Igorif no sabía que decir, su rey, el mismo que inspiraba terror y no perdonaba la más mínima falta, había dejado pasar una terrible ofensa, aquella mujer había irrumpido en el campamento, infringiendo las reglas, este acto podría ser considerado como un complot contra la vida del dios de los seres sobrenaturales, pero su rey bajaba la guardia con la bruja, era como si ante su presencia estuviera completamente en desventaja, entonces Igorif lo entendió todo, esa humana era la debilidad de su señor, no, más que eso, ese tipo de reacción desesperada y sobrenatural solo significaba una cosa.
—¿Será posible? ¿mi señor podría haberse vinculado de esa mujer? Supongo que es irrelevante que se trate de un dios, al fin y al cabo, nació siendo un vampiro y esto pasaría con el rey o con el príncipe, la vinculación sucede por la supervivencia de nuestra raza, depende de ella seguir existiendo, ella no es una debilidad, es una bendición, por eso mi amo actúa tan extraño cuando esta con ella, tendré que guardar bien el secreto hasta estar seguro de mis sospechas, si hablo por hablar seguro que me cortaran la cabeza, esa mujer no es bienvenida en el reino vampírico, hay muchos personas que la celan y se sienten amenazados por ella, voy a proteger esto con mi vida, seguro que su unión tendrá consecuencias positivas para nuestro pueblo.
Igorif era de confianza, por eso había sido el único que había quedado con vida, cuando vio lo que sucedía entre ellos, se dio la vuelta inmediatamente y se puso alerta, cuidando que nadie los molestara.
Las manos del rey la sujetaban con fuerza, apretaba sus muslos y la besaba apasionadamente, una vez que llegaron a la tienda, ambos se desprendieron de todo lo que les estorbaba para amarse con plenitud, Valeska no le quitaba los ojos de encima, estaba extasiado, el paisaje de su musa desnuda lo tenía embelesado, aunque esta no era la primera vez que estaban juntos, se sentía todo nuevo, había estado con muchas mujeres, demasiadas concubinas como para recordar sus nombres y sus rostros, él ya había experimentado todos los placeres existentes, los conocidos y los más cuestionables, había roto cualquier tabú con las mujeres de su aren, pero esta vez se sentía como su primera vez ¿Cuándo se volvió tan hermosa como para no querer quitarle los ojos de encima? Amaba su piel blanca y lo fácil que era dejársela marcada, sus manos y sus huellas, sus rasguños y sus mordidas, todo su cuerpo era un lienzo donde su arte era plasmada de la manera más exquisita.
—Lo amo mi señor, lo amo infinitamente. —externaba Lía sin aliento ante tantas sensaciones que la hacían perder la compostura.
—Dilo, dilo siempre, dilo eternamente que antes de ti el amor nunca tubo significado para mí, eres como un cálido fuego que me quema, me haces arder con tu voz suabe y sumisa, eres mejor que la sangre, mejor que la guerra y mejor que cualquier cosa que un dios pueda poseer, hoy me encuentro tan complacido que aun si intentaras poseerme no diría nada, te quiero a ti, todos los días, en cualquier estación, en cualquier universo, te deseo a ti más que a cualquier mujer que haya conocido, soy un maldito monstruo, una bestia sin remordimientos, pero sabes como sacar lo mejor de mí, es la primera vez que me tiembla el cuerpo y no es de miedo, el miedo solo aparece cuando creo que no volveré a verte nunca, esto debe ser el paraíso, tu eres mi jardín del edén y al mismo tiempo el fruto que no debo comer, que hermosa eres, tan bella que después de ti, todo es insípido y decepcionante, podrías amenazarme con una daga, intentar envenenarme y aun así te absolvería de tu castigo, porque aunque me decidí a olvidarte y fingí nunca haberte conocido, me dejaste sin argumentos y sin convicción, al verte solo hice lo que realmente quería, estar así con la única mujer que me interesa. —se dijo Valeska en sus adentros mientras se entregaba a Lía.
Hace tanto que no lo veían mis ojos, se ha vuelto más hermoso, ahora es todo un hombre, su espalda es más ancha y su cintura más angosta, sus manos cubren toda mi cara mientras me deja sin voz, sus brazos me sostienen con fuerza y parecen arboles frondosos, su cabello negro le cae como una cascada, se sienten como finos hilos de seda, su aroma es exquisito y todo lo que hace en mí me gusta, me gusta que sea suabe y de pronto su deseo lo lleve a ser brusco y tosco, amo la rudeza con la que me lleva al éxtasis y la ternura con la que me muerde el cuerpo, soy como barro en sus manos, deme la forma que quiera, siga sujetando mi cabello mientras me uno a usted y nos hacemos un solo cuerpo, lo amo tanto que no quiero despegarme de su lado, hágame suya hasta el fin de los tiempos y en su divinidad déjeme hacer lo mismo con usted que yo también lo deseo.
Valeska sujetaba el cabello de Lía mientras llevaba el ritmo, no dudaba en taparle la boca para que no gritara y someter su cabeza contra el piso para que el pudiera hacer lo suyo, era salvaje y dominante y eso la volvía loca, el cuerpo del villano era una obra de arte, perfectamente diseñado para el delirio de las mujeres.
—Si sigues haciendo esas expresiones no pararé nunca. —le dijo Valeska bañado en sudor.
—No quiero que lo haga…
Lía se abalanzó sobre él y lo besó como si no hubiera un mañana, rasguñaba su espalda y sus brazos, a pesar de que la pasión del rey era demasiada, ella soportaba todo su vigor, la dejaba temblando y sin aliento, tan agotada y al mismo tiempo usaba su magia para llenarse de energía.
—¿Puede cumplirme un deseo? —le preguntó Lía suplicante y con las mejillas enrojecidas.
—Pídeme lo que quieras, soy muy generoso.
—Déjeme subirme en usted, yo también quiero ver su rostro enrojecido desde arriba.
El rey sonrió y le concedió su petición, y Lía se emocionó, estaba nerviosa y al mismo tiempo impaciente y una vez que tomó el control, dejó al rey sin palabras, ver sus expresiones y la falta de oxígeno, su sudor y su rostro enrojecido hizo que Lía se enamorara aun más de él.
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Editado: 11.03.2024