Juntos otra vez
El calor de una familia podía calmar los fríos más desolados, era un lugar seguro, una ciudad amurallada donde el peligro no podía alcanzar a sus victimas y el dolor se disipaba ante el toque del amor y la gracia, Emir se había reunido nuevamente con su familia, ahora con la sorpresa de que tenía otro hermano y su abuelo estaba con vida.
No podía ser más feliz, se había vinculado de la persona correcta y era completamente correspondido, Magnolia era devota a él y Ginebra estaba feliz de que se amaran tanto y tan profundamente, deseaba que Valeska pudiera correr con la misma suerte.
—Por favor mi vida, quédate unos días con nosotros, se que partiste sin previo aviso del castillo, pero no te vayas tan pronto. — le dijo Ginebra agarrándolo de la mano.
—No me iré madre, quiero quedarme con ustedes por lo menos unos días, ya sabré que excusa ponerle a mi hermano, él debe estar muy ocupado…—exclamó Emir y al recordar a Valeska se entristeció su corazón.
—¿Qué te pasa hijo? ¿Qué es lo que te causa tanta pena? —le preguntó Alejandro preocupado al ver decaído.
—Me preocupa mucho Valeska, esta actuando muy raro, han sucedido muchas cosas en su ausencia, pero no quiero preocuparlos con esto, ni siquiera nosotros sabemos que hacer con él. —expresó Emir soltando un suspiro.
—Puedes decirnos, créeme que si algo malo le sucede a Valeska intentaremos ayudarlo. —declaró Ginebra mirándolo a los ojos.
—Creo que él no quiere ser salvado, mi hermano sigue siendo un tempano de hielo, eso había cambiado, al menos con Lía se portaba diferente, ellos se amaban, al menos eso pensé, creí que él la amaba.
—Quizá debería contarles todo lo que sabe mi príncipe. —sugirió Magnolia mientras le acariciaba el hombro.
—Si, por favor no juzguen a mi hermano, lo que estoy por contarles son cosas que pueden ser imperdonables.
Emir les contó todo sobre la bruma y como logró poseer el cuerpo de Valeska al grado de lastimar su corazón con terribles dolores y todos los cambios bruscos en su carácter y como la maldad aumentaba cada día más en el, además les habló de lo cercano que se había vuelto con Lía y como cuando estaba con ella parecía otra persona.
—Él se vinculó de Lía, pero al final fue él mismo quien rompió el hilo rojo que los unía.
—¿Qué? ¿Por qué hizo eso? ¿Qué no era feliz con ella? —le preguntó Ginebra confundida.
—Es imposible deshacerse de una unión tan fuerte, es algo de lo que no podrán escapar, no importa en donde se escondan y cuanto tiempo pase, ellos siempre terminaran llamándose el uno al otro, el vinculo es algo irrompible. —externó Alejandro confiado.
—Yo mismo fui testigo de cómo lo cortó, después la expulsó del castillo como si no la necesitara, no he dejado de pensar en lo mal que debe estarla pasando, lo confundida que debe sentirse, ella lo ama de maneras que no puedo entender, su llanto se escuchaba hasta los lugares más alejados y escondidos del castillo, le rompió el corazón como si no valiera nada. —dijo Emir con dolor en sus palabras.
—Quizá solo quería protegerla… —manifestó Magnolia pensativa.
—Había otras maneras de hacerlo, pero buscó la más dolorosa he irracional, no he sabido de ella desde entonces, yo también la abandoné, me di cuenta de que yo también le hacia mucho daño.
—Ambos deben estar sufriendo, la posesión de la bruma debió causar confusión en Valeska, me niego a pensar que mi hijo sea tan malo como para hacer tanto daño, si pudo enamorarse de Lía entonces no es un monstruo, creo que también intentó protegerla.
Ginebra y Alejandro también habían tenido encuentros con la bruma, especialmente los cazadores, Alejandro mismo se enfrentó a criaturas poseídas por ella y veía como era expulsada de sus cuerpos una vez que morían, era como la peste, una plaga infecciosa que se propagaba mediante el odio y la devastación.
Alejandro estaba inquieto y lleno de angustia, si amaba tanto a Emir, entonces Valeska lo era todo para él, siempre fue así, su corazón era suyo, su orgullo era suyo, no importaba cuantas atrocidades hiciera, ni todos los desprecios que se ganara por su conducta, para Alejandro, el rey de todo era su hijo y estaba dispuesto a darlo todo por él.
—¿Están seguros de que pudieron expulsar completamente la bruma de su cuerpo? La forma en la que nos cuentas las cosas me dice que no fue así, no hay otra explicación para su violencia y su comportamiento destructivo y atroz, el exorcismo que le aplicó Beatriz debió ser inútil, o esa cosa logró ocultarse bien, quizás se aferró a su alma como una maldita enfermedad, como un virus que se resiste a las defensas del cuerpo.
—O quizás siempre fue así de perverso papá. —dijo Reynar entrando a la habitación mientras le traía unas cartas donde solicitaban sus servicios como cazadores.
—Reynar… —Ginebra frunció el ceño al no estar de acuerdo con su comentario.
—La bruma causó nuevos estragos, parece una pandemia, quizás el rey de todo los infectó. —añadió Reynar entregándole las cartas a su padre.
—No te expreses así Reynar. —le dijo Alejandro mirándolo fijamente y Reynar enmudeció al instante.
—Lo lamento padre.
—Yo lo conozco mejor que nadie Reynar y te aseguro que nuestro hermano oculta un buen corazón, lo sé por que yo mismo lo vi transformarse con el amor de Lía.
—Yo solo me alegro de que ella este a salvo de él, es como mi hermana y no dejaré que nadie la lastime, no importa quien sea.
—Deberíamos ir a descansar, hemos estado despiertos durante mucho tiempo, estamos con las emociones a flor de piel, irritados, emocionados y agradecidos de que estes con nosotros, gracias por aceptar quedarte unos días con nosotros hijo.
—Yo soy quien les agradece el permitirme quedarme con ustedes y gracias por recibirme así, con tanto amor, no lo merezco, pero estoy muy feliz de verlos, gracias madre, padre, hermano. —Emir miró a Reynar y le sonrió ligeramente y él calmó su malestar.
#281 en Fantasía
#189 en Personajes sobrenaturales
villanos y heroes, magia brujos demonios vampiros y dioses, amor imposible
Editado: 11.03.2024