Nuestros amigos seguían disfrutando de un tiempo en familia, aunque no todos se sentían muy unidos, Minerva y Aspen seguían separados por aquella brecha invisible que lastimaba el corazón de la princesa, sin embargo, Alejandro trataba de unir siempre a su familia y esta ideando un plan para ellos pudieran convivir en armonía, por otro lado, Albatros y Emm ya habían llegado al reino del sur, en ausencia de los reyes, ambos tenían tareas asignadas que debían cumplir estrictamente, por eso no tenían tiempo de verse.
La princesa Isabela estaba tomando su té tranquilamente, eran como las diez de la mañana y ya le habían anunciado de que su caballero estaba por llegar.
—Alteza, el caballero Emm ya esta listo para presentarse ante usted y ponerse a su servicio.—le dijo Cornelio el mayordomo.
—Que pase.—Expresó Isabela con una expresión de desinterés absoluto.
—Adelante, la princesa Isabela puede recibirlo.
—Gracias.
Isabela se encontraba de espaldas a la puerta donde entraban a su salón de té, ella llevaba un vestido rosado y sus joyas brillantes, llevaba el cabello recogido y se veía muy hermosa, con toda su soberbia siguió tomando su té y solo se dignó a voltear cuando terminó de beberlo.
—Pueden retirarse, déjenme a solas con el señor Emm.—ordenó Isabela poniendo de pie y sus criadas obedecieron al instante.
—Si alteza.
—Así que tu eres el caballero que mis suegros mandaron mi cuidado ¿Eres esclavo de mi suegra la emperatriz Lía no es cierto?—Isabela giró hacia donde estaba Emm y al verlo se quedó perpleja.
—Así es, soy su familiar desde que ella era muy joven, mi nombre es Emm y seré su caballero partir de ahora, es un pacer conocerla.—Emm la saludó con una reverencia y quedaron frente a frente.
—¿Tu eres Emm? Creí que eras diferente…—externó en voz baja.
Emm era muy alto y de buen cuerpo, su cabello negro y sus ojos rojos le daban un toque siniestro, pero encantador, era de apariencia ruda y reservada, apenas si gesticulaba, era muy atractivo, simplemente hermoso.
—Espero no se asuste con mi apariencia demoniaca. —le dijo el con seriedad.
—En lo absoluto ¿cuantos años tienes?
—Seis mil años demoniacos para ser exacto, en años humanos tendría veintitrés años.
—Supongo que eres joven.
—Los demonios envejecemos más lento que los humanos, estoy en la edad perfecta.
—Ya lo creo…bueno, ser mi caballero no será una tarea fácil, tendrás que defenderme a todo costa, al ser la princesa heredera de este imperio, me convierte en una de las personas más importantes del mundo, tanto así que si algún incidente llegara a ocurrir, no solo serías despedido, si no que tu cabeza rodaría por las calles, sin importar que seas el familiar de la reina del norte.
—Lo sé, no es la primera vez que cuido de alguien.
—¿Así? ¿Y a quién cuidabas antes de mí?
—A mi madre.
—¿Tu madre? Ah, si, así le dices a mi suegra, bueno, entonces supongo que estas contratado, yo era el ultimo filtro, vámonos.—le dijo Isabela con una sonrisa coqueta.
—¿Qué?
—Me llevarás de compras, mi debut será el mismo día del cumpleaños del rey, aunque será el debut de las demás mujeres de alto rango, yo seré quien más resalte por ser la prometida del príncipe Aspen, así que necesito encontrar el vestido perfecto y por supuesto tu vendrás conmigo, si vas a convertirte en mi sombra, deberás acompañarme a todos lados ¿o no?
—Recibí reportes de que había criaturas deformes que comían carne humana, no creo que sea buena idea salir.
—Yo decido lo que es buena idea o no, tu estás aquí para protegerme, limítate a obedecer y estaremos bien, seré buena contigo si te comportas, tengo mala fama pero no soy tan estricta, así que vámonos, hay muchas tiendas a las que debo visitar, especialmente a la modista.
Desde ese momento, Emm supo que su trabajo sería emocionalmente agotador, pero esta preparado para hacer bien su trabajo, así que se comprometió a cuidar bien de la princesa Isabela.
—El carruaje la espera alteza.
—Gracias, quiero que no le digan nada de esto a mis padres, quien me desobedezca será despedido ¿entendido?
—Si princesa.
La princesa Isabela se fue en el carruaje con Emm, como no quería ser descubierta, se puso una capa, la más sencilla que tenía, todo para pasar desapercibida y también dejó todas sus joyas, por su vestimenta pasaría como una mujer adinerada y nada más.
Ciertamente los rumores de que había criaturas de formes devorando a las personas se corrió como la pólvora, en los barrios bajos, se escucharon unos gritos que sacudieron las paredes, se trataba de una mujer que llevaba a su bebé en brazos, en un callejón se veía a una masa de carne devorando ferozmente a un hombre el cual aun seguía vivo y la sangre le salía a chorros de la boca.
—¡Ahhhhh! ¡Auxilio! ¡Hay un monstruo aquí!—gritó al mujer horrorizada mientras huía.
Los guardias que escucharon esto se apresuraron y se encontraron con al fatídica escena.
—Maldita sea ¿otra vez?
—Es uno de esos monstruos que andan merodeando últimamente en la capital…
—¿Que demonios es esa cosa?
Dijeron los caballeros horrorizados y esta criatura levantó al mirada brillante y siniestra pegando un grito ensordecedor.