El baile recién estaba terminando, los ojos de Lía se sentían pesados, pero aun así salió al balcón del palacio para tomar aire fresco, se veía cansada pero hermosa con su vestido de gala, aquella corona era pesada para su cabeza.
—Hubiese sido perfecto si el nombramiento me lo hubieran dado en el reino vampírico, una princesa podría casarse con un rey, no habría nadie que impidiera esa unión, hubiera sino un sueño jaja, un sueño hermoso. —se decía Lía a ella misma, pues estaba sola.
Me he pasado todo el tiempo pensando en él, deseando sus besos, sus labios frescos, imaginándome como sería si el rey y yo pudiéramos estar juntos, si el hecho de ser una humana no le pareciera tan denigrante, tal vez tendría una oportunidad, como me hace estremecer con esas manos que aprietan fuerte, asfixiantes y a la vez cálidas, con ese carácter dominante, soberbio y temperamental, es tan malo que me gusta…amar en silencio es como morir lentamente, una tortura constante que me carcome el corazón, ojala mis ojos pudieran verlo una vez más, ojala aparezca en mis sueños y me haga suya, solo ahí puedo amarlo con libertad…
La noche ya estaba avanzada y Medea caminaba siendo un manojo de nervios, le sudaban las manos y le palpitaba el corazón con una velocidad electrizante, estaba por encontrase con el rey, era la primera vez que la citaba en un lugar tan privado como sus aposentos y no sabía que pensar.
—Esto es tan estresante, no se si huelo lo suficientemente bien o si mi cabello se ve despeinado ¿me veré atractiva con este vestido? —Medea se detenía en cada espejo que veía, seguía viéndose preciosa, pero la ansiedad de encontrase con su prometido era tanta que su cabeza hacia mil ideas respecto a lo que pasaría una vez que se encontrara en los aposentos del rey. —parezco una amante que se escabulle en la madrugada para encontrase con su enamorado ¿Qué es lo que quiere decirme? ¿será que desea consumar nuestra unión antes de la boda?
Medea por fin llegó a la habitación real y delicadamente tocó la puerta, suspiro profundamente y antes de que pudiera tragar saliva, Eira le dio permiso para que entrara, una vez que las puertas se abrieron, el aroma masculino y delirante inundo los sentidos de Medea, había luces que tiernamente alumbraban el lugar, esto la hizo ponerse aún más nerviosa.
—Buenas noches mi rey ¿Qué desea de mí? —le preguntó Medea con la voz entre cortada.
—Gracias por aceptar mi invitación, espero no te sientas muy cansada, se que ha sido un día largo ¿quieres sentarte o tomar algo? —le preguntó el hermoso cuervo con caballerosidad.
Eira era irresistible, tan bello y atractivo que Medea no podía quitarle los ojos de encima, su espalada era ancha y su cintura angosta, llevaba una camisa azul marino delgada de manga larga con cordones en el pecho y unos pantalones negros que lo hacían ver muy varonil.
Por mas que Medea intentaba disimular, más se le llenaban los ojos con la hermosura de su prometido.
—¿Quieres algo de vino?
—Una copa de vino estaría bien por favor. —le dijo nerviosa.
—Tú cabello combina con el color del buen vino, nunca te lo he dicho, pero tienes un cabello hermoso, siempre me han fascinado los cabellos rojizos. —externó Eira mientras llenaba la copa.
La cara de Medea se ruborizó de inmediato y desde ese momento amó su color de cabello.
—Gracias por el cumplido. —Medea pensó en Lía y en lo roja que era su melena, se entristeció un poco, pero a la vez se alegraba de que el rey personalmente la hubiera elogiado.
—Nuevamente te agradezco por la lealtad que demostraste a tu reino y a mí, luchaste contra el ejercito de Sakdras y preferiste el encierro a someterte a su dominio, estoy seguro de que abrías aceptado la muerte si se hubiese requerido tu sacrificio.
—Solo estaba cumpliendo con mi deber, usted sabe que mi lealtad le pertenece, al igual que mi vida.
—Lo sé y estoy muy agradecido contigo, ahora comprendo que no habría una mejor reina que tú.
Los ojos de Medea brillaron como dos estrellas en el oscuro cielo, se alegraba de que el rey no pensara en remplazarla y una preocupación menos se quedó en ella.
—Te mandé llamar para hablar contigo del futuro de nuestro imperio, tengo que ser honesto sobre muchas cosas, eres la persona en la que más confió en este reino, me gustaría que pudieras comprender el porque de las decisiones que tomaré en los siguientes días.
—Lo escucho señor. —le respondió Medea intrigada.
—Necesito que adelantemos nuestra boda para pasado mañana.
—¿Tan rápido?
—Se que es muy apresurado, pero es necesario, se que conoces la relación que tengo con mi ama, estoy unido a ella por un contrato almico que no puedo romper, ella te ha dicho la verdad, ha intentado liberarme desde que llegamos aquí, pero he sido yo quien se lo ha impedido.
—¿Por qué mi señor? ¿Qué caso tiene seguir anclado a ella? —le preguntó Medea angustiada.
—Estoy en deuda con mi señora, no solo me liberó de las manos de una terrible mujer, si no que, por mi culpa, dos de sus familiares están vagando en el infierno, el daño que le hice fue muy grande y debo remediarlo.
—No me acostumbro a verlo sometido a alguien más, no se refiera a ella como su señora o su ama por favor, usted es el soberano del inframundo, rey de los nueve niveles del infierno, me parte el alma verlo atado a esa esclavitud extraña.
—No puedo evitarlo, es algo que se le da a una criatura que se ha convertido en el familiar de una hechicera, es normal para mí, adelantar nuestra boda es la única manera en la que tú puedes convertirte en mi reina consorte por el tiempo que pasaré lejos de aquí.
—¿Cuánto tiempo piensa marcharse? Acaba de llegar…
—No será mucho tiempo, confía en mí. —Eira tomó la mano de Medea y la miró fijamente y añadió. —al convertirte en mi reina, podrás gobernar en mi ausencia, se que lo harás de manera sabia y diligente, eres la única que puede hacer prosperar el reino en mi lugar.
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Editado: 11.03.2024