Ella era todo para mí, me había enamorado tan fuerte que no estaba dispuesto a desprenderme de ella, no importaba la incertidumbre en la que nos encontráramos, tampoco el que yo estuviera consiente de que no me había llegado amar tanto como a él, seguía aferrado a que el tiempo seria mi aliado para que ella lo olvidara, la he llegado amar tanto que incluso he aceptado a su bebé como nuestro, sin importarme que sea el fruto más evidente de su vínculo entre el amor de mi vida y mi peor enemigo.
Sus besos eran míos, su cuerpo era mío, pero su corazón aun tenía reservas para entregarse por completo a mí, estaba seguro de que el rey de todo, ese miserable engendro de la oscuridad aún seguía siendo nuestra sombra, se dice que Valeska rompió el hilo rojo del vinculo que lo unía a Lía, pero con ese acto de barbarie, también se llevó entre las patas el corazón de mi amada y lo pisoteó rompiéndolo en miles de pedazos.
No me importó ser yo quien recogiera esos pedazos, al final lo hacia con la esperanza de que ella me amara algún día, se que ya me quería, que no le era indiferente, pero no fue suficiente para mí ambicioso corazón, la quería solo para mí, deseaba escuchar de sus labios que yo era el único hombre en su vida y su más grande amor.
Sin pensarlo me encontré compitiendo con su antiguo amor, lleno de celos y con la ambición de borrar su recuerdo para siempre, aun sigo pensando que, si desaparecemos de aquí, ella por fin podrá olvidarlo, pero al verla rodeada de las personas que la aman, sé que jamás querrá irse de aquí y yo no quiero obligarla, verla llorar es lo que más detesto en la vida, soy cultivador de sus sonrisas y solo quiero que sea feliz, aunque los celos y la incertidumbre me carcoman el alma.
Me he jurado protegerla de todo mal, sería capaz de ir a la guerra solo para asegurarle un futuro feliz, yo me ofrecería a asesinar al rey de todo si la recompensa fuera su entero corazón.
Lía había sido cobijada por su familia, quienes le ofrecieron pasar sus últimos días de embarazo en la ciudad de los cazadores y dar a luz a su bebé en su territorio, a pesar de que esa era la opción más benéfica para la bruja de la invocación, Eira se encontraba callado y lleno de miles de pensamientos invadiendo su mente, enemistándose cada vez más con el rey de todo Valeska.
—Se que la tristeza existe en tu corazón por el abandono de mi nieto el rey, pero no estás sola, nos tienes a nosotros para apoyarte con todo lo que necesites para tu bebé. —le expresó Víctor a Lía mientras la abrazaba.
—Yo soy una medico curandera, sin problemas puedo asistirte durante el parto querida. —le dijo Elena agarrándole la mano con dulzura.
—Se los agradezco, es un alivio para mi corazón saber que cuento con todos ustedes.
—Eso ni dudarlo, nunca te dejaremos sola, mucho menos ahora que estas esperando un bebé, no es porque se trate de nuestro nieto, aun si fuera de otro hombre, seguiríamos ofreciéndote nuestra ayuda, por que tu eres parte de nuestra familia y siempre ha sido así. —manifestó Ginebra llena de emociones diversas.
Sentía pena por Lía, por que podía notar en su mirada una tristeza que no desaparecía con nada, Valeska había sido muy cruel con ella, al menos eso pensaban, no sabían la verdad detrás del verdadero sacrificio de amor que el rey de todo había hecho para mantenerla a salvo, Alejandro se mantenía al margen respecto a tocar ese tema, era muy prudente y sabio, ninguno de ellos cuestionó a Lía por estar con el rey del inframundo, no tenían derecho de hacerlo, al final de todo, había sido Valeska quien la había abandonado.
Lía tenía casi seis meses cuando llegó a la ciudad de los cazadores, su embarazo duro dos meses más y después de ese tiempo, ella dio a Luz al heredero del imperio vampírico.
Durante los meses que estuvo ahí, Emir pasó esos días con sus padres y se mantuvo al cuidado de Magnolia y de Lía a quien veía como una hermana, entre todos los encuentros amorosos que tuvieron ella y el príncipe, Magnolia quedó embarazada y tenía dos meses de gestación, a lo que todos respondieron con gran alegría y ella sintió todo su cariño.
Emir se encontraba con su padre y su hermano cabalgando en el campo cuando regresaron a la hora de la comida, Magnolia los esperaba con la gran noticia.
—Fue un día muy largo, trajimos fruta para ustedes. —les dijo Emir a Lía y a Magnolia y al ver la emoción en sus rostros, él se puso nervioso.
—Yo también tengo algo para ti, una noticia que te llenará de gozo. —expresó Magnolia aguantando las lágrimas.
—¿Qué sucede?
—¡Estoy embarazada! ¡tengo dos meses ya! Jajaja. —gritó Magnolia llena de gozo.
—¿Qué? ¿Voy a ser papá? —le preguntó Emir quien casi se va de cabeza por la impresión (literalmente se desmayó, pero se omitió esta parte para que no quedara mal XD)
—¡El cielo nos ha escuchado! ….por fin formaremos una familia.
Babani y Lucia estaban envueltas en lágrimas de alegría, la emoción era tan grande que no podían con ella, ambas esperaban a ese bebé con anhelo, saber que el sueño de Magnolia de tener un hijo se estaba cumpliendo las hizo muy felices, mediante el aroma, Emir supo que aquella criatura se trataba en realidad, de una bebita.
Parecía que las alegrías llegaban aun en épocas de tanta incertidumbre para todos nuestros amigos, con el único propósito de darles esperanza, Pues se acercaban los días de oscuridad para nuestros héroes, días inevitables donde el bien y el mal estaban por enfrentarse para definir el futuro de su universo, el dios de la destrucción, estaba en todo su esplendor, hambriento por destruirlo todo y devorar la vida que lo rodeaba para dejar un mundo desértico, estéril y lleno de caos.
A pesar de que Emir era feliz en la ciudad de los cazadores, conviviendo con sus padres, algún día la gente comenzaría a indagar respecto a ese misterioso hombre con aspecto de ángel que les había devuelto la alegría a sus dirigentes, era evidente que se trataba de un ser superior, pues su belleza era como la de Alejandro, sobre natural y llamativa.
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Editado: 11.03.2024