Su habitación
14 de enero, 2018
Elliot
Es maravilloso estar en la habitación de ella, nunca antes lo había visto por dentro, es mas fantástico de lo que pensé. Hasta estar en silencio con ella es algo maravilloso, escuchar su respiración relajada, ver sus movimientos calmados y despreocupados, me da paz interior.
Observar cada centímetro de su piel tersa y blanca, me hace ver lo perfecta que es, sus mejillas regordetas, la hacen ver adorable, junto a sus preciosos hoyuelos. ¿Hay algo que la haga ver fea? No creó, hasta en su peores fachadas ella esta perfecta.
Hoy, mis deseos de estar más cerca de ella, son mucho más fuerte que antes. Es como si ella fuera un imán, que me estuviera atrayendo cada vez más a ella y esta logrando su cometido, por que ya estoy en su habitación, lo más lejos que hubiera podido llegar antes, pero, lo hice, estoy aquí, junto a ella, mirándola mientras abro uno de sus regalos y se los pasó.
Estoy aquí, en su habitación, deseando más cercanía y a la vez respetando su espacio, su decisión.
No por mi culpa va a sufrir, no de nuevo, no voy a ser egoísta y tampoco quiero pensaré solamente en mi.
Y cambiando de tema, me sorprendí al haber visto a el mejor amigo de Elizabeth que vino a entregar le los regalos de su cumpleaños, pensé que harían lo mismo que ella, ignorar a todos y comenzar de cero. Creo que me equivoqué. La quieren de regreso. Y no puedo evitar que eso pase. Son sus amigos.
-Sabes por que es tan difícil abrir sus regalos, Elliot? - me pregunta de la nada.
No se como responder a esa pregunta, nunca tuve amigos, soy un chico solitario, mi único y verdadero amigo es mi hermano, aun que sea un pequeño inmaduro. Tampoco lo sabría si tuviera amigos, no siento lo que ella siente.
-Es por que no debería de haberles dejado de hablarles, es por que los extraño, es por que no quiero seguir llorando, es por todo eso - dice al final, sin esperar mi respuesta.
Alza la mirada y la conecta con la mía, me sonríe de esa manera que sabe hacer, resaltando sus hoyuelos, achicando los ojos y enseñando unos cuantos dientes. Siempre me a encantado esa sonrisa, creo que... me enamora su sonrisa.
Expira su brazo hacia los regalos que están apartados y me los entrega.
-Abre los tu, si? - solo asentí a su pregunta, agarre los regalos y los pose en mi regazo.
Los mire, tanto que tarde mas tiempo de lo que pensé mirándolos, finalmente me atreví a abrir un regalo, eran dos libros, mire fijamente el título del primer libro, era Orgullo y Perjuicio, uno de los libros favoritos de Elizabeth, pero ella no había tenido la oportunidad de poder tener el libro en sus manos, ya no se podía decir eso, ahora lo tenia.
Casi tan rápido como puede comencé a revisar el libro y encontré una nota escrita a mano, pegada en la portada.
-Léelo - me ínsito - pero en voz alta.
Pase mi mirada de la nota a Elizabeth, y volví a repetir el gesto, agarre la nota y la acerque a mi. Aclare mi garganta.
-Te acuerdas el día que fuimos al parque y que tu de loca te acostaste en el césped, bueno, ese día me dijiste que estabas triste por no haber encontrado un libro, me costó mucho poder saber cual libro era, pero, ya lo tienes gracias a mi. Espero que ya no estés triste.
Justo cuando termine de leerlo voltee a mirarla, ella solo suspiró y me volvió a sonreír. Creo saber de quién es este regalo, solo... no quiero mencionarlo.
Agarre el segundo libro, este me acordó a un día en especificó, lo mire con detenimiento, no tenía ninguna nota, pero cuando mire a Elizabeth note que sus ojos estaban cristalizados, tomó el libro de mis manos y lo abrió. Era como si estuviera viendo una de las maravillas del mundo.
Se quedó mirando la segunda página con nostalgia, como si el título de la novela fuera de lo mas triste, hasta que me entrego el libro y apuntó a una frase escrita a mano debajo del título.
"Otra manera de estar juntas es esta, teniendo las tres, el mismo libro que nos encantó al ver la película"
-C
Sin perder más segundos agarro los dos libros y los dejo en su escritorio, mire los otros dos regalos, se volvió a sentar a mi lado, miro los regalos al igual que yo y volvió a regalarme esa sonrisa que me enloquece y enamora.
Me quedé como bobo mirándola mientras ella solo sonreía mas.
-Creo que se te dilataron los ojos - saltó una risa burlona.
Reaccionando a su comentario, aparte la mirada y cerré los ojos. No puedo creer que se me hayan dilatado los ojos con solo mirarla de cerca.
Siendo valiente, la mire de nuevo, sonriendo le como si nada había pasado, y es que, nada había pasado, solo era yo admirando la belleza de mi dulce amada.
Observe cada detalle de su rostro, y hubo algo que me emocionó, ella tenía las mejillas sonrojadas. En realidad, nunca antes la había visto con sus mejillas sonrojadas, y nunca hubiera pensado de que la primera vez que la viera así fuera por que yo la estuviera mirando.
-Y yo creo que te sonrojaste- la imite.