Durante el tiempo de separación de Valeska y Lía, la bruja de la invocación pasó por una depresión muy fuerte, bajó mucho de peso, su ánimo decayó drásticamente y sus familiares se preocuparon mucho por ella, decidieron que vivir alejados un tiempo ayudaría a que Lía se recuperara, haber dejado al amor de su vida de esa manera tan drástica, le causó mucho dolor y pena, durante ese tiempo, la convivencia entre ella y Eira fue cada vez más intima y profunda, él se esmeraba en ganarse su corazón y hacer que olvidara a Valeska a como diera lugar.
Aceptó que se había enamorado de ella y aunque quiso guardárselo para él, el amor terminó brotándole por los poros, hasta que no pudo ocultarlo más, la tensión entre ellos ya era muy obvia, ambos se ponían nerviosos si rosaban las manos por error el corazón les brincaba como un desquiciado, si se quedaban solos el ambiente se tornada incomodo y la vergüenza se apoderaba de ellos.
Eira era muy detallista con ella, le traía flores, regalos, y solía tallar figuras de madera para regalárselas, le llegó hacer animales que parecían replicas exactas de ellos, venados, osos, ardillas y Lía fue encontrando algo de alivio en sus atenciones.
Era una tarde lluviosa, estaban buscando hongos en el bosque para preparar la cena, de nuevo, solo estaban ellos dos, parecía que sus familiares lo hacían apropósito, pues todos notaban la química entre ellos y el rey del inframundo ya no pudo soportarlo más, Lía y él terminaron rosándose las manos y él la sujetó de la cintura y la besó dejándola sin aliento.
—Eira… —Lía se ruborizó tanto que podía sentir su rostro arder y sacar humo.
—Lo lamento, pero ya no puedo más, estoy loco por ti, me he enamorado como un idiota, no puedo sacarte de mi mente, mi corazón te ha reclamado como su dueña, quiero amarte, hacerte feliz, no puedo evitar sentirme de esta forma. —le dijo Eira mientras la besaba con más intensidad.
—Pero eres mi familiar…esto no esta bien, además…mi corazón fue destruido, no quiero que me vuelvan a lastimar, ya no podría soportarlo. —exclamó Lía entre lágrimas.
—Yo no soy él, jamás voy a lastimarte, déjame arrancarte su recuerdo, yo haré que te olvides completamente de ese infeliz, dame la oportunidad de demostrarte verdaderamente lo que es el amor, déjame amarte Lía y yo haré que vuelvas a creer en el amor. —le dijo Eira mirándola con intensidad mientras la abrazaba de la cintura.
—Jamás te usaría de esa forma.
—Yo quiero que lo hagas, entrégate a mí y veras que te olvidaras de su rostro.
—Arráncamelo del corazón y quédate tu en su lugar, yo también quiero olvidarme de él. —Lía se acercó a Eira y lo besó apasionadamente, él no le era indiferente, le gustaba mucho, era un caballero y tenía la esperanza de que, si se daba una nueva oportunidad, al fin podría ser feliz otra vez.
—Quizá mi destino nunca fue conocer a los dioses, tal vez fui demasiado necia en aferrarme a ellos, al final, fueron mis dioses los que me destrozaron el alma, ya no tiene caso guardarles luto, si quiero sobrevivir a su herida, debo vivir sabiendo que no significo nada para ellos, ambos renunciaron a mí aun a pesar de haber vivido horrores por ellos, sacrifique todo por ser digna de la realeza, me olvide de mi misma y llegó el momento de pensar en mí, deseo ser feliz otra vez, Eira, hazme tuya y ayúdame a olvidarme de ellos de una vez por todas. —se dijo Lía así misma mientras lo besaba.
Así fue como su relación se dio, llevaban varios meses juntos, el rey del inframundo y la bruja de la invocación mantenían una relación, una de la que nadie sabía.
Eira la trataba con amor y respeto, la procuraba y la cuidaba como a un tesoro preciado y ella sintió que se estaba enamorando de él.
Era inevitable que no se entregara a él, lo hizo en cuerpo y alma, le dio todo de si para que su relación fuera estrecha.
La primera noche que dormimos juntos estaba aterrada, pensaba en mordidas, rasguños, apretones y sometimiento, era imposible que no pensara en el villano del que me había enamorado, pero las caricias de este rey eran diferentes, cálidas, suabes, sus besos no dolían, no me ardía la piel cuando me sujetaba, pedía mi consentimiento en todo y paraba cuando me veía incomoda, Eira era muy diferente…
Hicimos el amor muchas veces, las suficientes como para poder comparar lo bueno de lo malo, quería convencerme a mí misma de que odiaba al rey de todo, me lo repito cada día para creérmelo y así engañar a mi mente y a mi corazón, para que lo soltaran, lo hicimos a la luz de la luna, al aire libre, su hermosa figura era iluminada por la luz de la luna, Eira era muy hermoso y me amaba tal y como era.
Lo mejor de todo es que no me pedía ningún sacrifico, no debía ganarme su favor, no tenía que impresionarlo y no debía competir con nadie, pues él me quería solo a mí, era la única que llenaba sus ojos, me hizo el amor tantas veces que creo que lo amo,
—Eres hermosa, de pies a cabeza, no puedo creer que seas mi mujer. —exclamó Eira bañado en sudor y con las mejillas rosadas.
—Tu también eres hermoso, me gusta la forma en la que me miras.
—Te amo mi reina, como nunca he amado a otra mujer.
Lía lo abrazó he hicieron el amor hasta el día siguiente y así hasta que por fin Lía sintió que ya no le dolía la ausencia de Valeska.
Meses después, recibió el mensaje de su amiga Babani quien pedía verla con urgencia, no quería ir a la ciudad de los cazadores porque quería evitarse la pena de recordar aquel villano miserable.
Pero aun a pesar de sus inseguridades, pensó en que tal vez ella estaba pasando por una emergencia y fue a encontrarse con ella a la ciudad de los cazadores, cronológicamente en los días que Emir estaba pasando con sus padres en la fortaleza, así que Lía abrió un portal para viajar en el y suspiró con nerviosismo y Eira le besó la mejilla con ternura.
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Editado: 11.03.2024