El mall
13 de enero, 2018.
Elizabeth
Aveces quisiera decir que los maravillosos rayos de sol que entran por mi ventana es lo que me despierta, pero no, son los llantos de mis hermanos, los regaños de mamá, la voz ronca y fuerte de papá, eso es lo que en realidad me despierta.
Ya me estoy acostumbrando a esta rutina de aislarme del mundo exterior y la verdad estoy a gusto de esta manera, tengo más tiempo para mi y mis hermanos. Dibujo más, pinto más, leo más, escribo más, juego más.
Y vuelvo a sentir la misma mirada de todos los días, me pregunto cuando me va a dirigirá la palabra y me explicara por qué me mira tanto.
Conecto mi celular a el estéreo y busco mi playlist favorita. Entro al baño con mi toalla en manos y me desnudo.
Bajo ya vestida a la cocina y me encuentro con Noah y Alice sentados en el sofá, usando sus Tablets. Mi mamá en la cocina agarrando su bolso y papá bajando la escalera, arreglándose la camisa.
–Ya sabes, tu desayuno ya está servido, los niños ya desayunaron, no se quisieron bañar, baña los, cepilla les los dientes y peina a Alice –Mamá me abraza y me da un beso en la mejilla – Tienes que barrer la sala y la cocina, hoy el menú es espaguetis con albóndiga, va a ser fácil para ti. Recoge la ropa sucia y lava la, en la lavandería hay ropa de los niños, dobla la, hoy si quieres dejarlos salir o en el jardín delantero o con las bicicletas, pero déjalos salir y que dejen esos aparatos, por que se están poniendo adictos a ellos y no saben ser niños, a partir de ahora ponles horario –pone sus manos en mis mejillas y me regala una sonris– Mi vida, gracias por hacer esto, en tu cumpleaños te recompensaremos esto que haces por nosotros –termina de decir mamá y vuelve a abrazarme.
Papá se me acerca me despeina más de lo que ya estaba.
–Y peina te tu también –me da un beso en la frente y se va.
–Cuidense, los quiero –se despide mamá mientras cierra la puerta.
Me tiro en el sofá y mis hermanos se quejan por que quede encima de ellos.
No tengo nada interesante que hacer, aparte de la limpieza de la casa y hacer el almuerzo.
–Manos a la obra –digo para mi misma.
Subo las escaleras y voy directo a mi cuarto, a buscar los audífonos y mi mp3, saco la ropa sucia de todas las habitaciones y meto en la lavadora una cantidad razonable.
Ayer pasó algo que en una profunda parte de mi esta feliz, pero confusa. Mi hermanito me dijo mamá, no me lo debería de decir, pero para él eso es inevitable, ya que yo siempre estoy con ellos y cuando digo siempre es siempre, eso causa que no se quieran alejar de mi, eso es un gran problema.
Yo soy la que sabe las tallas de ellos, yo soy la que los acompaña en las fiestas de sus amiguitos, yo los recojo en el preescolar, yo los cuido, yo le doy de comer, yo los vigilo, yo los protejo, yo le enseñe a manejar bicicletas y yo los entiendo.
Eso es suficientes para que ellos me digan mamá o eso creó.
Mis papás no están porque ellos quieran. No. En cambio ellos trabajan 9 horas al día por nosotros, para tener una buena economía y tener todo lo que merecemos.
Ellos se esfuerzan por nosotros, entonces yo les hago el favor de cuidar a mis hermanos, aunque no es favor por que no tengo nada que hacer.
Yo les debo mucho a ellos así que esto no es nada.
Entonces, en estos momentos ya he barrido la sala, la cocina y ya ellos almorzaron. Solo me falta poner la ropa en la secadora.
–Vamos Noah, Alice, en serio, están todos sucios con salsa en la cara y ahora se tienen que bañar –suplico .
–No, quielo jugar, pelo si me complas un Kao Kao, me baño – dice Alice alzando las cejas, esta niña trata de manipularme.
Comienza a hacer pequeños pucheros, a los cuales ella sabe que yo no me resisto, ella es toda una ternura.
–Mira, primero te bañas y veremos después si papá nos deja ir al mall, para comprar el panda Kao Kao, ¿Okay?
Me pongo a su altura, los veo a los dos, Noah tiene los ojos llorosos y Alice hace sus famosos pucheros.
Son tan adorables y son todo míos.
–Okay –responden los dos al unísono.
Suspiró y me encaminó a el baño, con ellos siguiendo me por detrás.
Me preguntó, ¿Desde cuando ellos son unos pequeños manipuladores? Y ¿Quien les enseñó eso a mis bebes?
–Eiza, papi dijo que mañana es tu cumple –comenta de repente Noah, él no es de hablar, pero si es de hacer travesuras.
–Asi es, mi amor –respondo y lo meto en la tina que ya tenía preparada para ellos.
–Pelo, tengo la lopa pueta –protesta ya que a él le gusta tener orden en todo, nos salió un niño ordenado y muy travieso.
Le quito la ropa y meto a Alice a la tina.
–Bañense bien, ya yo les enseñe, si no lo hacen bien yo lo sabré y no vamos a ir al mall.
–Eta bien –responde Alice rodando los ojos.
Salgo del baño y sacó mi celular, marco el número de papá.
Primer pitido.
Segundo pitido.