Los cuatro reinos eran consientes del peligro que representaba el quinto reino gobernado por los dioses gemelos, consideraban tres amenazas catastróficas para la existencia de la creación, el rey de todo Valeska, el príncipe de todo, Emir y el dios de la destrucción apodado “la bruma oscura” a pesar de no saber mucho de él, su presencia ya había sido visible en todo el mundo y cada reino buscaba la manera de descifrar acerca de esa extraña entidad, pues la maldad iba en aumento, los seres que se inclinaban a la perversión eran cada vez más corrompidos por sus malos deseos, la bruma se alimentaba de todo lo que hacia daño, de la muerte, la violencia y el odio.
Era semejante a tener un yunque en el pecho, un peso indescriptible que sofocaba su corazón, era una agonía que lo hacia sentirse vacío, el amor era cada vez más efímero, al igual que la alegría y cualquier tipo de moción humana, poco a poco, esa maldita semilla se enraizaba en su alma para pronto germinar y apoderarse de el rey que podía hacer que el dios de la destrucción pudiese fusionarse con él convirtiéndose en uno solo, una vez que eso sucediera, el universo que conocemos desaparecería para siempre y el devastador migraría a otros universos para devorar todo a su paso, cualquier realidad y todo mundo que se cruzara en su camino se ría consumido por él.
En otras realidades fue conocido como “la plaga” por su capacidad de infiltración, camuflaje y destrucción, el daño que había causado era tanto que incluso fue nombrado “el fin de la creación” un apocalipsis inevitable, un verdugo misterioso, el látigo que azotaba y castigaba solo por su origen despiadado, él quien ahora era uno solo con el rey de todo Valeska.
—Esta fue la primera vez que dormí con mi hermano y presiento que será la última, mi corazón se desgarra y no se porque, pero mi alma me dice que mi rey se despide de mí, duerme plácidamente, pero su pecho arde, dentro de él existe un conflicto que no me puede compartir, si yo pudiese padecer en su lugar lo haría, arráncame el corazón y ponlo en lugar del fuego que te consume, deja que yo me queme…dime que necesitas ayuda, no me dejes con esta angustia, no puedo equivocarme, se cuando no estas bien y tengo miedo de perderte.
Aquella noche, fue imposible para Emir poder dormir tranquilo, tenía un mal presentimiento, pero solo tenía eso, ninguna otra prueba de que su instinto estuviera en lo cierto.
Por otro lado, Valeska sentía como sus sentimientos y sus emociones se le escapaban entre los dedos, sin poder hacer nada para retenerlos, solo soportaba aquel terrible dolor en el pecho, y toda esa sensación de perderlo todo a cambio de una infinita oscuridad, el placer por hacer lo malo era lo único que lo llenaba y, aun así, a pesar de haber nacido para la oscuridad, una parte de él quería sentir la luz, la luz que solo ella le mostraba.
—Tu mirada puede ser muy incomoda Emir. —exclamó Valeska dándose la vuelta.
—Lo lamento, no me di cuenta ¿quieres dormir por más tiempo? Puedo ocuparme de algunos asuntos por ti. —le dijo Emir procurándolo.
—Actúas como si estuviese convaleciente, es molesto, no necesito dormir más, es suficiente descanso para mí, presiento que estas angustiado, si te preocupas por mí es absurdo, estoy perfectamente bien.
—Puedo ver tu rostro, te duele mucho el pecho, por eso estas de mal humor, ¿estás seguro de que no queda nada de la bruma dentro de ti?
—Esa porquería fue expulsada por Beatriz, no hay nada extraño dentro de mí, solo es este maldito dolor que no me deja en paz.
Valeska comenzaba a exasperarse y es que el dolor era cada vez más insoportable.
—Se que detestas que insista con esto, pero te suplico que vayamos con Beatriz y examinemos tu cuerpo una vez más, el dolor puede desaparecer si actuamos rápido, la mandaré llamar, así no tendrás que salir de la alcoba y…
De pronto, Valeska se desplomó, calló de rodillas al piso y se agarró el pecho quedándose sin aliento, el nivel de dolor que sentía era devastador para él, similar a un infarto.
—¡Ahhhhh!
—¡Hermano! —Emir corrió hacia él y Valeska lo arrojó con violencia contra la pared, haciendo que el príncipe la atravesará, al escuchar el estruendo los guardias entraron a la alcoba y al ver al rey en ese estado mandaron llamar a Beatriz y a sus allegados por ordenes de Emir para que lo atendieran.
—¡Dime que tienes! ¿Cómo puedo ayudarte?
—No puedo respirar…. —exclamó Valeska ahogándose, Emir comenzó a desesperarse y lleno de frustración se cortó las venas y le dio a beber a su hermano, se cortó tantas veces como pudo para poder nutrirlo y fue así que su dolor disminuyó un poco y pudo respirar mejor.
—Cuando Beatriz y Leonardo llegaron a asistir a Valeska, se entristecieron por lo que vieron, Emir estaba llorando y abrazaba a su hermano, estaba todo herido y ambos llenos de la sangre del príncipe, Valeska apenas si podía ponerse de pie, Lía se encontraba con Leonardo cuando le avisaron de la situación y abriéndose paso entre todos corrió hacia el rey y lo envolvió en sus brazos, de su cuerpo emanó magia sanadora y su dolor desapareció por completo.
Valeska y Emir cruzaron las miradas y los ojos del rey reflejaban algo que Emir no podría olvidar jamás, lo vio vulnerable y agotado.
Beatriz curó las heridas de Emir y volvió a examinar a Valeska, el diagnostico era el mismo, no parecía nada extraño dentro de él, excepto por una cosa minúscula que se veía en su alma.
—Probablemente la posesión de la entidad oscura le dejó secuelas en su cuerpo, deberíamos exorcizarlo todos los Díaz hasta que desaparezca. —exclamó Beatriz con pesar, al verlo en ese estado le dolió el corazón.
—¡no! Debe haber otra forma de purificarlo, los exorcismos son muy agresivos, no importa si nuestro rey es un dios, hacerlo de manera continua es devastador para su cuerpo, no permitiré que lo sometan a tal cosa. —expresó Lía clavándole la mirada a su madre.
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Editado: 11.03.2024