Regalos
14 de enero, 2018
Elliot
Ayer en el camino de regreso a casa, hubo mucho silencio, más de lo que esperaba, mentira, esperaba que todo fuera un desorden, los niños jugando con el inmaduro de Michael y Elizabeth sin parar de hablar o no quedarse quieta, sin embargó, todo fue diferente. Elizabeth, por decisión de Michael, se sentó adelante, de copiloto, mientras tanto atrás Michael, Noah y Alice estaban callados, algo había pasado y Michael lo debía de saber ya que apoyaba el silencio, entonces si era así, era algo grave.
Pero, por lo visto la más afectada fue Elizabeth, la miraba cada 5 minutos o menos, como siempre estaba escuchando música, pero no puede evitar preocuparme por ver que estaba llorar y de seguro el haber visto a Louis y a Charlotte, abrió viejas heridas.
Ya a las 6:07 PM, ella había llegado a su casa sana y a salvo, junto con sus hermanos, claro está, sin ánimo alguno, volvió a dar las gracias y finalmente se despidió.
Claramente algo no está bien en ella. Y eso me preocupa.
Cuando la vi entrar a su casa, regresa mi vista a Michael, quien también estaba preocupado por ella. Volteo a mirarme y con eso ya supe que luego me contaría.
Había guardado el auto en el garaje y no me había dado ni cuenta de lo que se quedó en la alfombra del copiloto. Los libros de Elizabeth.
Tomando la bolsa de donde estaba, salí del auto y al entrar a la casa un olor exquisito inundó mis fosas nasales, en ese momento se me hizo agua la boca. Sin más preámbulos, subí a mi habitación, dejé la bolsa en mi cama, saqué el objeto rectangular del bolsillo de mi pantalón y lo guarde en mi caja fuerte, la cual estaba debajo de mi cama. Sí, caja fuerte, con Michael cerca tengo que tener caja fuerte para que no toque mis cosas más importantes.
Y lo demás, pues me la pase comiendo.
Pero, en la noche no puede evitar escuchar sollozos, provenientes de la habitación de Elizabeth. Eso me partió el corazón, al escucharla llorar y no hacer nada.
Pero, en estos momentos estoy esperando a que el dramático de mi hermano me cuente lo que paso ayer, en el estacionamiento.
–Bueno, ya te cuento –Michael suspira y prosigue– Cuando te fuiste, Elizabeth comenzó a regañar a Alice por haber corrido hacia... ¿Louis? y haber hablado con él y estar abrazada a él, pero Alice le dijo que ella podía hacer lo que quisiera. Esa niña tiene carácter. Y también le dijo que por culpa de ella; ósea de Elizabeth, ya no podía estar cerca de Louis y muchas ofensivas hacia Elizabeth, diciendo que ella no era su mamá, y muchas otras cosas. También está la parte en que Noah se metió a la discusión y regañó a Alice, así que ahora hay bandos. El bando de Elizabeth y Noah, y el de Alice. Claramente eso afectó a Elizabeth –contó todo apresuró y salió de mi habitación.
Pobre de mí Elizabeth.
Después de tantas horas pensando en que hacer para poder estar más cerca de Elizabeth se me ocurrió la mejor idea. Y estaba a pocas horas de ejecutar la.
Solo me fije una última vez en mi espejo que todo estuviera bien con mi vestimenta, porque si voy a ir a la cena del cumpleaños número 17 de la chica que me gusta, tengo que estar presentable o mejor dicho guapo.
Ya al haber echó mi revisión, agarro mi regalo para Elizabeth y bajo a la entrada de la casa, donde estaban mis padre y mi hermano.
–Al fin bajas –suspira Michael.
Ignorándolo y pasando por su lado, salí de la casa muy sonriente, para llegar a unos cuantos pasos a la de Elizabeth.
Cuando llegue a la tan esperada puerta de madera pintada de blanco, espere a mi familia, para que mi mamá pudiera tocar el timbre y que nos recibieran.
Esos minutos me dieron a pensar lo tan emocionado que estaba, de lo preocupado que estaba de que a Elizabeth le guste mi regalo y que cambie de ese ánimo triste a uno feliz y alocado, como siempre a sido.
Pero, entre mis pensamientos me percate de que unos ojos café hermosos me miraban y también que ya mi familia estaba a mi lado.
–¡Hola! Bienvenidos, pasen –invita Elizabeth con una sonrisa cordial.
Al moverse y darnos paso para entrar, me fijo en lo hermosa que le así lucir su look. Una blusa gris, manga larga de lana , con letras en grande "NY", en negro y chocolate, una falda chocolate a la mitad de la pierna, con unas tacones negros, para nada muy altos. Completamente hermosa.
Pero, al darme cuenta de que ya todos habían entrado, decidí hacer lo mismo y felicitar a Elizabeth, para después entregarle su regalo y que ella lo pusiera en una mesa al lado de la puerta, donde habían más.
Quisiera saber si ella me pudiera dar una oportunidad, no se, una oportunidad para conocerla, para ser su amigo, para ser su mejor amigo, para curar la, para ser su novio. No se.
Estoy gustoso al haber estado sentado al frente de ella en toda la cena y queda recalcar que no me esforcé mucho en disimular que la miraba, ya que ella también lo hacía, pero su mirada quería descifrar algo en mi.
Y bueno, desviandome del tema, me acabo de dar cuenta que mi mamá no es la única que cocina delicioso, porque este dulce de chocolate y el helado casero, saben delicioso, un deleite para mi.