La reina había decidido encomendarle a Emm la tarea de convertirse en el caballero de la prometida de su hermano el príncipe, aunque ellos no se veían así y tampoco el rey aceptaba la relación que Lía les daba, ella siempre les recalaba que aunque no compartían lazos de sangre, ellos eran familia, cuando Aspen era pequeño, convivió con Beel y Emm de una manera muy cercana, tanto que él les lloraba cuando no estaban cerca, pero cuando la tragedia alcanzó a la emperatriz y el enemigo le arrebató a uno de sus gemelos bélicos, aquella relación comenzó a distanciarse entre Emm y Aspen, pues el caballero se sumergió en una terrible depresión y culpa que lo terminó aislando del mundo que lo rodeaba, incluyendo a las personas a las que alguna vez amó.
Aunque compartían a la misma madre y tenían prácticamente la misma educación, ambos eran como dos extraños que apenas si cruzaban una palabra, cuando Aspen vio que Isabela estaba siendo acompañada por él, prestó atención a los detalles y al ver la expresión de enfado de Emm creyó que le resultaba un fastidio cuidar de su prometida.
Emm recibía el mismo trato que un príncipe, la reina había dejado claro que ella tenía un segundo hijo y no era exactamente el que había perdido en el parto, pero Aspen no comprendía porque su madre le daba un encargo de un subordinado si decía que lo quería tanto, pero la realidad era que para Lía encargarle a Isabela, era un acto de suma confianza, pues sabia que él la protegería con su vida y confiaba en su hijo adoptivo más que en cualquier otro soldado, además de que por voluntad propia Emm había rechazado un titulo nobiliario y cualquier trato especial, el mismo había decidido convertirse en caballero para serle de utilidad a su madre y así tener la excusa perfecta de poder salir a las campañas o las misiones como un soldado para poder buscar a su hermana.
—Su alteza, me alegra verlo de nuevo.—le dijo Isabela haciéndole una reverencia y añadió.—¿como pasó la noche? Espero haya descansado.
—Princesa, se ve muy hermosa, dormí lo suficiente y ¿usted? Debe ser difícil conciliar el sueño lejos de su hogar.
—Para nada, tengo a mis padres cerca, además su majestad la emperatriz ha sido muy amable, ella misma me obsequió este vestido y su padre el rey me trata con cordialidad y ternura.—expresó imánela con una sonrisa.
—Me alegra escuchar eso.—Aspen se inclinó para ver a Emm.—Es bueno verte sin tu armadura, eres un hijo obediente, nuestra madre intenta darte una buena vida, pero parece que a ti te gusta sufrir como un plebeyo, me alegra que vayas a participar en la caza ¿tienes alguna dama en mente a la que quieras cortejar?
Inmediatamente Isabela se dio la vuelta prestando atención a su respuesta.
—Ninguna.
—Te vi bailando con mi loba blanca, no te dije nada por tratarse de ti, pero no permito que se le acerque nadie, tiene una apariencia adulta, pero para mí sigue siendo una niña.
—¿Esta celoso alteza?—le preguntó Emm mirándolo fijamente.
—Jajaja, para nada, tratándose de ti, estoy seguro que no le tocarías ni un solo cabello, no se te da bien hablar con las mujeres, aunque escuché un rumor de que estabas saliendo con una vampiresa que te triplicaba la edad.—exclamó Aspen con una sonrisa ligera y añadió.—¿donde está ella?
Aquella pregunta provocó que la sangre de Emm le hirviera entre las venas y la princesa al notar los ojos feroces de Emm trató de cambiar de tema.
—Su alteza, no quiero que nos demoremos más, me encantaría que mis tíos nos vieran llegar a tiempo.
—Tienes razón, será mejor que nos vayamos ¿nos adelantamos?—Emm extendió su brazo para que su prometida caminara junto a él.
—Por supuesto.
Emm se quedó a tras y apretó los puños dando pasos firmes hacia el frente.
—Su alteza fue muy desconsiderado al hacerle esa pregunta a mi caballero.—dijo Isabela con seriedad.
—¿Por que lo dices?
—La mujer de la que habla esta muerta, fue asesinada por el ángel Teldrasil, es un tema sensible, por favor no lo saque a relucir.
Aspen se quedó callado al escuchar aquella noticia, Emm no esparcía sus problemas a todo el mundo y esto solo lo sabían su madre y el rey.
—No lo sabía.—expresó el príncipe con seriedad y siguieron su camino.
La familia real llegó casi al mismo tiempo, estaban Valeska, Aspen, Alejandro, Eren, Reynar, Emir y Leonardo con sus trajes de caza he iban acompañados de sus mujeres, a excepción de Eren quién aun no estaba comprometido con nadie.
Los invitado se pusieron de píe y los recibieron con reverencias y halagos, no dejaban de adularlos, no había doncella que no envidiara a las mujeres de los Romanís, se pasaban el rato fantaseando con cada uno de ellos.
—Larga vida al príncipe heredero de esta gran nación, sus ojos son como dos esmeraldas puestas al sol, su mirada destaca entre todos los nobles.—le dijo un matrimonio importante del reino vampírico mientras lo saludaban.
—Y ni hablar de su bella prometida, se ve realmente hermosa esta mañana.—añadió una condesa esbozando una gran sonrisa y añadió. —La fama de su hermosura no le hace justicia cuando uno la tiene enfrente jaja.
—Les agradezco su amabilidad.—contestó Isabela con una sonrisa formal.
—Es usted un hombre afortunado alteza, debe ser el hombre más envidiado del imperio jaja.—dijo otro noble perteneciente al reino marítimo.
—Lo soy.—exclamó Aspen siendo lo más diplomático posible.
—Claro que la princesa también es afortunada en tener al heredero de este gran imperio como futuro esposo, hay muchas damiselas que quisieran ocupar su lugar jajaja, pero yo les digo que necesitarían tener tan siquiera la belleza del dedo meñique del píe de la princesa para poder estar a la altura.
—Es usted muy adulador barón de Casta, si nos permite.—Aspen se abrió camino entre aquellos que se gastaban la saliva para elogiarlos por todo, le resultaba irritante convivir con ese tipo de personas.