Mi amante el villano
Capítulo 1
De vuelta al inframundo
La sensación de dejar a las personas que amo no me era placentera, esa sensación terrorífica de saber que me perderé de una vida y que haga lo que haga nadie podrá devolverme esos años, esas vivencias, saber que mi rey me aborrece por haber abandonado el castillo me parte el alma, el hecho de no haber visto su rostro mientras se despedía, me llena de ansiedad ¿Qué pude haber dicho para que se quedara conmigo hasta el ultimo momento? Mi señor es cruel por nacimiento, no debí esperar dulzura de su parte, mucho menos desear que me rogara quedarme, pero me aterra saber que cuando lo vuelva a ver, su vida habrá cambiado tanto que tal vez me parezca un extraño, me pregunto que seré yo para él cuando mis ojos se crucen con los suyos, cuando mi corazón se detenga y mi respiración me falte cuando lo tenga frente a mí, sin duda extrañare al príncipe, pero a mi rey…a el le lloraré todo un mar.
Una vez que el portal hacia el inframundo se abrió, Lía y Eira se quedaron mirando sabiendo a lo que se enfrentarían, Lía miró por ultima vez aquel castillo que ahora se veía tan lejano y suspiro con dolor en su corazón despidiéndose de todo lo que conocía, la luz de la luna iluminaba los cuerpos de la bruja y del cuervo, Eira la miró y extendió su mano diciendo.
—Vamos, nos espera un largo camino.
—Estoy lista, nada hará que me arrepienta de esta decisión. —Lía tomó la mano de Eira y entraron juntos al inframundo, dejando atrás la época y las personas que conocía sabiendo que la próxima vez que regresara nada sería igual.
A pesar de que Lía había pasado muchos años en el inframundo, volver ahí de la mano con Eira le aprecia extraño, no sabía como iban a reaccionar los demonios y los seres oscuros que habitaban ese siniestro y solitario lugar, una vez que entraron y el portal al mundo exterior se cerró, las tierras áridas y frías de aquel reino escuro les dieron la bienvenida.
—¿Ya habías olvidado como era tu hogar? —le preguntó Lía mientras los dos contemplaban aquella oscuridad a la que sus ojos se iban acostumbrando poco a poco.
—Mi mente había olvidado lo bien que se sentía mi cuerpo con este clima y lo fácil que me es respirar aquí. —exclamó Eira pensativo y añadió. —cuando me enviaste a este lugar pude recordar un poco sobre quien era en realidad y por que había abandonado mi reino, pero aun hay muchas cosas borrosas.
—Lo sé, lo vi todo en el momento en el que te convertiste en mi familiar, creo que recordarás todo mientras más tiempo pases en tu mundo. —externó Lía con seriedad.
En ese momento, Eira tubo un oleaje de lucidos recuerdos que llenaron su cabeza, revelando todo su pasado.
La forma en la que Eira se había cruzado con Bitchancy fue realmente inesperada, desde que este mundo se había creado, Eira nació con un propósito claro, ser el monarca que gobernaría el inframundo y todos los niveles infernales hasta llegar al infierno mismo, nació y creció en la oscuridad, rodeado de toda la maldad posible, el inframundo no era lo que Lía conocía, era un reino bien establecido con súbditos a quienes gobernar.
Ubo un tiempo en el que existía un castillo, una corte, nobles y súbditos, pero en el momento en el que Eira abandonó el inframundo, todos se dispersaron, todo se detuvo afectando el orden natural de ese plano, el tiempo parecía haberse congelado, como si una maldición hubiese caído sobre sus habitantes infernales, encerrándolos en prisiones de obsidiana, volviéndose fósiles, que se convirtieron en partes de ecosistema de aquellas tierras, el hecho de que Eira abandonara su trono, trajo desgracias a su reino, causando caos, confusión y pánico.
Los únicos que no fueron tan afectados fueron los espíritus demoniacos, las legiones y los demonios descarnados, las criaturas más salvajes, agresivas y destructivas de ese mundo, las mismas que vagaban sin control destruyendo lo poco que quedaba, la verdadera oscuridad de los seres del vacío y de los carroñeros a quienes Lía enfrentó.
Por eso Eira veía a Lía con mucho respeto y la llamaba mi reina, reconociendo su poder y su jerarquía al haber conquistado un reino en completo caos, enfrentándose a los demonios y seres más temibles y poderosos de su reino, el trono donde Lía una vez se sentó era lo único que quedaba de aquel impresionante palacio que alguna vez fue un reino poderoso.
La caída del imperio inició con la traición del príncipe del inframundo, el hermano menor de Eira, Sakdras, quien por ambición quiso revocar a su hermano para ocupar su trono y coronarse como rey del inframundo, fue apoyado por un grupo de traidores a quienes confió su malévolo plan para asesinar a su hermano, intentaron quitarle la vida con puño de espada pero quienes lo desafiaban morían de manera instantánea, los demonios que formaban el ejército de Eira, la legión del rey fueron sorprendidos con una revuelta comandada por Sakdras y mientras ellos luchaban para evitar que invadieran el castillo, Pandora, una mujer demonio que en ese momento era el interés amoroso de Eira lo enveneno, existía un lago purpura que emanaba un gas toxico que era capaz de desorientar a quien lo bebiera y también lo debilitaba era un liquido mortífero aun para los habitantes del inframundo, lo mismo que la fruta del edén, un alimento dorado que crecía en el árbol de Serafinder, que podía otorgar un poder increíble a quien lo comiera o una muerte lenta y muy dolorosa si su cuerpo no era lo suficientemente fuerte para similar tanto poder.
Las cosas sucedieron de la siguiente manera, mil años atrás…
(Cuando estaban por atacar al rey)
Pandora se encontraba en sus aposentos, sentada al pie de su balcón mirando profundamente una de las plumas de la capa de Eira, ella era una princesa, hija de la nobleza, se dice que había nacido de un fruto prohibido, un afrodisiaco, era tan hermosa que parecía un sueño, su cabello era color purpura, brillante, sedoso y muy largo, su piel era como la porcelana y sus ojos color carmesí estaban adornados con grandes pestañas, sus labios tenían el color de las manzanas, era simplemente preciosa, estaba destinada a casarse con el rey del inframundo y convertirse en su esposa, Eira era como un sueño para ella, pero de pronto los planes cambiaron, la corte infernal decidió que Medea sería la reina ideal para gobernar junto a el monarca del infierno, pues decían que ella era una mejor candidata a convertirse en emperatriz, ella tenía el cabello del color del vino tinto, sus ojos eran color violetas y su elegancia y belleza no tenían precedentes, la noticia de que la habían descartado, dejó a Pandora en shock y se sumergió en una profunda depresión.
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Editado: 11.03.2024