1. Mía
Me encontraba con Abbie en una discoteca.
Despúes de unas cuantas copas, no me acuerdo exactamente cuantas me había tomado ya, me encontraba bailando junto a un chico.
Y no bailabamos muy separados que digamos.
Cuando la siguiente canción estaba comenzando a sonar Abbie apareció anunciando que ya era hora de marcharnos, ya que no teníamos coche y teníamos que ir andando.
Me separé del muchacho a regañadientes, ya que me hubiera gustado divertirme más esta noche.
Salímos de la discoteca agarradas la una a la otra, e intentando no caernos, ya que íbamos un poco ebrias.
Una vez en la casa de Abbie, me despedí de ella y me dirigí a mi casa.
Sin saber por qué, empecé a recordar historias que me contabas mis familiares, sobre seres sobrenaturales.
Sé bastante sobre esos seres, ya que de pequeña me daban miedo y leía mas sobre ellos o simplemente preguntaba a quien tenía mas cerca.
Recordando esos momentos e historias llegué a mi casa, me dirigí a la puerta.
Me dirigí a ella, introduciendo la mano en mi bolso para buscar las llaves para poder abrirla.
De repente escuché pasos de alguien, como si estuviera corriendo.
Me giré para ver que pasaba, y ví a un chico, bastante alto y musculoso que al parecer se dirigía corriendo en mi dirección.
Me puse muy nerviosa pensando en que podía ser un secuestrador o un violador o a saber qué y empecé a buscar las llaves aún más rápido.
Escuché los pasos detenerse y, al levantar la vista pude observar a ese muchacho delante de mí.
De un momento a otro me encontraba literalmente atrapada entre el cuerpo del chico y la pared, con sus manos a cada lado de mi cabeza, acorralándome.
—Mía. —dijo con una especie de gruñido mientras me miraba a los ojos.