a almorzar, si por supuesto tu mami acepta-. Me siento entre la espada y la pared, me quedo dudando unos minutos y mi hija pone sus manitas juntas en señal de petición.- Está bien Angy, vamos a llevar a Dave a almorzar-. Sé que ha sonado a fastidio, pero no me hace mucha gracia que él vuelva así a mi vida y más estando cerca mis hijos.
Aviso a Dina que me tardaré un poco y que iremos a almorzar. Me encuentro con el rostro serio de mi hijo, quien esperaba sentado en la sala. -Ale, él es amigo de mami, su nombre es Dave, es americano y habla español-. Mi hija y su particular forma para comunicar todo la información junta. Dave extiende su mano y mi hijo lo saluda con mirada reservada. -Mucho gusto señor-. Dave se gira y añade : -Ya sé de donde ha heredado la formalidad este jovencito-. Mi hijo no está muy contento con la observación, me observa y camina en silencio. -¿Que les parece si nos vamos en mi auto?-. -Yo preferria que fuera en el mio Dave-. -Mami...-. Alex tira de mi blusa. -Déjalo que nos lleve en su auto-. Me habla al oido y yo observo la razón, giro los ojos y veo como Dave se divierte ante la situación. -¿Sábes que tipo de auto es éste campeón?-. Mi hijo lo observa con timidez -Si señor, es un BMW convertible, debe ser modelo 2005 o tálvez 2008-. -Perfecto, si sábes amigo, así es!-. Mi hijo le sonrie y he comprendido que encontró su lado flaco, de acá en adelante buscará cada oportunidad para hablar con Dave de autos, ¡hombre tenía que ser!. -¿Quieres ser mi copiloto?- La invitación va dirigida a Alex y él asiente. Tomamos nuestros lugares y la conversación entre ambos hombres ha iniciado. Mi hija y yo sonreimos en la parte trasera del auto, entendemos que no estamos invitadas.
Editado: 24.04.2019